Perfil
Un juez escritor y 'padre' de 14 mascotas dirige el CJ en Guayas
La oficina luce impecable. En una estantería de madera entre archiveras, diplomas y condecoraciones, Julio Alejandro Aguayo Urgilés exhibe las 11 obras que ha escrito, todas registradas en el Instituto Ecuatoriano de la Propiedad Intelectual (IEPI).
El abogado, de 45 años, es el actual Director Provincial del Consejo de la Judicatura en Guayas y Director Nacional de Gestión Procesal, ambas funciones como un encargo, pues su nombramiento titular es de juez provincial.
Los más recientes tomos que publicó tratan acerca de la violencia de género y el femicidio, una problemática que en lo que va de los primeros 5 meses de 2017 dejó 50 mujeres muertas en Ecuador e innumerables víctimas indirectas. Los demás tratan acerca de los Delitos contra la Vida (pimer libro), Derecho Penal y Justicia Indígena; Niños, Niñas y Adolescentes en conflicto con la ley penal; Derecho Notarial, Oralidad en el Código Orgánico Integral Penal (COIP) y en el Código General de Procesos (Cogep). Adicionalmente un diccionario de derecho procesal.
“Usa un lenguaje sencillo. Sus libros son un material de consulta no solo para abogados o estudiantes de leyes, sino también para las víctimas, para que puedan entender lo que están viviendo. Tienen una muy buena acogida”, explica Guillermo Vásquez, gerente de la Biblioteca Jurídica.
Destaca que Julio Aguayo parece no poder quedarse estático y siempre busca superarse. En 1989 se graduó en Filosófico Sociales en la Academia Naval Almirante Illingworth (ANAI), e inmediatamente ingresó a la Universidad Católica Santiago de Guayaquil para estudiar Jurisprudencia, carrera que terminó en 1995.
Durante aproximadamente una década practicó el libre ejercicio. Su carrera en la función pública inició en 2006 como fiscal de lo penal en la Unidad de Delitos Contra la Vida, ahí básicamente investigaba las muertes violentas, tentativas de asesinatos y lesiones. Luego de pocos meses fue delegado a la Unidad de Flagrancia adjunta a la Policía Judicial del Guayas.
Su tratamiento con los sospechosos era diferente
Pedro Ortega, actual presidente de la Corte Provincial de Justicia, fue coordinador de aquel área en esa época. “Recién se inauguraba el nuevo sistema de audiencia de delitos flagrantes. Él tiene una sólida formación en derechos humanos y eso le permitió como fiscal dar un tratamiento distinto. Estamos hablando de hace unos de 10 años, antes de que hubiera una nueva Constitución”.
El funcionario recordó que en ese entonces cuando la Policía aprehendía a alguna persona y se hacía una valoración de las circunstancias de la detención, él siempre le preguntaba al capturado ¿Se le respetaron sus derechos? “Pero no lo hacía a manera de interrogatorio, sino de una forma amigable para que la persona pudiera entender que no había perdido sus derechos”.
Además rememoró que él fue quien empezó con la idea de contar con estadísticas, de tomar en cuenta los números sobre la base de la información que recibían en denuncias y partes de detención. La idea era direccionar las acciones hacia donde estaban los focos de riesgo.
En su mano izquierda luce más de 10 pulseras, una de Barcelona y las demás son denarios que le regaló su esposa, los que no se quita ni para dormir. Foto: Karly Torres / EL TELÉGRAFO
El apego irrestricto a la ley lo caracteriza
William Aguilar lo conoció en 2009, en las oficinas de Flagrancia recibían a quienes eran detenidos en el preciso momento de cometer un delito o después de un tiempo máximo de 24 horas. Las instalaciones ya no existen, pues fueron reemplazadas por un moderno laboratorio de Criminalística y Ciencias Forenses.
“Pasamos bastante tiempo ahí. Muchas veces no pudimos volver a casa porque nos teníamos que amanecer. Entrábamos a las 08:00, pero no podíamos salir y nos cogía de nuevo nuestro turno. Para nosotros era satisfacción, pero para nuestras esposas no tanto”, cuenta entre risas Aguilar, quien ahora dirige la Fiscalía de Flagrancia, ubicada en la Unidad de Vigilancia Comunitaria (UVC), en las calles 29 y la J, en el suburbio de Guayaquil.
Al escuchar el nombre de Julio Aguayo en su mente aterrizan las siguientes expresiones: persona íntegra, buen compañero, trabajador, luchador, siempre defensor de las causas justas, estrictamente apegado a la ley e insobornable, ni siquiera con los amigos.
