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Los movimientos antivacunas cobran fuerza
Aunque existe un consenso mundial de que las vacunas son probablemente el mayor avance contra las enfermedades en la historia de la humanidad, aún hay quienes no solo opinan lo contrario, sino que, además, cuestionan su eficacia.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que los inmunizadores evitan entre 2 y 3 millones de muertes cada año.
De ahí que la poliomielitis, por ejemplo, un mal que ocasiona terribles secuelas, está cerca de su erradicación gracias a la vacunación, que también ha logrado rebajar la mortalidad del sarampión en un 74% en solo una década (de 2000 a 2010). De acuerdo con Alejandro Cané, pediatra y especialista en infectología, desde el inicio de la vacunación han existido grupos o movimientos, más o menos organizados, en contra de esta práctica.
Cané cita como ejemplo a la neumonía, una enfermedad tan grave que, según las estadísticas, más del 50% de los individuos mayores de 65 años que padecen este mal debe ser hospitalizado por complicaciones.
Una de las ‘armas’ con que cuenta la medicina moderna para contrarrestar esta dolencia son precisamente las vacunas. Este médico indica que todavía persiste la falsa creencia de que al recibirla se puede adquirir la enfermedad.
Cané es enfático al señalar que quienes deciden no vacunar a sus hijos frente a enfermedades infecciosas no solo arriesgan su salud, sino también la de otros niños, pero no ocurre únicamente con los menores, sino también con los adultos.
Como advierten los especialistas, los adultos que no reciben la vacuna del neumococo también ponen en serio riesgo su salud. En realidad, hay muchas evidencias de que las vacunas son indispensables.
En la actualidad, una de las mayores preocupaciones de la comunidad médica y científica es que la opinión de los movimientos antivacunas sí influye en una población que no siempre reconoce el valor de este invento. En un artículo publicado en la revista Vaccine, la OMS de Naciones Unidas recuerda que a escala mundial se registran cada año 1,5 millones de muertes infantiles por enfermedades que podrían prevenirse con vacunas ya disponibles. En parte, precisan, porque uno de cada 5 niños no tiene acceso a estos medicamentos.
El problema, señala el artículo, es que en los últimos tiempos esta desprotección ha sido provocada por el auge de movimientos antivacunas que hace haya personas que retrasan o directamente rechazan la vacunación, tanto la suya como la de sus hijos.
En varios países de Europa desconfían de las vacunas
Siete de los 10 países del mundo con mayor auge de los movimientos antivacunas se encuentran en Europa.
Las regiones con mayores niveles de desconfianza hacia las vacunas son Francia (41%), Bosnia-Herzegovina (36%), Rusia (28%), Mongolia (27%) Grecia, Japón y Ucrania (25%) son. Por el contrario, Asia fue el continente en el que más se creía en la seguridad de las vacunas. Bangladesh mostró una desaprobación menor al 1%, Indonesia (3%) y Tailandia (6%).
En varias ocasiones, la OMS ha alertado acerca de las nefastas consecuencias de los movimientos antivacunas, que pueden provocar daños graves sobre la salud pública. El mayor problema es la existencia de suspicacias acerca de la seguridad.
Pero ¿por qué la vacunación genera todavía tanta controversia? En realidad, lo que está en discusión tiene relación con un la efectividad y seguridad.
Aun así, la evidencia médica y científica muestra que los beneficios de la prevención del fallecimiento por enfermedades infecciosas compensan los raros efectos adversos de la inmunización.
¿Qué ocurre cuando las personas se vacunan?
La mayoría de los efectos adversos producidos por la vacunación son leves y transitorios y se limitan a dolor pasajero o tumefacción en el lugar de la punción, como lo señala un artículo publicado en la revista Scientific American.
De hecho, según la documentación médica, la causa de los efectos adversos puede ser debido a la propia vacuna, a los conservantes que se incluyen para mantenerla estable, los antibióticos que se añaden en ocasiones para evitar su contaminación o a otras sustancias presentes en algunas vacunas.
Una de las falsas creencias que giran en torno a las vacunas es que estas pueden generar autismo. Frente a este mito hay una respuesta científica: no existe ninguna evidencia que sugiera que existe un vínculo entre la vacuna y el autismo.
En 1998, un estudio suscitó preocupación en torno a un posible vínculo entre la vacuna contra las paperas, el sarampión y la rubeola, y el autismo, pero se descubrió que el estudio era un error, y finalmente la revista que lo publicó retiró el artículo.
Desafortunadamente, la publicación inicial tuvo un impacto negativo sobre las tasas de vacunación, lo que dio lugar a sucesivos brotes de las enfermedades contenidas en la vacuna contra el sarampión, la rubeola y las paperas.
Sobre la importancia de la vacunación el médico argentino Daniel Curcio, quien dio una charla sobre el tema, indicó que todos los gobiernos de Latinoamérica deben “revisar sus políticas de vacunación, principalmente, en adultos”, porque este grupo etario es propenso a sufrir neumonía, por ejemplo. (I)
DATOS
Las vacunas se someten a varias pruebas que incluyen estudios clínicos, los cuales comparan grupos de personas que reciben una vacuna con grupos de personas que reciben un “control” (por ej., ya sea una vacuna diferente o placebo).
La mayoría de las vacunas infantiles son de 90 a 99% eficaces en la prevención de enfermedades y si un niño vacunado se enferma, los síntomas suelen ser menos graves que en un niño que no ha sido vacunado. (I)