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El Telégrafo
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Gregorio Zambrano, profesor y propietario de un centro de diversión

"Muisne se levanta, aunque sin obras. Es que somos resistentes"

"Muisne se levanta, aunque sin obras. Es que somos resistentes"
Foto: Rodolfo Párraga / El Telégrafo
18 de septiembre de 2016 - 00:00 - Verónica Endara

Gregorio Zambrano, un muisneño de 48 años, dejó de lamentarse. Está convencido de que  para salir adelante se necesita carácter y trabajo conjunto, es decir, con la comunidad.   

El hombre de estatura media y tez morena nació, creció y aún vive en Muisne, una isla ubicada en Esmeraldas, a 300 metros del continente. Abordar el tema del sismo del pasado 16 de abril es una constante en cada conversación. “El día en que ocurrió el terremoto, a eso de las 10 de la noche, las calles ya lucían vacías, desoladas; la mayoría ya había evacuado”.  

El profesor del colegio San Luis Gonzaga, institución educativa que aún funciona en la zona insular, nunca dejó la isla.

Habita en una casa de madera donde se destruyó el patio y una pared. Alrededor de 15 días después del terremoto volvió a las aulas para realizar actividades lúdicas con los estudiantes que concurrieron de forma voluntaria. Él decidió volver a dictar cátedra como un modo de ayudar a sus alumnos a olvidar, aunque sea por un momento, aquel día cuando la tierra tembló.

La comunidad no esperó mucho tiempo para empezar a trabajar. Zambrano recuerda que 2 días después del terremoto la solidaridad entre vecinos se hizo presente. “Cualquier ayuda era bienvenida, como sacar las cosas entre los escombros”.

Además, la mayoría de pobladores volvió a sus actividades productivas casi de inmediato. “El punto clave para levantarnos es pensar que la vida nos dio otra oportunidad”.

Para los miembros de la comunidad es fundamental atraer el turismo. Por eso, planean estrategias, como mantener limpia la playa.

Los muisneños que se fueron, poco a poco regresan. Algunos pasan la noche en el albergue y el día en la isla. El comercio, sobre todo el informal, se ha reactivado. De acuerdo con Zambrano, el terremoto sacó a la luz las necesidades que siempre tuvo la isla, como la ausencia de agua potable y otros servicios.

Las obras aún no llegan —asegura—, pero la comunidad sigue a la espera. (I)

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