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El Telégrafo
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Las mujeres ganan espacios en el terreno educativo

En los últimos 20 años, las mujeres ecuatorianas ganaron espacio en el ámbito político como alcaldesas y prefectas. También optaron por la educación superior, en carreras poco habituales como ingenierías.
En los últimos 20 años, las mujeres ecuatorianas ganaron espacio en el ámbito político como alcaldesas y prefectas. También optaron por la educación superior, en carreras poco habituales como ingenierías.
Foto: Fernando Sandoval / El Telégrafo
23 de octubre de 2016 - 00:00 - Verónica Naranjo Hidalgo

Uno de los mayores avances que experimenta la mujer ecuatoriana en los últimos 20 años está en la educación, según el informe ‘Mujeres ecuatorianas, dos décadas de cambio’, elaborado por ONU Mujeres.

De acuerdo con dicho documento, el acceso a la educación básica es una de las dimensiones con mayor progreso y está muy cerca de establecer una igualdad de género.

“En 20 años la población de entre 5 y 14 años acude casi en su totalidad a la educación básica, siendo la tasa de asistencia en las niñas ligeramente superior a la de los niños”, refiere el estudio desarrollado por la compatriota Alison Vásconez, especialista de la organización internacional.

Otro de los aspectos que se destaca es la tasa de asistencia de la población rural a la educación básica. Hasta 2013 había 5 puntos de diferencia en relación a la población urbana que cursaba sus estudios. Esa diferencia disminuyó 2 puntos en promedio para 2014.

El informe establece también que a 2014, el 22% de los hombres y mujeres mayores a 18 años tiene acceso a la educación superior sin brechas de género; y el 62% de esta misma población tiene título universitario.

La población femenina en edad escolar accede a la educación en un 98%. Opta por cargos y funciones en entidades como la Policía Nacional y el Ejército, que antes eran exclusivas de hombres. Foto: Jhon Guevara / El Telégrafo

Vanessa Jácome tiene 22 años y rindió 3 Exámenes de ingreso a la Educación Superior (ENES) para acceder a la educación pública, la única forma para prepararse.

“Somos 4 hermanos y mis padres no tienen posibilidades de costearme estudios en universidades privadas. Por fortuna y luego de varios intentos logré ingresar a la carrera de Administración Turística y Hotelera que era mi sueño”.

Hoy Jácome cursa el segundo semestre en la Universidad pública de las Fuerzas Armadas (ESPE); y aunque debe atravesar todo Quito para llegar hasta el Valle de Los Chillos, cree que eso es lo de menos si se trata de su formación profesional.

Según datos de la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt), el 72% de estudiantes que logran conseguir un cupo en las universidades públicas constituye la primera generación en sus familias que tiene acceso a este nivel educativo.

De acuerdo con el informe de ONU Mujeres, hace 20 años la formación profesional de mujeres correspondía principalmente a carreras como Trabajo Social, Educación, Comunicación, Enfermería, Diseño, Medicina y Administración.

A 2014 se incrementó el número de mujeres en áreas como Economía y Ciencias Políticas, Arquitectura y Derecho.

“La presencia de la mujer pasa a ser mayoría en Economía y en Ciencias Políticas y se incrementa en Arquitectura y Derecho; pero disminuye en carreras de Sistemas y Ciencias Exactas donde siempre han sido minoritarias las mujeres”.

El acceso de la población indígena a la educación superior mejoró relativamente. En 2005 el 2,3% de las mujeres y el 4,6% de los varones cursaban la educación superior. Estos valores se elevan a 5,4% y 6%, respectivamente en 2014.

“Este es uno de los aspectos en los que debemos reconocer un importante progreso sobre todo en la reducción de la brecha de género que constituye un paso a la equidad e igualdad de oportunidades”, refirió Moni Pizani, representante de ONU Mujeres Ecuador.

La población universitaria es mayoritariamente femenina con  el 55%. Sin embargo, aún es poca la representación en dirección de universidades y facultades, en la que no llega al 30%.

Participación política   

En el ámbito político, la incorporación más relevante para la mujer ocurrió en 2002 cuando se decidió aumentar gradualmente el porcentaje de participación femenina en el 5% en cada elección. A partir de 2007 existe el 50%.

