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La encrucijada del hijo intermedio

La encrucijada del hijo intermedio
Ilustración: Abel Cevallos
12 de marzo de 2018 - 00:00 - Redacción Séptimo Día

Cuando Juan Pablo (hoy de 25 años) cumplió ocho pensó que se haría acreedor a una bicicleta. Al fin y al cabo se había portado muy bien. Era muy educado y respetuoso con sus padres.

Aquel día cuando esperaba el regalo, su padre desempolvó la bicicleta de Carlos Luis, su hermano cuatro años mayor a él. Le dijo que estaba en buenas condiciones y que la podía usar. “Lo acepté con un poco de resentimiento porque creí que merecía una nueva. Pocos años después a mi hermano David, que es cinco años menor que yo, sí tuvo una bicicleta nueva. Así he vivido este tiempo. En constantes comparaciones con mi hermano mayor y celebrando todo lo que hace el más pequeño. Aunque sé que mis padres me quieren he tenido que convivir con aquello”. 

Para la psicóloga Sandra Rivas, el estigma que llevan los hijos intermedios es real. “Cuando nace el primer hijo todos están a la expectativa del nuevo bebé. Principalmente sus padres. Ellos, por la misma tensión de ser primerizos, crían con mucho cuidado a  ese bebé.  Están pendientes de todo lo que hace”.

Ante tanto cuidado los hijos mayores suelen ser responsables, meticulosos, sobre-exigidos y autoexigentes. Cada uno de sus logros son ampliamente celebrados y comentados, por los progenitores en general.

La contraparte la ponen los hijos más pequeños. Ellos son considerados los ‘benjamines’. Las madres aseguran que los tratan como a nietos porque al ser pequeños y ellas algo adultas no les exigen mucho.

“En realidad cuando llega un hijo luego de varios años las madres no están apuradas en sacarles los pañales, en que hablen o caminen”, reconoce al psicóloga Sonia Fuentes.

¿Qué pasa con el de la mitad?
Si bien el mayor es seguro de sí mismo, el último con regularidad es autónomo, desarrolla destrezas físicas tempranamente y acostumbra a desenvolverse con naturalidad gracias a la costumbre de ‘seguir’ a sus hermanos mayores. En tanto, el ‘hermano del medio’ suele sentirse sin espacio definido dentro de la familia.

“Muchas veces experimentan descuido y poca consideración, lo que les genera sentimientos de inseguridad y una autoestima pobre. Sin embargo, en ocasiones adoptan el rol de mediador o conciliador”.

Los padres tienen un importante rol en evitar que el hijo del medio tenga un problema, para ello es vital que si el niño es condescendiente o sumiso con sus hermanos, los padres intervengan para evitar que se generen dinámicas rígidas y estereotipadas.

Por ejemplo, cuando dice con frecuencia “siempre” o “nunca” en relación con los privilegios de cada uno de los hermanos, es bueno reevaluar las pautas de crianza que se están implementando. “Hay que tener en cuenta que al hijo intermedio no se le tuvo especial cuidado como al primer hijo, ni tampoco se lo consiente tanto como al más pequeño. Incluso cuando es mujer la hermana más pequeña se suele volcar toda la atención hacia ella y eso genera que el intermedio se sienta desplazado”. asegura Rivas.

Fuentes en cambio cita un estudio de la especialista Stacy De Broff, autora de El libro de la mamá. Dice que el texto da cuenta que la llegada de un tercer hijo impacta sin duda la estructura familiar y crea la posición del hijo intermedio.

Según la especialista, los padres suelen ser menos exigentes y demandantes con los hijos del medio “y, por eso, muchos de ellos desarrollan actitudes más relajadas frente a la vida en comparación con sus hermanos mayores”, dice De Broff. Fuentes asegura que el rol del hijo intermedio genera mucho esfuerzo. “Debe luchar duro para conseguir la atención de sus padres. Generalmente buscan con desesperación una manera de sobresalir”.

Argumenta además que es deber de los padres hacer sentir que sus hijos son únicos. Darles el valor que tienen cada uno independiente del orden de sus nacimientos. “No es justo que crezcan a la sombra del hermano mayor ni traten de ser tan infantiles como el menor. Lo ideal  es que se sientan parte de la familia. Creo que estos chicos suelen exigirse más porque necesitan ganar notoriedad. Eso es beneficioso porque los obliga a superarse”, concluye Fuentes.

Rivas por su parte señala que el hijo de en medio no recibe toda la atención de sus padres que es casi exclusiva del primogénito; ni los mimos del último que por ser el más pequeño tiene un lugar privilegiado en la familia. “He tenido pacientes hijos intermedios que aseguran que sufrieron a la sombra del mayor. Otros definitivamente se decidieron a ser mejores que el prototipo familiar. (I)

DATOS
Los padres tienden a ser más condescendientes, menos ansiosos y demandantes con sus hijos intermedios. Por eso, muchos de estos chicos crecen con una actitud más relajada hacia la vida en comparación con sus hermanos mayores.

Muchos de los descendientes intermedios buscan amigos y se relacionan fuera del grupo familiar en donde, quizás, no se sentirán puestos de lado. A menudo ellos tienen una sensación de no pertenencia y de bastante inseguridad. A ellos les cuesta esforzarse más en cada una de sus metas. (I)

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