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Huertos para comer sano
No importa si vive en una suite, en una vivienda con amplios espacios verdes o en una casona campestre. En cualquier lugar es posible mantener un huerto familiar, una actividad que no siempre deja réditos económicos, pero que nos brinda la oportunidad de contemplar el ritmo de la naturaleza y, sobre todo, nos permite comer sano.
Son iniciativas creativas y saludables que proliferan en las urbes. Cada huerto es un ejemplo de conciencia ecológica, una conciencia que, a menudo, parece estar ausente en las sociedades actuales. Gracias a esta iniciativa que demanda poca inversión, las familias mantienen una agricultura más natural que contribuye a su bienestar. Está claro que cultivar un huerto ecológico es mucho más que obtener verduras libres de químicos.
Como dice el libro Un huerto para ser feliz, los frutos más preciados son los beneficios para la propia salud y la del entorno. Con frecuencia, son las mujeres quienes determinan lo que se siembra y quienes mantienen el huerto. Son ellas las principales responsables de cultivar las plantas que necesitan para el consumo doméstico. De acuerdo con la Agencia Metropolitana de Promoción Económica Conquito, el 84% de las participantes de los proyectos de agricultura urbana en la capital corresponde a mujeres jefas de hogar.
Muchas participan con sus productos en ferias urbanas donde comercializan sus hortalizas libres de químicos. Sembrar en casa es una iniciativa voluntaria que, día a día, hace posible llevar diversos productos de la granja a la mesa. Quienes se dedican a esta actividad demuestran que la agricultura urbana es una empresa viable y que este tipo de iniciativas acorde a los nuevos medios de vida contribuyen a una economía sostenible y, por supuesto, a mejorar la salud de la ciudad.