Durante mucho tiempo se pensó que la dieta vegetariana y el deporte eran incompatibles, porque la comida que excluye la proteína animal es percibida como incompleta y casi carente de nutrientes esenciales. Quienes más cuestionaban la alimentación vegetariana tildaban a sus seguidores de inconscientes e incluso radicales.

Las críticas subieron de tono cuando a los deportistas se les ocurrió hacerse vegetarianos y participar en competencias de alto nivel.

En ese momento, no solo surgieron las voces de alarma que pronosticaban el fracaso de estos deportistas, cuyo régimen alimenticio había dejado de lado a las proteínas, indispensables en el rendimiento físico, sino que se pretendió impedir su participación. Con el transcurso del tiempo, se comprobó que los deportistas de élite pueden llevar una dieta vegetariana e incluso vegana y conseguir tantas medallas, como aquellos que llevan un régimen omnívoro.

Aunque se ha comprobado que la proteína animal tiene aminoácidos fundamentales para el organismo humano, también es cierto que una dieta vegetariana bien equilibrada no pone en riesgo la salud de quienes se dedican a disciplinas deportivas de alto nivel de exigencia.

Los especialistas señalan que las dietas vegetarianas bien planificadas son apropiadas para todas las etapas del ciclo vital, incluidos el embarazo, la lactancia, la infancia, la niñez y la adolescencia, así como para los atletas. El mito del humano cazador no es tan cierto como se pensaba.