El cantón Saquisilí, en la provincia de Cotopaxi, tiene centenares de bellezas naturales, algunas de ellas sagradas debido a la connotación histórica  que le dan sus habitantes. La más importante: el cerro de Wingopana.

“Cuando llegué sentí una atmósfera energética y el viento gélido que golpeó mis mejillas. Esto me renovó no solo el cuerpo, sino el espíritu”. Esas fueron las palabras con las que Nancy Herrera, turista latacungueña describió la experiencia de ascender a esta gigante montaña rocosa ubicada a 4.050 metros sobre el nivel del mar.

Wingopana está en la comunidad de Yanahurco Grande, de la parroquia Canchagua. Pese a que no se conoce con certeza el origen de la palabra, los nativos del lugar aseguran que significa “cara de inca”. Sin embargo, la gigante rocosidad tiene la forma de una altiva iguana.

A la montaña se la llama también el “Cerro del amor”, esto porque de acuerdo con algunas parejas que subieron a jurarse lealtad, se sienten vibraciones de alta frecuencia

Durante las caminatas por los míticos senderos es posible apreciar otras formaciones rocosas que se parecen a los rostros de animales como monos o tortugas.

“Cada septiembre los Yachas de Zumbahua (Pujilí) y Saquisilí realizan rituales ancestrales aprovechando la energía natural del lugar”, manifestó Gladys Oña, promotora de turismo de la parroquia Canchagua.

La mayoría de personas que asisten a estas limpias con hierbas son extranjeros que disfrutan las experiencias y costumbres de las que pueden ser partícipes en los pueblos andinos.

La funcionaria dio a conocer que para fomentar el arribo de los foráneos a esta zona, los comuneros a través de una minga construyeron un sendero de unos 800 metros desde la carretera hasta el pico del cerro sagrado. Este último constituye un mirador natural.

El camino es empinado y para llegar a la cumbre es preciso pasar por debajo de unas inmensas piedras que forman unas diminutas cuevas. “Es ideal para los aventureros”, precisa Oña.

Actualmente la Jefatura del GAD Municipal de Saquisilí promociona una ruta turística por internet y con la organización de recorridos en los que además del impulso a las siete plazas, se incluyen visitas a las cascadas de Candela Fazo y la laguna de Tiluncocha.

Raquel Vargas, principal de esa Jefatura comenta que en Wingopana, además de realizar trekking (únicamente caminatas), se puede acampar y realizar avistamiento de la flora y fauna única del lugar.

Del mismo modo, en  días despejados es factible admirar las montañas contiguas debido a que este espacio es un mirador natural.  

Entre los principales proyectos que prevén ejecutar los colonos está la instalación de señalética en 63 puntos diferentes del cantón. Ello para guiar a los turistas hasta estas zonas poco conocidas. Para el efecto será necesaria una partida presupuestaria de al menos $20.000 que ya se está gestionando ante las autoridades.

Además de llevar a cabo socializaciones y capacitaciones para que los nativos del lugar aprendan cómo impulsar el turismo comunitario en la zona, de modo que constituya para ellos una fuente de sustento y empleo.

“Vi un hermoso lobito café con colita negra. Fue una inolvidable experiencia; recomendada la visita”, asegura emocionada, Carolina Aimacaña, una joven que llegó al lugar por primera vez.

Wingopana está a 36 kilómetros del centro de la parroquia Canchagua – Saquisilí. No existe transporte urbano que lleve a los interesados hasta esta área. Quienes desean movilizarse deben contratar una camioneta. El valor del flete es de $30.

Para comodidad de los visitantes es preferible llevar ropa abrigada, zapatos cómodos para escalar, abundante agua y frutas como principal alimento. (I)

 Numerosas parejas suben el imponente cerro, a 4.050 msnm, para jurarse amor. Foto: Silvia Osorio / SD