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Ecuador, 27 de Diciembre de 2024
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¿Por qué no hay nuevos próceres?

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Cada vez que los ecuatorianos hablamos de próceres, los relacionamos con uno de los períodos más importantes de la historia del país: la Independencia.
Antonio José de Sucre es considerado un prócer, al igual que Simón Bolívar, Juan Pío Montúfar, Manuela Cañizares, Juan de Salinas y otros, pero no ocurre lo mismo con personalidades como Gabriel García Moreno, Velasco Ibarra o Eloy Alfaro, por citar un ejemplo. ¿Por qué a ellos no se los considera próceres?

El historiador Carlos Landázuri, catedrático de la Universidad Andina Simón Bolívar, tiene una hipótesis: el mito de la fundación nacional se ha centrado en la gesta independentista. Además, los ecuatorianos están de acuerdo con que solo se puede llamar próceres a las figuras que lucharon por la liberación del poder colonial.

De modo que a estas personalidades, todos las reconocen como eminentes, destacadas, distinguidas, heroicas y los cobijan bajo la denominación de próceres. “Lo más probable es que haya personas que consideren que García Moreno debe ser considerado prócer, pero también  una gran parte de la población  no estará de acuerdo. Eso nos indica que no hay un consenso general para considerarlo de esta manera”.

Esto también ocurre con la civilización aborigen prehispánica, donde hay figuras inamovibles como Atahualpa, a quien tampoco se considera prócer al igual que Sebastián de Benalcázar.

Según Landázuri, estos personajes bien podrían llevar este calificativo, pero no hay un acuerdo sobre este aspecto. Cuando una persona aplica el término prócer a un personaje está emitiendo un juicio de valor, porque lo considera notable, importante, e incluso heroico.

“Lo que ocurre es que el juicio general de los ecuatorianos solo está de acuerdo en el tema de la Independencia y por eso se le asigna esa categoría a quienes protagonizaron este acontecimiento histórico, sin que exista una razón para que sea exclusiva de estas figuras”.

En la historia del país, los próceres también pueden ser considerados mártires, personas que murieron por defender sus ideales. De hecho, un mártir, desde el punto de vista religioso, tiene la connotación de extremo heroísmo, situación que lo coloca casi fuera del alcance de los seres humanos comunes y corrientes.

En el caso de la historia política ecuatoriana, —como precisa el catedrático— los patriotas del 10 de agosto pusieron en riesgo su vida al proponer una visión diferente. “Ellos no estaban conscientes de que al hacerlo iban a ofrendar su vida por la patria. No creían que de su sangre brotaría un nuevo patriotismo”.

En el plano político, los próceres fueron también mártires al protagonizar una acción heroica, porque se atrevieron a desafiar al poder constituido.

Al decir que el general Eloy Alfaro fue un mártir, ya se da un juicio de valor, porque se le otorga a su asesinato un sentido de martirio. Carlos Landázuri dice que siempre será un juicio personal o grupal; lo mismo se podría aplicar a García Moreno y, de hecho, así lo han llamado. Incluso —precisa— hay una biografía titulada Vengador y Mártir del derecho cristiano.

Para el historiador Juan Paz y Miño, la palabra prócer debe ser analizada siempre en función de la época y de un contexto.

En el caso de la Independencia, solo llevan esta denominación aquellas personalidades que prepararon y organizaron la Junta de Quito de 1809 y estuvieron involucradas en todo el proceso de Independencia.

Fueron estas personalidades las que movilizaron el pensamiento ilustrado que nació en el siglo XVIII, sobre todo en Francia, con Voltaire, Montesquieu y Rousseau, a quienes los próceres de la Independencia leían de forma clandestina.

De alguna manera, ellos acoplaron estos pensamientos a nuestra realidad, como los principios, valores e ideas de esta ideología ilustrada. Como lo describe Paz y Miño, en América se desarrolló el gran pensamiento de la Independencia, propio de una época. “Podríamos mencionar también a los próceres de la revolución liberal ecuatoriana, en la que destacaría, entre otras figuras, Juan Montalvo, considerado un verdadero prócer de la revolución liberal. El propio Eloy Alfaro es un ejecutor de esta revolución”.

Para este académico, en la actualidad, es más difícil llamar a una persona prócer.

Al mismo tiempo, considera inapropiado aplicar este término a personalidades que, a través de su gestión presidencial, por ejemplo, buscan transformaciones importantes para la vida nacional y latinoamericana. Los próceres, a diferencia de los políticos destacados, no fueron elegidos por votación popular; ellos prepararon un camino de transformación durante muchos años.

