Aunque la historia de los videojuegos es relativamente corta —estos programas surgieron hace 40 años—, su evolución, en términos tecnológicos, ha sido por demás significativa. Sus fórmulas narrativas, lejos de mantenerse intactas, han evolucionado hacia nuevas formas de contar historias.

Con el tiempo han aparecido nuevos juegos de video más dinámicos, en los que el jugador puede influir en el entorno virtual que lo rodea y, al mismo tiempo, los escenarios donde actúa pueden autorregularse, lo que significa que no son videojuegos predefinidos, sino autónomos e independientes, características que los hacen aún más entretenidos.

La mayoría de los juegos actuales permiten mejorar la experiencia del jugador. La misma experiencia que los players (jugadores) experimentan frente a una videoconsola, también la viven los usuarios de los teléfonos celulares inteligentes que descargan estos programas en sus aparatos. Los últimos modelos de teléfonos inteligentes tienen prácticamente la misma potencia de procesamiento y la misma capacidad gráfica que las consolas de videojuegos portátiles.

Actualmente, el mundo de los videojuegos es un negocio mediático, y sus productos generan tantas ventas que compiten con las películas más taquilleras. Aunque en sus inicios era un ámbito dominado por chicos y jóvenes, el público de los videojuegos se ha ampliado y actualmente incluye a chicas, mujeres jóvenes, padres y personas de la tercera edad. A diferencia de cualquier otra herramienta, los videojuegos tienen el poder de narrar una historia de una forma única e inimitable.