“Para nosotros es un gusto haberlo tenido como compañero y amigo. Personalmente mantenemos una gran amistad, tenemos contacto permanente, sobre todo por el trabajo. A él, entre sus otras responsabilidades, le compete el control de la Fiscalía y también lo hace a través de esas conversaciones”.
Lo recuerda como un amante de la lectura, lo que sumado a los conocimientos adquiridos con los años, lo llevó a escribir obras que “nos sirven a todos los profesionales en el Derecho y a quienes no lo son también. Por ejemplo, los textos que tratan sobre violencia de género son útiles para las propias mujeres y para personal especializado en psicología o trabajadores sociales”.
Aguilar entra al campo personal de Aguayo, ama a los animales y está casado desde hace unos 15 años con una mujer que comparte esa afinidad. Algo que lo mantiene muy cerca de su amada es la decena de pulseras que tiene en su mano izquierda.
Ella cuando va a la Iglesia suele comprarle denarios de diversos materiales, modelos y colores y él no duda en lucirlos, ni siquiera se los quita para tomar el baño o para descansar por las noches.
La pareja no concibió hijos, pero es como que si los tuviera, pues en la casa donde habitan hay 14 animales: 7 perros y 7 gatos.
Las mascotas tienen unos nombres muy particulares. “Son su adoración, los quiere como si fueran sus hijos. Esa es su manera de ser, no solo lo vemos administrando justicia, sino que dentro del hogar también llena todas las expectativas”.
Sus 14 ‘hijos’ son su adoración
El primogénito, un french poodle, de color blanco, falleció el 10 de diciembre pasado. Se llamaba Jean-Luc y llegó a su vida el 4 de julio de 2003. La fotografía del can es la imagen de presentación en su Whatsapp, para él es como un homenaje.
Jean-Luc se ‘unió’ con Pelussa Anna (también fallecida) con quien tuvo 3 hijos: Vladeck Xander, Suias Frasley y Danna Lou-Belle. Los otros se llaman Lía Saudade, Dimiri Valentín, Jean-Paul y Tobías Alexander. Este último fue rescatado de la calle al igual que todos los mininos ‘bautizados’ como: Simba, Rex, Logan, Ángel Natanael, Otto Uriel, Patty Chula y Sebastian Bastet. Por sus 14 vástagos, Aguayo debe levantarse a las 05:00 para sacarlos a pasear.
En 2012, Julio Aguayo participó en otro concurso de méritos y oposición y fue asignado al Juzgado Cuarto de Garantías Penales durante poco más de un año y luego fue juez provincial de la Segunda Sala de lo Penal.
De allí, por elección de sus compañeros, llegó a la presidencia de la Corte Provincial de Justicia donde estuvo hasta enero de 2016 y su siguiente función la desempeñó en la sala laboral. Posteriormente fue inmerso en la parte administrativa del Consejo de la Judicatura como Director Nacional de Gestión Procesal, cargo que ejerce desde el 1 de marzo de 2016. Siete días después le encargaron la Dirección Nacional de Innovación, pero solo pudo dedicarle tiempo hasta el 4 julio, porque también le encomendaron la Dirección Provincia del CJ de Guayas y no es posible tener 3 cargos simultáneamente.
Junto al ventanal de la oficina, desde donde se observa el centro de Guayaquil, Aguayo tiene una camiseta del equipo que sigue desde niño: Barcelona Sporting Club. Foto: Karly Torres / EL TELÉGRAFO
Sus otras pasiones
En aquel librero de la oficina donde cumple con esas funciones, le asignó un espacio exclusivo a su colección de muñecos y afiches de la saga de La Guerra de las Galaxias (Star Wars), cuya primera cinta fue proyectada en 1977, desde ahí otras 9 películas fueron producidas y él no se ha perdido ninguna.
Los cargos y su seria apariencia suelen convertirse en una muralla para quienes no lo conocen, pero precisamente son sus juguetes que ‘rompen’ ese obstáculo y abren camino a un diálogo menos tenso.
En su oficina, junto a un ventanal desde el cual se observa el siempre apresurado centro de Guayaquil tiene una camiseta amarilla, la del equipo que alienta desde niño: Barcelona Sporting Club. La indumentaria también crea un vínculo con quienes entran a su despacho ubicado en un noveno piso, sea por afinidad o disparidad.
La abogacía lo conquistó por ser un camino para ayudar a la ciudadanía, aunque sintió que también podía ayudar a través de la medicina.
Pero no se quedó en su carrera de tercer nivel. Estudió un postgrado en Derechos Humanos y una maestría en Ciencias Internacionales y Diplomacia en el Instituto Parra Velasco de la Universidad de Guayaquil. Además de una especialidad en Derecho Penal y Justicia Indígena dictado en la Universidad Autónoma de los Andes.
