Sociedad
Tres ‘parches’ de basura
Un millón de kilómetros cuadrados de basura, lo que equivale al territorio de Colombia, se mueve en las aguas del océano Pacífico Sur. Los desechos, en su mayoría plásticos, están mezclados con la comida de las especies marinas. No se ven ni flotan, sino que están semisumergidos como resultado de la lenta descomposición por la que pasan. Solo una botella de plástico tarda 450 años en volverse partícula y un hilo de pescar 600 años.
Se trata de un nuevo parche de basura descubierto en el hemisferio sur del océano Pacífico, en una expedición emprendida por el oceanógrafo Charles Moore, fundador de Algalita Research Foundation, una organización sin ánimo de lucro dedicada a abordar el problema de la contaminación marina por plástico.
La acumulación de desechos o también bautizada ‘isla de plástico’ se encuentra frente a la costas de Chile, entre la Isla de Pascua (a más de 3.000 km de la costa chilena) y el archipiélago Juan Fernández.
En 1997, Moore descubrió el segundo gran parche de basura en el océano Pacífico Norte, cuya extensión supera el millón de millas cuadradas. El primero fue detectado en el Atlántico Norte.
Impacto en Ecuador
El capitán del departamento de Oceanografía del Inocar, Edwin Pinto, aseguró que la ‘sopa de plásticos’ está a 1.000 millas de Ecuador, pero eso no significa que no sea un problema. “Desafortunadamente el océano es nuestro gran botadero de basura y recibe toda esa cantidad de desechos que producimos en la Tierra”.
Para él, varias son las afectaciones directas e indirectas que la contaminación genera.
La primera está relacionada con la cadena atrófica o alimenticia por el consumo que las especies marinas hacen del microplástico al confundirlo con su comida y que luego terminamos consumiendo. La segunda se da con la intoxicación de peces, focas, tortugas y aves migratorias que llenan sus estómagos de estos materiales que después no pueden digerir. Y finalmente, se produce un desequilibrio en el ecosistema marino causado por la desaparición de las especies. “Al dejar de existir una especie de cierto organismo los otros tienen que emigrar. Esto afecta severamente al ecosistema porque se rompe el equilibrio que existe dentro. Por eso empezamos a tener comportamientos de migración de otras especies que antes no existían”.
Pinto asegura que las personas creen que al estar lejos el parche de basura del Pacífico Sur y no frente a la costas de Ecuador, el pescado que consumen no les hará daño.
Esta teoría -indica- es errónea, ya que el plástico que es generado desde tierra y que es el aporte de toda la basura que producimos, está concentrado y distribuido en todo el océano. “El mar, en sus aguas, contiene partículas de plásticos y nuestra flota pesquera ecuatoriana no solo pesca en el territorio marítimo sino en alta mar. El atún que consumimos se lo consigue en aguas internacionales. Navega a grandes distancias y en sectores con altas concentraciones de plástico”.
Según Gustavo Domínguez, docente de la Facultad de Ciencia de la Vida, de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol), el impacto se verá a largo plazo. “A pesar de que está a más de 4.000 kilómetros de distancia, si empieza a crecer esta basura, como ya ha ocurrido con la del Pacífico Norte, empezaremos a tener problemas en las islas Galápagos”.
Él recordó que las costas del océano Pacífico Norte, en las islas hawaianas, presentan efectos por la contaminación.
“Los organismos, sobre todo los de producción primaria, han empezado a interactuar con las partículas de plásticos. Esos peces son ingeridos por otros más grandes. También se han hallado grandes poblaciones de albatros que consumieron microplástico”.
Para el biólogo Jaime Salas, docente de la Universidad de Guayaquil, hay un efecto mariposa, pues lo que ocurre en otros países del mundo afectará directa o indirectamente. “Los grandes generadores de plásticos son naciones desarrolladas que no manejan bien los desechos sólidos. Esto a largo plazo traerá efectos nocivos para la salud”.
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El aumento de la basura
Para Pinto, el crecimiento dependerá de la generación de basura en la cantidad que una persona consume y desecha plásticos. Él advierte que cualquier tipo de desperdicio que se vaya por el sistema de alcantarillado puede triturarse, pulverizarse y parar en el mar.
Para el 2050 los océanos, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, tendrán más plásticos que peces y el 99% de las aves marinas lo habrá ingerido en su sistema digestivo. En la actualidad, calculan que el 60% de todas las especies tienen rastros del material en su estómago.
Luciano Ponce, director provincial del Ministerio de Ambiente de Santa Elena, aseguró que en las costas de Ecuador se ha empezado a evidenciar el impacto de este desecho.
Hace un mes fueron encontradas 2 pardelas (aves migratorias) varadas muertas en las playas de Santa Elena. A la especie se le realizó un análisis del contenido estomacal y se halló plástico.
Ponce, quien es además biólogo y guardaparques, recordó que hace 4 años hallaron en el interior de tortugas marinas restos de ese mismo material.
Un estudio sobre la producción y uso de este material estima que hasta la fecha se han producido 8.300 millones de toneladas métricas de plásticos.
A partir de 2015, aproximadamente 6.300 t de estos residuos plásticos. El 9% ha sido reciclado, el 12% incinerado y el 79% se lo ha acumulado en vertederos o en el entorno natural. Según la investigación, si continúa la tendencia en la producción y gestión de desechos, aproximadamente 12.000 t de los residuos plásticos estarán en vertederos o en el medioambiente natural dentro de 33 años.
Según el biólogo Jaime Salas, docente de la Universidad Guayaquil, el microplástico que llega a los océanos se genera de 2 formas. Él citó un estudio noruego en el que se explica que hay 2 tipos: primarios y secundarios.
