A simple vista es casi imposible distinguir entre el alcohol metílico y el etílico, aunque el aroma del primero es más fuerte. Diferenciarlo se complica más cuando los consumidores están ebrios: “La diferencia, en ese caso, no es perceptible”, concuerdan los especialistas consultados. En la reunión familiar que provocó el fallecimiento de Marisol M., tras la ingesta del alcohol sin registro sanitario, nadie se percató del origen de la bebida.  “Ella simplemente tomó lo que le dieron. Cuando el malestar aumentó, y se repitió en los otros miembros de la familia, pensamos que podría ser el trago adquirido”, comentó su hermana Silvia M. Darío Cárdenas, quien estuvo en la reunión, sintió una sensación de mayor ardor en el estómago y prefirió no beber. Eso le permitió salir ileso tras los análisis practicados. La química farmacéutica Yolanda Zapata aclaró que el alcohol etílico está diseñado para el consumo humano, pero el metílico sirve para la industria, porque es un solvente orgánico, a que se utiliza en pinturas, combustible de estufas y resinas, colas y barnices (carpintería). “Por ser un tóxico, por más leve que sea la cantidad consumida, tendrá un grado de afectación al organismo humano”. Una parte es eliminada por los pulmones y los riñones, pero el resto se disemina en el cuerpo y se concentra en los tejidos ricos en agua, como los ojos, donde ataca específicamente el nervio óptico. La sensación que produce el metanol en el organismo es mayor acidez a la habitual y no desaparece totalmente luego de 24 horas. “Al contrario, los problemas se agudizan, hay pérdida de la visión y cefalea”, reitera la especialista. Según el emergenciólogo Carlos Polanco, la cantidad de alcohol adulterado que se ingiere incide directamente en la proporción de los daños que se ocasionen. “A más cantidad se eleva el impacto y en los casos más severos se pierde la vida”. El metanol se degrada en el organismo y produce ácido fórmico, que como todo componente de este tipo destruye lo que encuentra a su paso. Perjudica sobre todo la visión, el cerebro y los órganos encargados de la eliminación de tóxicos del cuerpo. “El problema también radica en que la eliminación del metanol es lenta y eso lo hace tóxico. Incluso una cantidad baja causa la disminución o pérdida total de la visión”, aclara Polanco. De acuerdo con estudios internacionales, una dosis de entre 10,3 y 200 mililitros de metanol provoca la muerte por insuficiencia cardiorrespiratoria. Cuando una persona logra sobrevivir a la intoxicación puede presentar afectaciones graves, como ceguera irreversible y depresión del sistema nervioso central, acompañadas de acidosis metabólica (daños en el hígado y riñones, que ocasionan insuficiencia renal crónica). Síntomas previos Antes de que el metanol se metabolice, hay depresión del sistema nervioso central y síntomas de embriaguez similares al producido por ingesta de etanol. Cuando se trata de intoxicación se producen alteraciones de la conciencia, coma, hiperventilación (respiración excesiva), reducción de la presión arterial y taquicardia. En las intoxicaciones graves aparecen convulsiones, insuficiencia respiratoria aguda y, en ocasiones, pancreatitis aguda. De igual manera, en caso de supervivencia a una intoxicación aguda de alcohol metílico, las secuelas (temblores y pérdida de agudeza visual) y los problemas con el páncreas persisten. No hay ningún tratamiento particular y se desconoce si habrá un antídoto. El tratamiento clínico recomendado, aseguran los especialistas, es la administración por vía intravenosa del alcohol etílico absoluto (concentración del 96%), porque el etanol tiene afinidad mayor que el metanol con el organismo, ya que posee una enzima llamada alcohol deshidrogenasa. Esta enzima sirve para eliminar los residuos tóxicos del organismo. El metanol es lentamente oxidado por esta enzima a una tasa de 25 mg/kg/hr, más pausado que la tasa del alcohol etílico, que es de 175 mg/kg/hr. Antecedente en Los Ríos En 2011 la ingesta de esta clase de alcohol provocó el fallecimiento de 48 personas y la ceguera irreversible de 11 más en el país. En ese año, el Ministerio de Salud Pública (MSP) confirmó la intoxicación de 243 ecuatorianos por consumo del alcohol de uso industrial (metanol). Esto representó una tasa de letalidad de 19,75%. La provincia más afectada es la de Los Ríos, ya que registró en ese lapso 20 muertos y 116 enfermos. (I) El producto adulterado deja 17 fallecidos La Coordinación Zonal 9 de Quito confirmó que se registraron 17 fallecidos por ingesta de alcohol adulterado en la ciudad. Según la directora de vigilancia epidemiológica de la Zona 9, Graciela Mediavilla, los   hospitales de la capital atendieron a 63 pacientes y 26 de ellos dieron negativo. Mientras que 29 fueron positivos. “Varios de los que recibieron el positivo ya fueron dados de alta porque su condición mejoró. Existe un control médico permanente para los pacientes por esta condición, ya que cada organismo es diferente”, expresó Mediavilla, quien insistió en que toda persona que haya ingerido alcohol de dudosa procedencia acuda a los espacios de salud de la Red Integral. “Mientras más rápido vayan, las probabilidades de mejorar serán mayores”.  El Ministerio del Interior y  la Policía Nacional continúan con los controles para erradicar la comercialización de licor sin registro sanitario. Hasta el momento fueron clausurados 24 locales e  incautados alrededor de 4.720 litros de alcohol adulterado. (I)