Juan Paz y Miño invita a pensar en la Revolución Cubana de 1959 y plantea una pregunta: ¿cuáles son los grandes próceres de esa Independencia?

Una de las figuras más destacadas es José Martí. Aunque su lucha directa se circunscribió a Cuba, concibió la libertad de los países de Latinoamérica como un todo. Si se menciona a la Revolución Cubana, cabría preguntarse sobre los próceres de las revoluciones sociales que también han tenido lugar en América Latina y Ecuador.
Por ejemplo, ¿cuáles son los próceres de la Revolución Juliana de 1925 en Ecuador? Paz y Miño considera que no se habla de ellos como próceres aunque se comprometieron en el proceso revolucionario.

Si de revoluciones se trata, también se destaca la liderada por Salvador Allende, pero tampoco se habla de próceres. “La palabra ha perdido su significación originaria y se ha dejado de hablar de ellos en un sentido clásico como personas eminentes equiparables a procesos como la Independencia”, sostiene el historiador.

Para él, Eugenio Espejo debería ser considerado un prócer ideológico de la Independencia.

Paz y Miño indica que muchas figuras vinculadas con el proceso independentista fueron llamadas próceres antes de su fallecimiento. Por eso, descarta la afirmación de que para ser llamado de esta manera, sea necesario estar muerto.

En realidad, los próceres de la Independencia mueren el 2 de agosto de 1810, un año más tarde de la Revolución de Quito, pero permanecieron con vida Juan Pío Montúfar y su hijo Carlos, porque la lucha independentista continuó.

Entre los ecuatorianos, al parecer, existe un consenso acerca de la palabra prócer: la consideran demasiado importante como para aplicarla a cualquier persona cuya conducta es admirable.

Para el historiador Eduardo Muñoz Borrero, en Ecuador podríamos tener nuevos próceres “en germen”, porque cada ciudadano y ciudadana debería considerarse como tal. “Cada uno debería apoyar las nobles causas de servicio, sobre todo al país. Sí que tenemos nuevos próceres, pero o no se los conoce o apagan ese fulgor de patriotismo por enfocarse en otros asuntos”.

El historiador considera que ya no existe esa suerte de mística que había en tiempos independentistas. “Todos tenían ese empeño de tener una nueva patria... libro de Jorge Salvador Lara que se titula Patria Heroica”.

Mártires populares

Como insisten los historiadores, entre los próceres de la Independencia también hay mártires, aquellos que fueron masacrados el 2 de agosto de 1810 en una escandalosa matanza.

Para Juan Paz y Miño el término mártir está malentendido. “Hay que distinguir bien los ámbitos para referirnos a mártires y héroes.  En términos históricos, estas figuras dieron inicio a la Independencia y a las revoluciones políticas más importantes del país”. En ese ámbito, las palabras mártir y héroe adquieren una dimensión distinta a la connotación otorgada por los sectores populares que buscan convertir en mártires y héroes a figuras del deporte, de la farándula, de la política. Paz y Miño insiste en que en el ámbito histórico, y de los valores patrios, son pocas las figuras que entrarán como próceres.

El grito de la Independencia

El 10 de agosto de 1809 es  la Fiesta Patria, porque se establece en Ecuador por primera vez una Junta Soberana de Gobierno, presidida por Juan Pío Montúfar, marqués de Selva Alegre, quien desconoció la autoridad real del presidente Manuel Urriés y fraguó un golpe de Estado. Aunque se podría afirmar que hubo otros gritos de la Independencia, los historiadores concuerdan en que el 10 de agosto de 1809 es la pionera.

Esta fecha es considerada como la de inicio de la Independencia y fue en Quito cuando los criollos se rebelaron contra el representante del poder colonial español, el conde Ruiz de Castilla.

Kléver Bravo, historiador, indica que los ecuatorianos recuerdan esta fecha porque se produce la destitución del presidente de la Real Audiencia de Quito. Bravo establece una diferenciación con el 24 de mayo de 1822, que representa la conquista definitiva de la Independencia.

Al respecto, Juan Paz y Miño dice que la Independencia no es solo un conjunto de hechos, sino, principalmente, un proceso que se inició el 10 de agosto de 1809 y finalizó el 24 de mayo de 1822. (I)

DATOS

El Primer Grito de la Independencia se inicia el 9 de agosto de 1809. Ese día, en la casa de Manuela Cañizares, se definió una estrategia para liberarse del yugo español.

Durante la madrugada del 10 de agosto se organizó la Junta Soberana de Gobierno. Juan Pío Montúfar, marqués de Selva Alegre, fue el presidente de este núcleo que buscó derrocar del poder a Manuel Urriés, conde Ruiz de Castilla.

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