Tatiana Ortiz, directora técnica del Centro Ecuatoriano para la Promoción y Acción de la Mujer (Cepam), fue su maestra durante el postgrado de Derechos Humanos. Ella motivó el interés de Aguayo en los temas de derechos de las mujeres.
“Ya han pasado algunos años -se ríe- recuerdo que cuando tuve la oportunidad de ser docente y él se interesó en los derechos sexuales y reproductivos, un tema que en el ámbito de la jurisprudencia no es tan difundido, mantuvo un nivel de discusión abierto frente a sus colegas y eso dice mucho de su curiosidad y entusiasmo, pese a que el tema es polémico”.
La especialista destacó que pese al paso de los años, Aguayo conserva la sensibilidad por este problema social. “Hemos tenido la oportunidad de vernos, conversar y unir esfuerzos para buscar las estrategias de lucha contra esta problemática que suele considerarse superada, cuando no lo es, y al hacerlo se naturaliza”.
Julio César Cueva, abogado penalista, asegura no ser amigo personal de Aguayo, pero las pocas veces que tuvo contacto con él fueron suficientes para darse cuenta de su gentileza.
Rememora que en la época cuando fue fiscal en la Unidad de Delitos Flagrantes no les permitían a los abogados revisar el expediente, sino hasta unos 5 minutos antes de la audiencia.
“Sin embargo él me dio acceso al expediente que yo necesitaba estudiar antes de la diligencia. Me dio tiempo a prepararme para hacer una buena defensa y eso, en ese entonces, no pasaba”.
Jackson Lima fue fiscal cuando Aguayo laboraba en Flagrancia y ahora trabaja en libre ejercicio, lo describe con más gracia como una computadora por todo lo que sabe y definitivamente le asombra que pese a su ajetreada vida le dé su tiempo, amor y cuidados a sus perros y gatos. (I)
DATOS
En 1989 se graduó como bachiller en Ciencias Sociales en la ANAI.
Concluyó la carrera de Jurisprudencia en la Universidad Católica Santiago de Guayaquil (UCSG).
Estudió un postgrado en Derechos Humanos y una maestría en Ciencias Internacionales y Diplomacia. Además cursó una especialidad en Derecho Penal y Justicia Indígena.
Postuló para Fiscal General. En el reciente concurso de méritos y oposición para designar al nuevo Fiscal General del Estado, quedó como el aspirante tercer mejor puntuado. (I)
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"Apuñalada por su pareja dijo que se había caído sobre vidrios"
Julio Aguayo comenta que la decisión de escribir acerca del femicidio radicó en que desde la vigencia del Código Orgánico Integral Penal, en agosto de 2014, recién se consideró esa figura como un delito. “Era importante analizar los elementos específicos y generar el debate. La ley es perfectible por lo que se analizan cambios o precisiones que salieron a la luz con la práctica”.
El funcionario estima que la tipificación ayuda a visibilizar la realidad y combatirla. “Esta infracción tiene una lógica distinta a las otras. Si me roban en la calle no voy a regresar a convivir con el delincuente, pero el núcleo de la violencia se encuentra en el domicilio, la víctima tiene que regresar a casa y encontrarse con el agresor. Por eso, son importantísimas las medidas de protección. Una boleta de auxilio, que alguien podría decir que es solo un papel o que es insuficiente, tiene un mensaje muy fuerte para el agresor y a veces sirve para detener los atropellos. Obviamente a muchos no interesa”.
Añadió que en las relaciones asimétricas de poder, la víctima suele desistir de los cargos porque se siente coaccionada, amenazada o culpable de su propio daño. En su época de fiscal vivió 2 casos prácticamente simultáneos. En el primero una ciudadana recibió un disparo en la cabeza por parte de su pareja y el causante fue detenido en el momento con el arma de fuego. La víctima exigió la libertad de su pareja y dijo que no fue su marido, sino un tercero que jamás había sido mencionado.
El otro caso fue el de una fémina apuñalada varias veces cuyo agresor huyó. A las pocas semanas compareció y dijo que se había tropezado y golpeado con un vidrio. “La violencia no es algo propio de algún grupo especial, pues la primera es una señora de clase baja y la otra era una profesional de clase media alta”. Las mujeres tienen que empoderarse de que no son menos que nadie y deben conocer sus derechos y cómo reclamarlos.
Aguayo anunció que tiene en el tintero una obra que versa sobre derecho penal de los adolescentes en conflicto con la ley, avanzada en un 70%. Además está trabajando en otros materiales: uno sobre la Historia de la legislación antidrogas en el país y un manual acerca de los Derechos Humanos. (I)