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El rock de ellas

El rock de ellas
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Elizabeth Coronel, María Belén Guillem, Sandy Echeverría y Silvia Quiroga tienen algo en común que las diferencia de la mayoría de chicas de la ciudad cuyas edades oscilan entre los 22 y 35 años: desde muy pequeñas crecieron escuchando rock y posteriormente aprendieron a tocarlo o cantarlo.

Su mundo no giró en torno a los baladistas, intérpretes de música tropical u otros géneros más comerciales, en sus respectivas épocas.

Las 4 forman parte de un reducido grupo de mujeres del puerto principal, cuyo número involucraría a unas 20 muchachas, aunque ninguna de las entrevistadas cree tener la cantidad exacta. Todas coinciden en que para llegar hasta donde se encuentran deben tener talento, constancia, trabajar mucho y, principalmente, transmitir fuerza.

Estas rockeras, casi todas autodidactas para el canto o para tocar un instrumento, luchan por sostenerse en este estigmatizado escenario que ha estado compuesto en su mayoría por varones.

Esta corriente es conocida a escala mundial como Riot Grrrl, un movimiento feminista ligado a la escena alternativa que surgió en los noventa, en la que predominan el hardcore punk, el punk rock, los girl groups, el grunge y el alternative rock.

En Guayaquil nadie sabe con precisión cuántas agrupaciones tanto de varones como de mujeres se dedican a tocar rock o los subgéneros citados anteriormente. Hay muchas que lo hacen en el underground y las más conocidas en los escasos bares abiertos para los y las rockers o en los festivales a los que acuden una media de 1.500 a 2 mil personas.

Entre los años ochenta y noventa, planteles porteños como el Cristóbal Colón, el San José La Salle, el Vicente Rocafuerte y el Espíritu Santo (en esa época de varones) organizaban conciertos en sus kermeses.

El único establecimiento femenino del cual hay antecedentes que tenía su grupo musical es el Colegio Guayaquil.

Hay que recordar también que en la urbe existió un personaje identificado como la ‘Mamá del rock’; pero no se trataba precisamente de una mujer, más bien era Víctor Francisco Jaime (†), un impulsor de este movimiento y de conciertos en las décadas de los setenta y ochenta, también conocido como ‘Pancho Jaime’.

María Belén Guillem es la vocalista del grupo guayaquileño Proyecto Secreto Simio, banda que interpreta rock alternativo. Uno de los secretos que ella tiene para atraer al público es mantener la humildad y compartir con los fans. Foto: Cortesía

Constancia y energía, la clave

Para Elizabeth, de 31 años, abogada de profesión y vocalista de la banda Cuestión de Actitud, el éxito no solo está en pararse frente a un escenario y cantar.

Sus 13 años en los escenarios incursionando en géneros como el punk y el hardcore le han permitido llegar a la conclusión de que para mantenerse en la palestra se debe tener constancia.

“Muchos grupos están un tiempo y después paran”, explicó esta fémina que nunca estudió canto, pero es dueña de una poderosa voz, al tiempo de creer que si “cantara en otro género se sentiría como un cero a la izquierda”.

Coronel, quien también forma parte de Pukarana junto con su hermana Catalina (bajista), lleva la música en la sangre, pues su padre interpretaba canciones tropicales.
Sus primeros contactos con el rock metálico datan de su etapa escolar cuando, a través de una cadena norteamericana, escuchó a Metallica y a Pantera.

Además de cantante es coordinadora académica de la Facultad de Ciencias Administrativas de la Universidad de Guayaquil.

La historia de María Belén, de 22 años, voz del grupo Proyecto Secreto Simio es muy parecida. Una de las pocas diferencias es que empezó haciendo música en bares a los 13 años. Su madre la acompañó en todo ese período.

Esta admiradora de la ecuatoriana Pamela Cortés y de la desaparecida cantante estadounidense de rock and roll y blues Janis Joplin, admite que es difícil ganarse al público.

“Empiezas con gente que no te conoce. Las personas no saben nada de tus temas. Los rockeros lo que esperan es a un músico con fuerza. Hay que impactar de tal forma que el espectador te sienta”, así explica su filosofía. Guillem, quien es estudiante de ingeniería civil y la única mujer de su grupo, dice entrar al escenario y repetirse en la cabeza: “Esto es lo mío”.

“Lo hago con fuerza. La idea es que la gente vea la fuerza de la banda”, mencionó.

Al igual que Elizabeth, tampoco estudió canto y coincide con su colega en que no lo necesitaba. “Los rockeros tenemos mente abierta. Hay tal amplitud que estamos abiertos a consumir música. De eso se va separando lo que gusta y lo que no gusta”, enfatizó.

Las melodías que interpreta María Belén son del género conocido como rock alternativo. En el entorno familiar de la desde hace 3 años integrante de Proyecto Secreto Simio no hay músicos, sus allegados son ingenieros y abogados. En el segundo disco que está grabando la banda compuso varias canciones.

