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Sociedad

25 perros mestizos conviven con los estudiantes de Yachay Tech

25 perros mestizos conviven con los estudiantes de Yachay Tech
Foto: Álvaro Pérez / EL TELÉGRAFO
29 de octubre de 2017 - 00:00 - Amanda Granda

Urcuquí-Imbabura.-

En 2014, cuando la universidad   emblemática Yachay Tech abrió sus puertas en el cantón Urcuquí (Imbabura), no solo los estudiantes, los docentes y el personal administrativo o de limpieza se convirtieron en los primeros habitantes del campus, a ellos se sumaron unos inesperados vecinos de cuatro patas.

Se trata de un grupo de perros que conforme llegaban más estudiantes, su población también aumentaba, recuerda Sebastián Rodríguez, estudiante de Biología y presidente del club de Bienestar Animal de Yachay.

Es jueves (06:45), el silencio y la bruma envuelven los exteriores de los Multifamiliares San José, una de las tres áreas residenciales que hay en la universidad. Desde una esquina, los ladridos agudos de un perro  rompen la pasividad del lugar.

Aunque el can de pelaje negro es considerado callejero tiene nombre. Se llama Celeste. Los universitarios lo bautizaron así porque sus ojos son de ese color.

El perro se despereza y camina hasta la puerta de una de las habitaciones de la planta baja.  Luis Vaca, estudiante de Física sale presuroso con dirección a su primera clase. Antes de que suba a su bicicleta, saca un pan y se lo muestra a Celeste. El can aúlla, se sienta, y con delicadeza toma el bocadillo de la mano de Vaca.

Conforme avanza la mañana, más perros se unen a Celeste. Algunos se limitan a pasear por la zona residencial; otros -los más avezados- suben con “su humano preferido” hasta su clase, dice Mayra Pillajo.

La estudiante de Química cuenta que, si bien, las reglas de la universidad impiden que los chicos tengan mascotas y también prohíbe el ingreso de perros callejeros a las aulas o dormitorios, muchos de los canes que viven en Yachay ingresan a las aula y laboratorios.  

“Solo se sientan junto a quien tienen más cercanía y se duermen. No interrumpen la clase y muchos profes no tienen problema con eso”, cuenta Pillajo mientras acaricia a Caramelo, una hembra que vive en Yachay desde hace dos años.

Según datos del club de Bienestar Animal, en Yachay viven 25 perros (13 machos y 12 hembras). La cifra se determinó después de un censo que realizaron el semestre pasado.

El objetivo del censo no se limitó a conocer la cantidad de ejemplares. Los chicos lo hicieron para darle una identidad (nombre) a cada uno de ellos.

Sobre la base de esa información realizaron una campaña de esterilización, la mayoría de los canes ya pasaron por esta práctica veterinaria gracias a la gestión de los 20 chicos del club.

Mientras Rodríguez comenta sobre las acciones que realiza el grupo que dirige, una perrita a quien él bautizó como Curí se acerca y lame su mano. El estudiante cuenta que ella es uno de los cuadros más tristes que ha visto en Yachay.

Hace tres semestres, Curí parió a una camada de seis cachorros, lo hizo en uno de los edificios en los que las obras de construcción están paralizadas. Integrantes del club la ayudaron con alimentación y dieron a sus cachorros en adopción. Uno de los requisitos fue que el solicitante se comprometa a trasladar al cachorro a la casa de su familia localizada en su ciudad de origen.

Un mes después, la mascota fue atropellada, le dio una hemorragia interna. Los chicos le proporcionaron la ayuda necesaria y quisieron que ella pase la noche en una habitación. Sin embargo, las normas de la universidad lo impidieron.

Como Curí no pudo ingresar a una vivienda, los chicos armaron una carpa sobre el césped que flanquea la residencia. Ahí durmieron con ella hasta su completa recuperación.  

A diario, los universitarios se organizan para poder mantener a estas mascotas, darles atención médica, en el caso de requerirlo y promocionar su posible adopción.

En Yachay, profesores, estudiantes, personal administrativo o de limpieza se dan formas para alimentar a los perros, cuenta Rodríguez. Algunos de los jóvenes colocan un recipiente en su puerta y ahí dejan comida o agua para sus vecinos ‘peludos’.

Personas de mantenimiento como Galo Ruiz también son cercanas a los canes. Mientras el trabajador recorre el campus limpiando los pisos, Alfa, un macho café le sigue a donde va.

Algunas veces, cuando Alfa está con ánimos de jugar, sostiene fuertemente con su hocico una parte de la escoba que maneja Ruiz y corre. Lo hace hasta que él logre atraparlo. “Jugar con Alfa me ayuda a lidiar con el estrés. Aquí, él es mi compañía”, dice Ruiz. (I)

Sebastián Rodríguez, presidente del club de Bienestar Animal de Yachay, conversa sobre las acciones que realiza su grupo. ‘Curí’ lo acompaña durante la entrevista. Foto: Álvaro Pérez / EL TELÉGRAFO

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El funcionamiento del refugio de animales está en riesgo

A 20 minutos de Yachay Tech existe un albergue para animales administrado por la empresa pública, informó Sebastián Rodríguez, presidente del club de bienestar animal de la universidad. Sin embargo, bajo la administración pasada, el lugar no funcionaba al 100% y no representó una ayuda para el manejo de la fauna urbana.

Con las nuevas autoridades, dice Rodríguez, no existe la voluntad de seguir asignando recursos para que ese espacio opere. “De hecho están discutiendo si a las instalaciones les asignan un nuevo uso”, dijo el universitario.

Como una de las medidas a favor de los animales, el club envió una carta al rector Carlos Castillo para buscar que las reglas para las mascotas no sean tan estrictas. Una de ellas prohíbe alimentar a los perros dentro del campus. (I)

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