Ello se refleja en la presencia femenina en la legislatura. Entre 1994 y 2013 esta participación se eleva en 6 veces. Para 2013 la Asamblea se conforma con 38% de mujeres y 52% de hombres y por primera vez esta institución está dirigida por mujeres.

“La brecha entre el porcentaje de candidatas y el de autoridades electas da cuenta de que, aunque la presencia en una lista electoral es un paso importante, depende de otros factores”, recalca el informe.

La paridad en los cargos de designación popular en el nivel local no se ha cumplido. En el año 2000, el 2,8% de alcaldías fue ocupado por mujeres; en 2004 se eleva a 5%, en 2009 a 6,3%; y en 2014 a 7,2%.

Las concejalías tienen mayor participación de mujeres: en 2000 fue 29,6%; en 2004, 31,5%; en 2009, 31% urbanas y 25% rurales; y en 2014, 33% urbanas y 25% rurales.

“La no existencia hasta el presente de una presidenta para el país refleja un conjunto de rezagos de las mujeres en términos de trayectoria pública, formación política, segregación y machismo. Refleja, además, limitados cambios culturales en el sistema político ecuatoriano”, se insiste en el informe.

Por eso la representante de ONU Mujeres en Ecuador enfatiza en que deben darse mejoras en el acceso de las mujeres a la política nacional.

“Pese a los avances en muchos ámbitos aún experimenta discriminación en la vida pública y política del Ecuador”.

Acceso a salud pública

En temas de salud hay un avance en la atención institucional que recibe la mujer en controles prenatales, por los cuales más del 90% de la población urbana acude a un profesional médico.

Sin embargo, ese porcentaje disminuye cuando se trata de la población indígena y rural. “En el caso de las mujeres indígenas el acceso a centros de salud públicos es menor. La población indígena atiende el parto principalmente en su casa”.

El informe además establece que en el sector indígena solo el 14% realiza más de 5 controles prenatales, cuando el promedio nacional es de 31%.

Otro aspecto que se destaca es el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos de la mujer para un control seguro y eficaz de la propia fecundidad.

“Si bien el acceso a servicios de salud reproductiva se incrementó sustancialmente, persisten rezagos importantes de la población en zonas rurales, indígenas, en pobreza de ingresos y con bajo nivel educativo”.

En 1999, el 92% de la población en edad fértil conocía de algún método anticonceptivo, 83% en el área rural y 96% en la zona urbana.

La deuda por saldar

El tema pendiente de Ecuador es la reducción de la maternidad en adolescentes. En 1994, el 19,7% de mujeres entre 15 y 19 años declaró haber tenido al menos un embarazo; ese porcentaje se eleva a 22% en 2012.

Según el estudio, el incremento de la fecundidad de las adolescentes está relacionado con el poco conocimiento, pero ante todo con el limitado acceso a métodos anticonceptivos.

Cerca del 62% de las mujeres de hasta 17 años conocía de métodos anticonceptivos, pero solo el 6,2% los usa. Para 2014 esta cifra se incrementó a 27% en la zona urbana y 14% en la rural.

El análisis recalca que actualmente Ecuador ocupa el primer lugar en embarazos adolescentes en la región andina y el segundo en América Latina. “Este es un dato clave en función de las decisiones de política pública para la población adolescente en particular”.

Al respecto la ministra coordinadora de Desarrollo Social, Gabriela Rosero, destacó que el gobierno impulsa políticas para reducir este índice a través de la Estrategia Nacional de promoción de derechos sexuales y reproductivos.

Sobre este mismo tema, el informe ‘Niñez y adolescencia desde la intergeneracionalidad’ reveló que el 3% de las adolescente entre 12 y 17 años se encuentra en unión libre o casada; y el 8% de ese mismo grupo trabaja y estudia al mismo tiempo.

“Se deben tomar muy en cuenta estos aspectos en la política pública porque tener un hijo a corta edad le cambia por completo la vida a una chica”, acotó Margarita Velasco, directora del Observatorio Social. (I)

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