La licenciada en diseño y producción de audiovisuales Silvia Quiroga forma parte de Wanda Camaleón, agrupación que se caracteriza por tocar una fusión de glam-pop-rock. Comenzó cantando junto a su padre y luego en el colegio. Foto: Cortesía

Entretener, otro factor

Sandy Echeverría, bajista del grupo Ácidas, acudió a su primer concierto de rock cuando tenía 6 años. La presentación se dio en la Universidad Católica de Guayaquil y desde allí no se despegó de este género.

Hoy, a sus 35 años, 6 de ellos tocando el instrumento de cuatro cuerdas, no tiene ningún recelo de competir con bandas masculinas. En su caso, sí tomó clases de bajo en Buenos Aires (Argentina) y en el país. “No hay muchas bandas de chicas. Nosotras y otras colegas trabajamos duro para hacer cosas buenas y entretenidas”.

La apuesta de las Ácidas es que las letras de sus canciones tienen contenido erótico. “Hablamos de sentimientos, sensaciones, vicios y pasiones. Es una banda de punk erótico total”, recalcó.

Sandy, quien se identifica también con las artes escénicas, al momento es administradora de una hostería. Ella, al igual que Elizabeth, tiene allegados vinculados a la música.

En el pasado formó parte de una banda llamada Pandemónium. Su género es el punk rock y se siente identificada con la desaparecida agrupación estadounidense Ramones.

Otro hecho en el que coincide con Coronel (Cuestión de Actitud) es que Ácidas está compuesta solo de chicas.

Para Silvia Quiroga, de 27 años, integrante de Wanda Camaleón, lo complicado no es tener que ganar un sitial entre los grupos de varones. Esta simpatizante de la fusión glam-pop-rock considera esencial que haya una mayor apertura en el medio. “Ahora hay una mayor presencia de chicas, pero muchas de ellas están en el underground”, aseveró.

Quiroga, licenciada en diseño gráfico y en producción audiovisual, tampoco tomó clases de canto. Comenzó haciéndolo en su niñez junto con su padre y luego en el colegio. Su clave está en el compromiso con el público y la vocación de hacer música. “Sientes que llevas algo dentro de ti. Lo quieres sacar y lo haces para que disfrute la gente que acude a verte”, dice.

Afinación y escuela

Dennis Mancero, de 52 años, es un guitarrista de larga data en Guayaquil. A su criterio el hacer música y consolidarse en el medio va más allá del género masculino o femenino. “Ellas deben bancarse los mismos problemas que tenemos todos los grupos”, expresa de manera radical.

Y va más allá: “Todos deben hacer preparatoria, primaria, secundaria y universidad. Eso implica, tocar primero en los cumpleaños de amigos; luego, en la kermés de los colegios donde estudian; después, en los bares; de ahí en los festivales abriéndolos y, finalmente, ser los grupos que están en el cierre del show”. Al consultarle sobre qué pega más, ¿una buena composición musical o la letra de la canción? Considera que quien desea inmiscuirse en este mundo debe estar bien afinado (tener talento).

Explica: “Primero es el talento, la pinta viene después. Tiene que haber talento femenino. La cuestión es decidirse y hacerlo. Hay que creer. Lo más fácil es no hacerlo y dejarse llevar por la corriente”.

El también fotógrafo profesional y egresado de la Universidad Laica Vicente Rocafuerte en Publicidad y Mercadotecnia considera que las letras de las canciones son algo muy subjetivo. Mancero, quien fue guitarrista de Blaze y actualmente tiene un proyecto en solitario, editó hace pocos meses un disco con 19 temas. En la estructuración lo acompañaron músicos varones, pero también María Belén Guillem. (I)

Elizabeth Coronel (der) es dueña de una potente voz. Tiene 13 años en los escenarios locales y nunca ha tomado clases de canto. Es la intérprete de Pukarana y de un nuevo proyecto denominado Cuestión de Actitud. Foto: Cortesía

DATOS

El rock punk, el hardcore punk, el rock alternativo y otros son subgéneros del rock que varían dependiendo de distintos factores como los instrumentos o efectos a usar, el público que los sigue, las influencias de quienes los tocan o cantan, etc.

Underground es un término usado para referirse a los movimientos contraculturales. Su traducción es “subterráneo”. Los eventos se hacen en lugares poco conocidos.

Harold Mera organiza el festival Saustock desde 1995. Al año siguiente le dieron tarima a una banda procedente del Colegio Americano. Se trataba del grupo Rosana Comelobos en donde tocaba la ya fallecida Fabiola Viteri.

“Era la primera banda de rock femenina del norte de la urbe. Nunca antes habíamos visto otra agrupación así”, recordó.

Para el promotor de eventos en vivo cuando una banda de mujeres llega al público debe buscar “tocadas”, sacar camisetas, afiches y similares para darse a conocer. (I)

La bajista Sandy Echeverría tuvo la oportunidad de aprender a tocar el bajo en Argentina y también en el país. Ella es integrante del grupo Ácidas que apuesta al punk rock, pero con letras de contenido muy erótico. Foto: Cortesía

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