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Las tortugas no están solas
Parecería que en el mar la vida es más sabrosa y, de hecho, lo es para las tortugas marinas que nadan ‘a sus anchas’ en la reserva marina de las Islas Galápagos. Es su hábit, su hogar, pero, aún allí, lejos de todo, corren riesgos y los biólogos, responsables de su conservación, los constantan a diario.
De hecho, un estudio desarrollado por la Universidad San Francisco de Quito, reveló el grave impacto de los choques con botes sobre estos animales. Esta investigación publicada, junto a científicos de la Fundación Charles Darwin y el Parque Nacional Galápagos, recomienda que se establezcan límites de velocidad a los botes en áreas clave para las tortugas.
El crecimiento del turismo, según advierten los científicos, ha elevado, de manera exponencial, el tráfico marítimo en las islas y, por lo tanto, el riesgo de choques de los botes con animales marinos que viven cerca de la superficie, como las tortugas marinas. Pero ¿cómo es posible determinar si han sufrido daños? Precisamente, esa es una de las innumerables tareas que realizan biólogos y voluntarios de la Fundación Charles Darwin y el Parque Nacional Galápagos al impulsar un proyecto para monitorear a las tortugas.
Aunque el trabajo está orientado, sobre todo, a realizar un acompañamiento durante el período de incubación y nacimiento de las crías, los especialistas también constatan los daños corporales que estos animales pueden sufrir. Es un trabajo de largo aliento, pero necesario para proteger a estas especies amenazadas.