En el país, 17 personas fallecieron a consecuencia de la ingesta de alcohol adulterado en 2017; otras 200 fueron atendidas en diferentes instituciones públicas del Ministerio de Salud por sospecha de intoxicación.

La primera alerta de este problema se dio en Quito, a finales de octubre, cuando 8 personas murieron al consumir alcohol metílico adquirido en locales clandestinos en el barrio de San Blas, centro de la ciudad, según reportaron los afectados.

El etanol está diseñado totalmente para el consumo humano, puesto que su extracción se da de frutas; en el país, básicamente de la caña de azúcar, que para los productores artesanales se da en un proceso mecánico, similar al que se puede observar en lugares donde se expende el jugo de caña.

La preparación industrial de los distintos tipos de licor tiene aún más controles, por lo que llevan todas las certificaciones que garantizan su consumo; lo que sí advierten en sus etiquetas son los efectos de una ingesta excesiva.

El metanol -a diferencia del etanol- sirve para la industria, porque es un solvente orgánico que se utiliza en pinturas, combustible de estufas, resinas y como anticongelante en los vehículos; por lo que el consumo en seres humanos muchas veces es letal. “Por ser un tóxico, por más leve que sea la cantidad consumida, tendrá un grado de afectación al organismo humano”, afirmó la química farmacéutica Yolanda Zapata.

De acuerdo con estudios internacionales, una dosis de entre 10,3 y 200 mililitros de metanol provoca la muerte por insuficiencia cardiorrespiratoria, ya que al degradarse en el organismo produce el ácido fórmico, que como todo componente de este tipo destruye lo que encuentra a su paso generando una afectación -sobre todo- a la visión, el cerebro y los órganos encargados de la eliminación de tóxicos del cuerpo.

“El problema también radica en que la eliminación del metanol es lenta y eso lo hace más tóxico aún. Incluso una cantidad baja causa la disminución o pérdida total de la visión”, indicó el emergenciólogo Carlos Polanco.

El tratamiento clínico recomendado, aseguran los especialistas, es la administración por vía intravenosa del alcohol etílico absoluto (concentración del 96%), porque el etanol tiene afinidad mayor que el metanol con el organismo, ya que posee una enzima llamada alcohol deshidrogenasa, que elimina los residuos tóxicos del organismo. El metanol es lentamente oxidado por esta enzima a una tasa de 25 mg/kg/hr, más pausada que la tasa del alcohol etílico, que es de 175 mg/kg/hr.

Ya en 2011, la ingesta de esta clase de alcohol provocó el fallecimiento de 48 personas en la provincia de Los Ríos y la ceguera irreversible de 11 más en el país. (I)