12 burros rescatados de camal clandestino pasaron de la muerte inminente al paraíso
Se los ve de mejor ánimo. En el camal clandestino estaban cabizbajos, con mirada triste y resignada. Presentían lo que les iba a ocurrir pues veían cómo los otros burros eran sacrificados y permanecían en medio del barro y la podredumbre.
Pero ahora, en la hacienda donde están, su actitud es diferente. Caminan libres, confiados y aceptan los mimos de los humanos. Pasaron de tener una mirada de pena, a una mirada de paz, comenta el doctor
Roberto Gómez, veterinario y zootecnista de la Prefectura del Guayas.
Él considera que los animales demuestran sus emociones. A algunos, como los de este caso, solo les falta hablar. “Si tú les das amor, ellos te dan amor”, dice. Gómez participó en el rescate de 12 asnos (11 hembras y un macho) que iban a ser faenados en un camal ilegal en una zona rural del cantón El Triunfo (Guayas) y es testigo de la mejoría que estos han tenido tras ser llevados hasta la finca de un activista por los derechos de los animales ubicada en la parroquia Taura, cantón Naranjal.
En el allanamiento a las instalaciones clandestinas estuvieron la Policía Nacional, la Fundación Rescate Animal y la Unidad de Rescate Animal de la Prefectura del Guayas.
El momento del operativo fue dramático para los activistas. En un sitio de difícil acceso, en medio de plataneras, estaba una casa de construcción mixta y, al lado, un improvisado galpón donde se faenaba a los animales. La asepsia brillaba por su ausencia. Había pozas de agua contaminada y maloliente, con restos animales putrefactos que los despostadores arrojaban ahí.
El primer día se encontraron 51 burros en estado deplorable. Famélicos, muchos con heridas abiertas y miasis (gusaneras), permanecían en medio de restos ya faenados. “Esta carne aparentemente la mezclaban con carne de res y la vendían a $ 0,86 la libra”, comenta Denisse Caballero, directora de la Unidad de Rescate Animal de la Prefectura.
En el lugar fue detenido un adulto mayor, presuntamente encargado del faenamiento. Sin embargo, el hombre quedó en libertad en poco tiempo y cuando las autoridades acudieron con los activistas y la Prefectura para rescatar a los burros, 39 habían desaparecido. Los propietarios del camal, alertados por el adulto mayor, desmantelaron el sitio y se llevaron a los animales.
Dejaron 12 entre la vegetación. “Dos estaban afuera y los otros 10 en la parte de adentro, en unas cacaoteras. Nos tocó meternos hasta el fondo para sacarlos de uno en uno hasta un camión y llevarlos a la hacienda”, relata Caballero.
Cambio de vida
Llegar hasta donde se encuentran actualmente los 12 burros es una travesía de al menos una hora por caminos de tierra y desvíos sin señalización. El único mapa es la memoria del chofer. En este terreno oculto en el corazón de Taura, los jumentos se recuperan del maltrato.
El objetivo es más o menos en un mes entregarlos en adopción. Son burros de la Sierra, entonces varios tienen un pelaje largo y tupido, para protegerse del frío. “Hay que arreglarles el pelaje para que tengan mejor aspecto y buscarles hogares definitivos”, afirma Denisse Caballero.
Ahora los cuadrúpedos deambulan libremente entre el verdor de la hacienda, comen cuando lo desean y se dedican simplemente a vivir.
Cuando alguien se les acerca, ya no huyen y se dejan acariciar. Parecen saber que ahí nadie les hará daño. “Son animales que ya no tienen miedo”, comenta el doctor Gómez, quien rocía eterol (desinfectante en aerosol) a los que tienen heridas abiertas. “Esto ayuda a que no se les peguen las moscas y no se hagan las gusaneras. Y también ayuda a cicatrizar”. El veterinario agradece al dueño de la hacienda, pues brinda a los burros una mejor calidad de vida.
Actualmente la Prefectura y la Fundación Rescate Animal hacen una visita semanal para supervisar la evolución de los animales. “Se les nota la mejoría y el cambio, tanto física como anímicamente”, señala el médico, quien considera que “deberían unirse más entidades para luchar contra esta problemática”.
Rafael Castro, director ejecutivo de Rescate Animal y quien estuvo en el operativo, señala que además del evidente maltrato, se debe tener en cuenta el tema sanitario, pues los animales “estaban siendo faenados sin ningún tipo de control de salud ni ambiental. Además era una estafa, pues se le decía al consumidor que era carne de res”.
Para Castro, “no es solo salvar a un animal sino todo lo que implica la situación en la que estaban los burros: el peligro a la salud, el trato ético al animal y todo lo que conlleva”. Él espera que este caso siente un precedente.
El grupo Trato Ético Animal hará seguimiento al proceso legal que se dio con el camal para saber por qué las autoridades no impidieron que los dueños del lugar se llevaran a los 39 burros posiblemente hacia otro matadero ilegal. (I)