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La encrucijada británica, entre el 'brexit' o la UE

Barcos de pesca navegaron por el río Támesis, en Londres, en una protesta contra las cuotas pesqueras fijadas por  la Unión Europea y en favor de la campaña de Gran Bretaña para abandonar el bloque.
Barcos de pesca navegaron por el río Támesis, en Londres, en una protesta contra las cuotas pesqueras fijadas por la Unión Europea y en favor de la campaña de Gran Bretaña para abandonar el bloque.
Foto: AFP
22 de junio de 2016 - 00:00 - Leonardo Boix, corresponsal en Londres

El próximo 23 de junio, unos 45 millones de electores británicos deberán decidir en las urnas si Gran Bretaña permanece dentro del bloque comunitario o se separa definitivamente del grupo selecto de 28 países al que pertenece desde 1975.

El referéndum histórico, el primero en el país sobre este tema en 40 años, ha dividido en gran medida a la población británica y tendrá consecuencias profundas tanto para el Reino Unido como para el resto de la región.

La campaña por el fin de la membresía británica en la Unión Europea (UE), “Vote Leave” (Votar para salir), sostiene que si Gran Bretaña abandona el bloque, aumentarán las reservas públicas, ya que el Estado británico no deberá contribuir más al enorme presupuesto europeo.

De acuerdo con cifras oficiales, Londres destinó el pasado año 13.000 millones de libras ($ 18.740 millones) al presupuesto europeo, aunque solo recibió 4.500 millones de libras ($ 6.490 millones) de la UE. Ello implicó que la contribución neta del Reino Unido a Europa fuera de 8.500 millones de libras ($ 12.250 millones).

La campaña por la permanencia del país en la UE, “Britain stronger in Europe” (Gran Bretaña más fuerte en Europa) sostiene que parte de las contribuciones totales británicas a la UE son recuperadas a través de subsidios y ayudas a granjeros, como también gracias a programas de desarrollo económico, científico y de investigación. Esos pagos europeos a las arcas británicas superaron los $ 8.500 millones.

Además de esos subsidios europeos, el Reino Unido se beneficia substancialmente del mercado común europeo debido a acuerdos comerciales que excluyen tarifas para importaciones o exportaciones entre los Estados miembros.

Más del 50% de las exportaciones británicas tienen como destino países de la UE, con lo cual el brexit golpeará duramente a ese sector, reduciendo el nivel de exportaciones e importaciones, y llevando a una baja de la inversión.

En abril de 2016, el valor de las exportaciones del Reino Unido (a la UE y fuera) aumentó a 25.000 millones de libras ($ 35.860 millones), mientras que las importaciones (desde la UE y fuera) aumentaron a 41.000 millones de libras ($ 58.800 millones), comparado con el mes previo.

El país se beneficia de muchos acuerdos comerciales pautados entre la UE y otras naciones del mundo, incluyendo Estados Unidos, China y Brasil, y la salida del bloque afectará enormemente cientos de acuerdos para empresas británicas, con pérdidas estimadas en miles de millones de dólares.

Las empresas británicas pueden acceder ahora a 500 millones de consumidores a través del mercado europeo, pero el brexit pondrá un freno a ese número.

Según la campaña que aboga por el brexit, una salida de la UE le permitirá al Reino Unido establecer sus propios acuerdos comerciales con el resto de los países, liberándose de tarifas y regulaciones, como ocurre con Noruega o Suiza. También citan el caso de Canadá, aunque en todos esos ejemplos el Reino Unido requerirá de años de negociaciones, período durante el cual las empresas británicas podrían verse seriamente perjudicadas.

Varios sindicatos, entre ellos los que representan a trabajadores metalúrgicos, de la construcción y automotrices, advierten que la producción de vehículos y otros productos caerá enormemente si Gran Bretaña sale de la UE, con el consecuente despido de hasta 820 mil puestos de trabajo en los próximos 2 años.

Las leyes europeas garantizan además derechos básicos a los trabajadores en áreas como licencias de maternidad y paternidad, paga durante vacaciones y resarcimientos por despidos. En caso de una salida, muchas compañías y grupos de negocios buscarán presionar al Gobierno para relajar esos estándares.

Otro aspecto clave contra el brexit es que los ingresos en recaudaciones fiscales para el Tesoro británico podrían mermar notablemente si las compañías que hacen grandes negocios con Europa, especialmente bancos y entidades financieras, trasladan sus sedes centrales a la UE. Esas mermas le costarían al menos $ 6.200   a cada familia británica, y de acuerdo con el Banco (central) de Inglaterra, podrían llevar al país a una nueva y profunda recesión económica.

