Después de una cita, algo queda impregnado en nuestros sentidos. Olores, ecos, imágenes, palabras... Estas sensaciones suelen mantenerse suspendidas como motas de polvo por largo tiempo. Es inevitable que en la cita con los otros, sus historias, sus puntos de vista, sus memorias, sus ideas, sus desencuentros… pongan nuestro sentido, el más común, en alerta.

Existen pensamientos lógicos y pensamientos narrativos y, sin dudarlo, el pensamiento más básico, la inteligencia más sensible, ese radar que todos los seres humanos llevamos, el sentido más común de los comunes: el sentido común.

Por él, mujeres y hombres, periodistas de la contemporaneidad, sabemos cuál es la importancia fundamental de la diferencia: la alteridad (condición de ser otro). En el Encuentro con el otro, el periodista Ryszard Kapuscinski, escribe: “aceptamos al otro aunque sea diferente, y precisamente en esa diferencia, reside la riqueza el valor y el bien”.

Según Teun Van Dijk, uno de los mejores lingüistas contemporáneos: “El periodista trabaja desde la sociología del lugar común”, o sea, no desde la sociología profunda. El Gabo nos advirtió: “Lo que pasa que el mundo se le escapó al periodismo, lo que tenemos es que reinventarnos el mundo” y él se inventó Macondo, ¿o será que lo reinventó?

Pero desde el sentido común creo que nos toca al revés: creemos que hay que reinventar el periodismo, porque si el periodismo dejó escapar el mundo, lo que tenemos que hacer es reinventarlo para que pueda volver a contar el mundo de la vida. A Omar Rincón le encanta provocarnos con esto.