No todos los gamers son iguales ni tienen por qué serlo. Es una comunidad diversa que comparte un mismo interés: jugar videojuegos. A diferencia de los jugadores casuales, los gamers de ‘cepa’ no juegan solo por jugar ni por pasar el tiempo; lo hacen, sobre todo, para alcanzar récords, después de imponerse metas que, en muchos casos, parecen inalcanzables.

El jugador casual no tiene la cultura gamer. De hecho, ni siquiera le interesa saber lo que es una tarjeta gráfica o un driver. Es, sobre todo, un jugador de consolas. El gamer indaga, descubre y mejora su conocimiento sobre la tecnología que permite alcanzar un mejor nivel de juego.

La mayoría de gamers están interesados por los juegos multijugador o juegos en línea y a la primera oportunidad forma comunidades (clanes) para alcanzar un nuevo reto y poner a prueba sus destrezas. Para muchos, ser un gamer es un estilo de vida. Cuando los ambientes virtuales son hostiles, combaten en equipo. Son una suerte de hermandad, porque aunque no se conozcan en el mundo real, se unen para alcanzar un objetivo en la arena (escenario donde tiene lugar el juego).

Nuestro país no es ajeno a este fenómeno. En realidad, hay una comunidad numerosa de estos videojugadores del ciberespacio que están repartidos en una suerte de clanes que se diferencian unos de otros por el tipo de juego escogido. Al interior de ellos también hay características únicas que hacen que sus integrantes se destaquen de otros.

Están los cheaters que se caracterizan por utilizar un sinnúmero de trampas (cheats) para alcanzar sus objetivos. En el mundo del gamer, lo que importa es la dedicación y el compromiso por alcanzar un nuevo récord. Mientras los detractores de esta práctica creen que se trata de una adicción, ellos mejoran su capacidad para imponerse nuevos desafíos.