Los microplásticos primarios son plásticos liberados directamente en el medioambiente en forma de partículas. A estos se los encuentra en artículos de tocador y cosméticos (por ejemplo geles de ducha, exfoliantes).
También pueden originarse a partir de la abrasión de plástico grande durante la fabricación, el uso o el mantenimiento, como la erosión de los neumáticos o por la abrasión de textiles sintéticos durante el lavado.
En cambio, los microplásticos secundarios se originan por la degradación de los desechos más grandes que terminan en fragmentos de milímetros. Allí se produce una fotodegradación y otros procesos de erosión de los residuos mal gestionados, como las bolsas de plástico o de pérdidas no intencionales tales como redes de pesca.
Cuando este material entra en contacto con el agua de mar y se calienta con el sol, se convierte en una esponja para residuos tóxicos como el DDT, magnificando hasta un millón de veces sus efectos tóxicos.
Una vez en los océanos, los microplásticos pueden flotar o hundirse. Los microplásticos más livianos que el agua como el polipropileno se dispersarán ampliamente a través de los océanos y acumulan en los giros resultantes de las corrientes marinas.
Descontaminar tarea peligrosa
La Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos (National Oceanic and Atmospheric Administration, NOAA) calculó en 2012 que tomaría 67 barcos y un año limpiar 1% del Pacífico norte, y costaría entre 122 y 489 millones de dólares.
Ponce aseguró que la tareas de limpieza demandarían muchos recursos que ningún país podría costear, pero sobre todo pondrían en peligro la vida de millones de microorganismos que se encuentran en las profundidades.
“El plástico es un material duradero, con una longevidad potencial de siglos. No se biodegrada, sino que se fotodegrada con la luz solar, desintegrándose en trozos cada vez más pequeños, que atraen a las toxinas y metales pesados a medida que viajan sobre las mareas y que están mezclados con los organismos marinos”.
Por su parte, el oceanógrafo Pinto aseguró que no se podría limpiar el océano sin remover la parte biológica.
En este hay una mezcla de microorganismo planctónicos, fitoplancto, zooplancto, huevos de peces, del tamaño del microplástico que es complicado de diferenciarlos. “Si pescamos todo el plástico también extraeríamos todo los organismos microscópicos que existen en el océano y que lo necesitamos para la vida”.
Para Pinto hay que minimizar el incremento de este residuo. “Hasta este momento no hemos hecho nada. Si comenzamos a tener conciencia: no botar la basura en las calles y a reutilizar los plásticos esto mejoraría”.
Asimismo, el experto Domínguez señala que la limpieza ocasionaría interrumpir ciclos de vida de muchas especies. “La extensión del mar es muy grande y no es práctico, como sí lo es cuidar la fuente a través de las mingas en las playas, ser cuidadoso con el manejo de los plásticos”.
Él reconoce los esfuerzos que en el país se han dado a través de iniciativas de limpieza.
Las focas mueren asfixiadas por redes de pescar. Las tortugas quedan atrapadas con separadores de bebidas, eso deforma su caparazón. Los tiburones en su cola se enredan mallas y otros plásticos. Fotos: Internet
Esfuerzos para liberar residuos
María Verónica Córdova, directora de Normativa y Proyectos Marinos y Costeros de la Subsecretaría de Gestión de Marina y Costera, aseguró que el país está menos contaminado que otras naciones.
“En los últimos 5 años el tema de Educación Ambiental ha tomado fuerza con diferentes programas”.
Ella explica que desde 2012 iniciaron la titánica tarea de restaurar el ecosistema marino a través de la limpieza en el fondo marino. Ese año, con ayuda de voluntarios y el equipo del Ministerio de Ambiente, recolectaron 537 kilogramos de basura marina (redes, anzuelos, y plásticos).
La actividad se realiza 5 veces al año y en lo que va de 2017 han recogido 128 kilogramos.
Córdova también recordó otro de los esfuerzos del MAE, las mingas en playas, lagunas y ríos. En 2015 lograron recuperar 97.804 kilogramos de desechos. Asimismo, en el Golfo de Guayaquil se recolectaron 3.000 kilogramos de plásticos.
Para septiembre, Ecuador realizará nuevas limpiezas en los fondos marinos y en los balnearios.
Durante ese mes también el Buque de Investigaciones Orión zarpará para monitorear durante un mes las concentraciones de plástico en el territorio marítimo.
Según Pinto, es la primera investigación en la historia enfocada en estos desechos. Las técnicas que emplearán consistirán en la realización de arrastre con red que tiene una malla microscópica y que a la velocidad del buque pescará la cantidad de plásticos a una profundidad adecuada.
La segunda será recolectar agua, entre 10 y 20 litros de agua para filtrarlas y determinar la cantidad del microplástico. (I)
El capitán Charles Moore, quien lideró la expedición, tomó una muestra de los microplásticos que flotan en el océano. La investigación tardó 6 meses. Foto: Algalita
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Invento liberará la basura plástica del océano en los próximos 10 años
El ingeniero holandés Boyan Slat diseñó un sistema de limpieza oceánica para liberar sus aguas de millones de toneladas de basura en los próximos 10 años.
El invento consiste en recoger los desperdicios a través de unas largas y sólidas barreras flotantes amarradas al fondo del océano. Al pasar por ellas una plataforma alimentada por energía solar reunirá la basura y la triturará en pedazos antes de ser llevada a tierra en contenedores.
Según Slat, el sistema no representará una amenaza para la vida marina. A cambio propone que los desechos recogidos pueden convertirse en petróleo y otros materiales duros.
El primer acercamiento de Slat con la problemática se dio, a los 16 años, cuando buceaba en Grecia y encontró más bolsas de plástico que peces. (I)