¿Las parejas sin hijos son más felices?
Los motivos para creer que de los hijos depende la felicidad humana han sido desechados por un equipo de académicos del Departamento de Economía de la Universidad de York, en Reino Unido, quienes aseguran, sin tapujos, que el aspecto idílico de la paternidad y maternidad podría ser solo una ilusión.
Según los académicos, no existe una relación directa entre el hecho de tener hijos y el de ser felices. A principios de la década de los ochenta, una investigación determinó que los padres mayores, cuyos hijos ya habían abandonado su casa, también eran ligeramente menos felices que los adultos, de edades y estatus similares, que no habían tenido hijos.
Esto demuestra —aseguran los especialistas— que tener hijos no certifica la felicidad, tampoco no tenerlos, sino que son otros muchos factores los que intervienen en la satisfacción de una pareja. Uno de ellos es disfrutar de su tiempo libre en viajes y lujos, algo que sería imposible si tuvieran familia.
Si bien el tener hijos garantiza la perpetuidad de la especie, tener hijos ya no es una obligación social, sino una decisión personal.
Los dinks, por ejemplo, son un modelo de pareja que ha tomado fuerza durante los últimos años. Quienes se hacen llamar dinks tienen características comunes: prefieren realizarse como profesionales y no creen tener tiempo suficiente para criar hijos. Estos casos son más frecuentes en los estratos altos y en los países desarrollados.
Jóvenes con altos ingresos
La mayoría de dinks son parejas jóvenes de altos ingresos, quienes posponen, a toda costa, la decisión de tener hijos.
El término proviene del vocablo inglés Double Income No Kids, que significa ‘doble sueldo sin hijos’.
Son parejas que por mutuo acuerdo decidieron sencillamente no tener descendencia, pues, por el hecho de no renunciar a sus actividades, consideran que no disponen del tiempo necesario para brindar la atención que requiere la crianza de los hijos.
Como lo señala el diario The New York Times, no se trata de personas que odian a los niños, por el contrario, incluso pueden amarlos, pero no desean tener los suyos propios.
Muchos pueden disfrutar de los sobrinos o de los hijos ajenos, pero parte de su felicidad se concentra en devolverlos al final del día y recuperar su tranquilidad y su espacio.
Según la psicóloga Rita Salazar, las relaciones afectivas tienen momentos y transiciones, etapas. “En un principio, todo es amor, la idealización está en su máximo punto, pero al paso del tiempo empiezan a surgir los roces y eso es normal”.
Para la experta, hasta ese momento lo ideal es no tener hijos, ya que la pareja no se ha afianzado lo suficiente; los hijos son entonces un tercer tiempo de adaptación en la pareja
—como muchos más que se vienen— y tiene sus pros y contras.
Salazar asegura, además, que las personas sin hijos realmente valoran su libertad, su independencia y la capacidad de controlar sus vidas.
Puede sonar egoísta, pero si creemos que ser padres es una elección, entonces está la opción de decidir no serlo.
Es así que en el mundo, cerca de la mitad de los matrimonios terminan en divorcio y cada vez más, debido a que no tienen tiempo para estar juntos.
Datos
- Un niño merece ser traído a un hogar donde haya suficiente tiempo, dinero y energía emocional para su pleno cuidado.
- Hay personas que consideran de manera errónea que traer un hijo al mundo los unirá más, pero puede ocurrir todo lo contrario, debido a la tensión que causa la llegada de un nuevo bebé al hogar.
- También existen muchas madres que afirman que vale la pena abandonar algunas cosas por la alegría que reciben de sus hijos. (I)