El valor de la tradición oral
La tradición oral ha adquirido una dimensión crucial en la difusión de los saberes de la cultura afroesmeraldeña. En cierta medida, este acervo está vinculado con el reconocimiento de su pueblo y la conservación de los saberes.
Esta tradición ha existido desde tiempos antiguos y, muchas veces, se ha convertido en la única vía para transmitir sus costumbres. Aunque todavía hay muchos historiadores que las descalifican al afirmar que las tradiciones orales no son fiables y que la información que aportan no es valedera, los grupos humanos reconstruyen su historia a través de esta.
En nuestro país hay muchas voces portadoras de la tradición oral y una de ellas es la de Rosa Wila, una mujer que le canta a la vida. Y es que la cultura de esta mujer esmeraldeña es oral. La música de su pueblo no encuentra representaciones académicas; es una tradición que se oía y se quedaba en la memoria.
Gracias a la oralidad entablamos relaciones de intercambio con los demás. Sobre la trascendencia de la tradición oral, Eric Alfred Havelock, filósofo, afirmaba que el ser humano natural no es escritor, ni lector, sino hablante y oyente.
Durante décadas, la cultura oral ha sido considerada como más expresiva, quizás esta sea una de las características que ha marcado la pauta para que la tradición oral sea definida como popular. Quienes integran la cultura afroesmeraldeña se reconocen en ella, aunque, en muchos casos, puedan surgir narradores especializados que se encargan de darle forma discursiva.