Sociedad
En Latacunga, el 65% de la población fuma
Juan Carlos Lara tiene 29 años y fuma desde los 16. Asegura que al principio lo hizo por curiosidad, pero con el pasar de los años siente que “el placer que le produce la nicotina lo tranquiliza”.
Su vicio, como lo define él mismo, es desaprobado por su esposa y su pequeña hija de 5 años.
Él está consciente de que esto perjudica su salud. Los 13 años que lleva consumiendo tabaco ya le han producido una tos seca, que aún no sabe con qué relacionarla. “Tengo pendiente una visita al médico”, reconoce este latacungueño.
“La mayoría de los peligros del tabaco no se evidencia en la salud del fumador hasta después de años o incluso décadas”, sostuvo Wilman Durán, director del Hospital Básico de Sigchos.
En la capital cotopaxense, el caso de Juan Carlos no es aislado, pues las estadísticas proporcionadas por el Área de Salud Mental del Hospital General de la urbe indican que el 65% de los habitantes consume tabaco.
De acuerdo a Jorge Rosero, psicólogo encargado del Área de Salud Mental, es a los 12 años cuando las personas se empiezan a vincular con esta sustancia, la cual al ser de venta legal, no es de difícil acceso.
El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) señala que en todo el Ecuador, el 8,8% de la población mayor a 12 años consume cigarrillo. Además, revela que es la región Sierra donde el 10,7% de la población consume cigarrillo. Con eso encabeza las cifras a nivel nacional.
“Lamentablemente sabemos que nuestros alumnos ya están fumando”, reconoce Germán Carrera, docente de la Unidad Educativa Ramón Barba Naranjo, de Latacunga. El educador señala que se trabaja en varios sentidos para disminuir el nivel de consumo en los chicos.
Uno de ellos es detectar el caso y ponerlo en manos del Departamento de Consejería Estudiantil (DECE), para que los psicólogos le den un seguimiento y trabajen con el menor para lograr apartarlo del cigarrillo.
“También estamos comprometidos como docentes a predicar con el ejemplo, es por ello que está prohibido el consumo también para nosotros”. Las instituciones de educación superior tampoco están exentas de tener en sus filas a alumnos que deambulan con pitillos encendidos o con cajetillas a la mano.
Por ejemplo, en la Universidad Técnica de Cotopaxi (UTC) aproximadamente el 45% de alumnos es fumador, de acuerdo a Jorge Villa, psicólogo al frente del Departamento de Bienestar Estudiantil.
La cifra es alta pese a que la institución fue declarada “Espacio libre de humo” desde que se logró que los bares internos no expendan cigarrillos y que los centros de diversión que estaban en los alrededores fueron obligados a cumplir la ordenanza municipal, que establece la no existencia de bares, karaokes ni discotecas a menos de 300 metros de los centros educativos.
El Departamento de Bienestar Estudiantil enfoca su trabajo preventivo en la socialización, que a través de ella explican a los jóvenes universitarios el antes, durante y después del consumo de tabaco. Asimismo, se hace énfasis de las enfermedades que pueden provocar a nivel del sistema nervioso y aparato respiratorio. De igual manera sobre las consecuencias económicas, ya que cada unidad de tabaco se vende en 0.50 centavos.
“Si consumen solo dos diarios, serían $ 7 a la semana, $ 30 al mes y $ 360 al año, esto es una fuerte cantidad para un estudiante”, enfatizó Villa, quien también involucra a los universitarios en trabajos comunitarios de prevención.
Según el INEC el gasto mensual promedio de cigarrillos en Ecuador es de $ 4’892.179.
Consecuencias
El galeno Polo Osorio indicó que las afecciones a la salud por causa del consumo del tabaco son varias, pero las más comunes son las enfermedades cardíacas.
Aquello es debido al arsénico contenido en los cigarrillos. La sustancia se la utiliza para conservar la madera, sin embargo en los seres humanos es causante de padecimientos del corazón.
“Este hábito aumenta de 2 a 4 veces el riesgo de enfermedad coronaria”. De igual manera, el médico advirtió que puede causar enfisema, destruye lentamente la capacidad respiratoria, lo cual impide que la cantidad necesaria de oxígeno llegue a la sangre y órganos.
“En etapa avanzada ocasiona falta de aliento al recostarse, sensación de cansancio y pérdida de peso”.
La disfunción eréctil es otra de las consecuencias negativas, pues el fumar causa daño en las arterias, lo cual disminuye la circulación correcta de la sangre hacia el resto de los órganos.
Incluso –remarcó– se asocia al abuso de esta droga legal a la infertilidad, ya que no solo complica que una mujer quede embarazada, sino que afecta la salud del bebé antes y después del nacimiento al aumentar el riesgo de fallecimiento fetal y síndrome de muerte súbita del lactante.
La baja salud ósea es otro detonante, manifestó Osorio, pues mujeres que se encuentran en sus últimos años reproductivos y que fuman tienen menos densidad ósea, por lo que el peligro de sufrir una fractura de huesos es mayor.
Entidades públicas y privadas, así como casas asistenciales, efectúan campañas en distintos medios para reducir el consumo de cigarrillos. (I)