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111 personas se graduaron en el programa Bachillerato Intensivo

En el auditorio del Colegio Sagrados Corazones de Rumipamba, estudiantes del programa Bachillerato Intensivo de 11 establecimientos educativos se graduaron.
En el auditorio del Colegio Sagrados Corazones de Rumipamba, estudiantes del programa Bachillerato Intensivo de 11 establecimientos educativos se graduaron.
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Fue necesario que transcurrieran 10 años para que Lineida Castro y Lorena Aguas, ambas de 27 años, se reencontraran en un aula de clases de secundaria. 

En 2006, las chicas tenían 16 años y vestían el uniforme del Colegio Rafael Larrea. Ellas se conocieron al ingresar a octavo año de Educación General Básica (EGB).  

Cuando las jóvenes terminaron el segundo año de bachillerato (quinto curso), Castro tenía seis meses de embarazo. El nacimiento de su hijo Esteban impidió que la joven se matricule y concluya el tercer año de bachillerato.  

Aguas sí se matriculó, pero dos meses después salió del colegio. La razón: su mamá, quien vivía con leucemia, decayó; y ella, al ser la hermana mayor, fue la encargada de velar por los menores.

Durante una década, ellas se dedicaron a trabajar para solventar sus hogares. Aguas, quien confiesa que siempre fue “buena alumna”, se enteró de que el Ministerio de Educación (MinEduc) oferta un plan de formación para las personas con escolaridad inconclusa. El programa Bachillerato Intensivo (BI) es una iniciativa dirigida a jóvenes de entre 20 y 29 años y que no culminaron la secundaria.

A través de Facebook, Aguas se contactó con su amiga y la motivó a inscribirse.

“El año pasado, mi hermana menor ingresó a la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central (Quito). Juntas estudiamos para que ella rinda el Examen Nacional  de Educación Superior (ENES). Ahí decidí que quiero ser bachiller, y si Dios lo permite entrar a la U.”.

En agosto de 2016, Aguas, Castro y otros 111  inscritos en el BI de Pichincha volvieron a los “ajetreos escolares: desarrollar tareas, ensayos, consultas, proyectos y estudiar para rendir pruebas y exámenes. A diferencia de cuando eran adolescentes, muchos combinaron sus labores académicas con las actividades del hogar y las exigencias de sus trabajos.

Pero cursar el BI no es sencillo, según Iván Calapiña, de 29 años. Durante cinco meses acudió al Colegio Primicias de la Cultura de Quito. Su jornada estudiantil, de lunes a viernes, se iniciaba a las 14:00 y finalizaba a las 21:30. Los sábados también estudiaba. Lo hacía desde las 07:15 hasta las 15:00.

Ellos abordaron todas las materias del pénsum regular. Precisamente debido a la exigencia de su programa de estudios, Óscar Ruiz y  otros alumnos renunciaron a sus trabajos. En el caso de Ruiz, su esposa, Gladys Oña, se encargó de cubrir los principales gastos del hogar, mientras él estudiaba.

Después de los tres primeros meses de clases, Aguas y Castro tuvieron complicaciones en sus trabajos debido al horario. Ambas decidieron renunciar, pero junto a otro compañero de aula, Iván Orosco, iniciaron un microemprendimiento. Ellos juntaron las habilidades de diseño y dibujo de Orosco, la facilidad en contabilidad de Aguas y la experiencia en atención al cliente de Castro.

Actualmente, se dedican al negocio de decoración de interiores, diseñan, confeccionan, venden y colocan vinilos decorativos.

“Hemos adquirido algunas máquinas y tenemos clientes fijos”, contó Castro, mientras ayuda a su amiga Lorena a colocarse una capa azul sobre el vestido formal que escogió para su graduación.

La oferta

El pasado miércoles, a las 15:00, las jóvenes ingresaron al auditorio del Colegio Particular Sagrados Corazones (de Rumipamba), en el norte de la urbe para participar en la incorporación de la tercera promoción de bachilleres de la modalidad intensiva.

En 2015, el MinEduc lanzó la oferta educativa BI. Freddy Peñafiel, ministro de Educación, informó que desde ese año hasta la actualidad, 3.780 personas se han beneficiado de este plan escolar.

El titular del MinEduc comentó que los estudiantes del BI rindieron el mismo examen Ser Bachiller que los alumnos de los colegios regulares. Aunque se desconoce el porcentaje que logró un cupo en la universidad, Peñafiel sostuvo que los chicos del BI demostraron que con empeño, trabajo, esfuerzo y dedicación se puede lograr extraordinarios resultados.

“En Ecuador, hace 10 años, la educación pública tenía costo. Las familias debían pagar $ 40 por derechos de grado y de exámenes. El desembolso de ese rubro fue la principal causa de abandono”.

El funcionario entregó un reconocimiento a David Ramos, el mejor egresado de su promoción. El joven agradeció a su familia por el apoyo y la confianza que le brindaron para culminar la secundaria. Agregó que muchas veces fueron discriminados de ciertos trabajos por no ser bachilleres. “Esa historia cambió. Ahora, con nuestro título, accederemos a nuevas y mejores oportunidades”.

Mientras su compañero hablaba, Castro y Aguas esperaban con ansias el momento de subir a la tarima del auditorio, y recibir de las manos de las principales autoridades de la cartera de Estado su título.

El momento llegó, ellas y sus compañeros se incorporaron. A la voz de “vivan los graduados” lanzaron al aire la muceta azul con el listón rojo que lucieron sobre sus cabezas. (I)

 

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