El grupo Morgan Stanley cree que si gana la permanencia dentro de la UE, es probable que se registre un crecimiento económico lento y una inflación baja que forzarán al Banco de Inglaterra a aumentar las tasas de interés en 2017.

Si por el contrario gana el brexit, la economía británica perdería al menos un 2,2% de su PIB para 2030 y el Banco Central Europeo debería estar listo para ofrecer liquidez al euro a través de líneas de canje swap, mientras Gran Bretaña renegocia acuerdos comerciales con países europeos.

Pero no solo la economía podría verse afectada por una eventual salida, sino también otras áreas, entre ellas la del medio ambiente, ya que la UE requiere a sus países miembros mantener niveles básicos de limpieza para sus playas, bajar los índices de polución en ciudades y mantener sus ríos, arroyos y lagos limpios. En caso de una salida de Europa, muchas empresas privadas que operan en el Reino Unido podrían intentar presionar al Gobierno británico para reducir controles y regulaciones medioambientales, y de esa forma maximizar sus ingresos.

Sin embargo, uno de los puntos más contenciosos del debate es el de la inmigración.

De acuerdo con la Oficina Nacional de Estadísticas (ONS), la migración neta total al Reino Unido es de unas 300 mil personas al año. En el país viven al menos 942 mil personas del este de Europa, especialmente rumanas y búlgaras, además de unos 791 mil europeos de otros países. El Reino Unido cuenta también con 2,93 millones de trabajadores no comunitarios, principalmente de China e India.

En tanto, cerca de dos millones de británicos viven y trabajan en otros países de la UE, accediendo a sistemas de salud y pensión en esas naciones, pero ello cambiará si Gran Bretaña abandona el bloque.

Varios sondeos recientes revelaron una serie de percepciones erróneas por parte de la población británica acerca de la UE. Muchos consultados creen que el 15% de la población de Gran Bretaña, cerca de 10,5 millones de personas en total, son inmigrantes europeos, cuando en realidad el número de inmigrantes comunitarios en el Reino Unido es solo del 5%, 3,5 millones de personas.

Aquellos a favor de que el Reino Unido siga en el bloque comunitario admiten que las áreas de vivienda, salud y educación sufrieron como consecuencia de la inmigración al país, aunque consideran que los beneficios a la economía han sido enormes. Por el contrario, los simpatizantes del brexit consideran que una salida de la UE llevará a una merma significativa en el número de inmigrantes europeos.

De todos modos, para varios expertos como el profesor Adrian Favell del London School of Economics (LSE), limitar la libertad de movimiento de los trabajadores europeos “detendrá la llegada de cerebros” al país, reduciendo el número de candidatos altamente calificados que los empleadores británicos pueden contratar.

En materia política, si gana la permanencia en la UE, es probable que aumenten aún más las divisiones dentro de un ya fragmentado Partido Conservador, y que el primer ministro David Cameron se vea obligado a convocar a elecciones generales antes de lo previsto en 2020. Por el contrario, el brexit podría llevar a la renuncia inmediata del Primer Ministro, y su reemplazo por el exalcalde de Londres, Boris Johnson, quien se ha embanderado como principal vocero de los independentistas euroescépticos.

Además, en caso de ganar el brexit, es probable que surja un contagio independentista que podría propagarse desde Cataluña y el País Vasco hasta Holanda, Escocia e Irlanda del Norte, con consecuencias irreversibles y potencialmente letales para la UE.

La última encuesta elaborada por la consultora ICM para The Guardian muestra un apoyo a la salida de la UE del 53%, frente al 47% en favor de la permanencia, aunque más de un 10% sigue indeciso. Resta por verse si finalmente el brexit terminará por convencer a los británicos, abriéndose una puerta que parece difícil de cerrar, especialmente ante el peligroso auge del euroescepticismo. (I)

Antecedentes

En 1975 se realizó un referéndum idéntico. Entonces se preguntó: “¿Piensa que el Reino Unido debe permanecer en la Comunidad Europea (Mercado Común)?” y el 67,2% respondió que sí y un 32,8% que no (64,5% participación).

Ningún país ha abandonado la UE, pero el único precedente lo conforma Groenlandia, territorio perteneciente a Dinamarca que se marchó del entramado europeo tras convocar un referéndum en 1982. (I)

Los euroescépticos organizaron su propia campaña en favor del brexit bajo el lema ‘Leave.eu’, mientras el gobierno aboga por permanecer en la UE y advierte nefastas consecuencias ante una eventual salida. Foto: Cortesía

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