Pugnas políticas entre socialcristianos y socialdemócratas junto a la protesta sindical marcaron la coyuntura de enero de 1985
A 20 días del arribo de Juan Pablo II, la represión causó 8 muertos y 300 presos
Juan Pablo II llegó a un Ecuador marcado por una crisis económica, una disputa política intensa, la insurgencia de grupos guerrilleros, la presencia de curas progresistas y una pobreza generalizada, reflejada en índices de desigualdad crítica.
1985 arribó con problemas y desaliento: el año 1984 estuvo marcado por pugnas políticas y medidas económicas de ‘impacto’ por parte del presidente de entonces León Febres-Cordero (+), posesionado el 10 de agosto de ese año. El galón de gasolina, en promedio subió un 66%. Y la tarifa del transporte pasó de 4 a 6 sucres, mientras que los salarios siguieron congelados en 6.600 sucres. La inflación hasta diciembre de 1984 era del 62%.
Los periodistas Claudio Mena, Nila Velázquez y Jorge Ribadeneira, hablaban en sus editoriales sobre “una tregua no explícita, pero tácita” en el país entre izquierdistas y derechistas, para recibir al Papa.
Esto también se puede corroborar al leer las notas periodísticas de la época: la visita del Papa efectivamente calmó los ánimos entre el Gobierno y los grupos sociales que protestaban -desde finales de 1984- por el aumento en el precio de la gasolina y las tarifas del transporte público. Decisiones que fueron ‘resueltas’ por el expresidente Febres-Cordero el 28 de diciembre de 1984 a través de un decreto presidencial.
La resolución provocó varias protestas estudiantiles y de otros sectores como el Frente Unitario de Trabajadores (FUT) y el Frente Popular (FP), los cuales convocaron a la X Huelga Nacional unitaria para el 9 de enero de 1985, es decir, 20 días antes de la visita del Papa.
Varias movilizaciones fueron reprimidas violentamente y el saldo, del 9 y 10 de enero de ese año, fueron 8 personas fallecidas, heridos y unos 300 detenidos. Era la primera vez que una huelga duraba 48 horas.
Además, en ese año se configuró el grupo revolucionario Alfaro Vive Carajo (AVC), el cual, una semana antes de la llegada del Sumo Pontífice, protagonizó algunos eventos que fueron calificados de ‘terroristas’ por el régimen socialcristiano.
Con el arribo de Febres Cordero AVC adquirió más protagonismo y pasó a ser el centro de la atención política y mediática dentro y fuera del país. Hasta ese momento sus líderes no eran identificados y la mayoría de sus acciones eran consideradas de “propaganda armada”.
El alcalde de Quito de entonces fue el recientemente fallecido Gustavo Herdoíza León, quien tuvo a su cargo la preparación de la visita del Papa Juan Pablo II en la capital.
Para el historiador Juan Paz y Miño, la crisis de la deuda externa afectó a toda América Latina. “En 1982 comienzan nuestras desgracias. Los precios de la gasolina y de los productos básicos se elevan en el gobierno de Osvaldo Hurtado y se producen recortes presupuestarios. Con Febres-Cordero se agudiza el esquema neoliberal que se estaba esbozando; Rodrigo Borja trata de suspenderlo, pero llega Sixto Durán-Ballén, que fue el continuador de las políticas de Febres-Cordero, y los que vinieron solo reafirmaron un modelo empresarial de desarrollo”, explicó.
En ese contexto, las centrales sindicales se activaron, siendo el movimiento más crítico frente a las medidas que se estaban tomando.
El Frente Unitario de Trabajadores (FUT) era “el gran encabezador de la lucha popular”, según Paz y Miño, porque reunió a las 3 grandes centrales sindicales: Confederación de Trabajadores del Ecuador (CTE), Central Ecuatoriana de Organizaciones Clasistas (Cedoc-Clat) y Confederación Ecuatoriana de Organizaciones Sindicales Libres (Ceosl).
Con esto coincide Santiago Cabrera, profesor del Área de Historia de la Universidad Andina, quien describe una época difícil, no solo para Ecuador, sino también para la región, lo que a su vez advertía una fuerte respuesta social (ver subnota).
Las rivalidades políticas no eran una novedad. El entonces titular del Congreso Nacional, Raúl Baca Carbo (ID), y Febres-Cordero protagonizaron 4 meses (desde el 9 de agosto de 1984) de negociaciones para elegir a las autoridades de la Corte Suprema de Justicia de ese entonces.
Hay que recordar que Febres-Cordero alcanzó la Presidencia en una reñida segunda vuelta con el máximo líder de la ID, Rodrigo Borja, obteniendo el 51,9% frente al 48, 1% de su oponente. Para la politóloga Amparo Menéndez, en su trabajo La democracia en el Ecuador: desafíos, dilemas y perspectivas, “el Congreso se tornó un punto focal de conflicto”, debido a que el Gobierno propiciaba un programa de corte neoliberal y la mayoría parlamentaria era de centroizquierda.
En ese ambiente el Ejecutivo preparó la llegada de Juan Pablo II, que -según Cabrera- propugnaba una postura anticomunista y en favor de la corriente política instalada en la mayoría de gobiernos de América Latina, el neoliberalismo: “Se conjugaron la política del régimen socialcristiano con esta necesidad de propaganda de la Iglesia católica”.
Entonces, debido a las protestas, el arzobispo de Quito de esa época, Pablo Muñoz Vega, instó a un ‘alto al fuego’ y pidió a los líderes políticos y al pueblo “cooperación para crear un ambiente propicio para la visita del Santo Padre”. (I)