En la región, más de 240.000 niños y adolescentes viven en instituciones de acogida pública, privada y bajo convenio, señala el estudio “La situación de los niños, niñas y adolescentes en las instituciones de protección y cuidado de América Latina y el Caribe”. En Ecuador son cerca de 2.409; la cifra corresponde al corte mayo 2019 del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES).

Si bien estos menores no pueden volver con sus padres biológicos, los tratados internacionales direccionan su cuidado a los familiares y en segunda instancia dan luz verde a la adopción. Del total de niños y adolescentes que viven en una entidad de acogimiento institucional, 224 son aptos para ser adoptados. Es decir que cuentan con una declaratoria de adoptabilidad legalmente concedida.

El aval se entrega cuando no se puede determinar quiénes son los padres o parientes hasta el tercer grado de consanguinidad, en casos de orfandad, privación de la patria potestad de ambos progenitores y por su consentimiento, siempre y cuando no hayan perdido la patria potestad.

Es época seca en Quito, la afluencia de personas en los parques y centros comerciales evidencia que los estudiantes de escuelas y colegios están de vacaciones. Desde un costado de la pista de patinaje del parque La Carolina, en el norte de la urbe, Laura Rodríguez mira cómo su hijo Manuel de 11 años maniobra su bicicleta. “Manu”, como lo llama su mamá, llegó a una casa hogar en 2012 y en octubre de 2016 Laura junto con su esposo se convirtieron legalmente en sus padres.

El objetivo de la pareja no fue fácil de alcanzar recuerda la mujer. El trámite tardó de forma intermitente ocho años. “Muchas de las parejas que quieren adoptar pierden interés por tanta burocracia y trabas”, señala.

Indira Urgilés, directora nacional de Adopciones indica que con la misión de agilitar los procesos de adopción el MIES cuenta, desde abril de este año, con un portal web y un manual a través del cual los interesados pueden hacer y seguir su trámite en línea.

Gabriel Bastidas y Bella Calle, quienes llevan 13 años de casados aseguran que tuvieron “más suerte” que Laura. El trámite de la pareja quiteña tardó dos años y ahora Jesús, de cinco años, es su segundo hijo. El infante llegó a la familia Bastidas a sus tres años de edad.

Durante una entrevista realizada en abril de este año, la titular del MIES, Berenice Cordero, señaló que desde la apertura del trámite en línea el proceso de adopción debe durar solo nueve meses. En la actualidad, la Cartera de Estado no cuenta con un balance sobre la efectividad de ese proceso.

Adopciones concretadas

Los últimos datos registrados en el informe Niños, Niñas y Adolescentes en proceso de Adopción publicados en enero de este año por el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) señalan que, dos adopciones se concretaron en ese mes. En 2018 fueron 84.

El 53% de los solicitantes (persona o pareja) que fueron calificados como idóneos para adoptar esperaron aproximadamente un año para la asignación de un menor. El 14% esperó dos años, un 2% entre cuatro y cinco años, mientras que el 31% aguardó menos de seis meses.

Uno de los requerimientos más comunes de los solicitantes es la edad. La familia Bastidas anhelaba un niño menor de cinco años y logró su cometido. Según Urgilés, la mayoría de solicitantes buscan a un niño o niña entre cero y cuatros años.

De las 40 adopciones concretadas en el periodo que se elaboró el informe del MIES, el 45% correspondió a niños en ese rango de edad.

Como parte del proceso para concretar la adopción, Bastidas y Rodríguez junto con sus parejas participaron de los círculos de formación de padres adoptivos (dos sesiones de ocho horas para aprobar cinco módulos).

Según el MIES, a junio de 2018, 60 parejas y 12 personas culminaron esa capacitación estatal.

En ese espacio la esposa de Bastidas conoció a Elena, quien prefiere no dar su apellido. La odontóloga de 44 años es, desde enero de 2019, mamá de la adolescente María (nombre protegido).

La menor de 12 años vivió 48 meses en uno de los hogares de la organización privada Aldeas Infantiles. María es tímida y la mayoría de veces responde con monosílabos. Mientras desenreda con su manos unos audífonos recuerda que tenía un hermano menor de un año que murió a causa de una fuerte gripe que su mamá biológica ignoró. Aunque una vecina llevó al niño al hospital, él falleció después de una semana. La menor regresó a su casa, pero su mamá nunca volvió. Eso pasó en Latacunga, en 2014.

Ella viajó a Quito y vivió en la calle hasta que personal de Aldeas Infantiles la insertó en su programa de acogida familiar. Elena no tiene pareja y eso no fue impedimento para que inicie y concluya con éxito el proceso de adopción. En su casa, ubicada en el valle de Los Chillos, vive con su hija y su perro labrador Tony. La odontóloga optó por una adolescente, porque está consciente de que las posibilidades que tienen los menores que pasan los 10 años de edad son bajas. María asiste al mismo centro educativo al que iba cuando estaba en una casa de acogida y mantiene contacto con su “exmamá”.

Aunque los padres adoptivos reconocen que el proceso de adopción puede ser demorado y presentar varias trabas, lo defienden porque lo consideran una de las mejores opciones para poder ser padres.

En la actualidad 77 parejas o personas solicitantes aguardan concretar una adopción. Ellos cumplieron con todo el proceso y están a la espera de que los Comités de Asignación Familiar (CAF) les conceda la patria potestad de un niño o adolescente. (I)