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El cosplay más que una manía por el disfraz
Son héroes de carne y hueso. Héroes que han dejado de habitar en los cómics, en el anime y en el manga para exhibirse en convenciones y encuentros donde la ficción supera a la realidad. Aunque ninguno de ellos haya salvado a la humanidad tienen cientos de admiradores.
Sin embargo, algunos de ellos son héroes en la vida real, como Tatiana Fernández, quien a diario, debe cuidar a los pacientes que ingresan al hospital. Esta doctora, especialista en cuidados paliativos, ha contribuido a salvar vidas.
En sus tiempos libres, cuelga el mandil de médico para transformarse en una adolescente hechicera, un personaje de una serie animada creado por un escritor japonés. Tatiana personifica a una hechicera de ensortijada melena, como también puede representar a otras tantas figuras propias de las series de ficción.
Desde hace varios años, esta ecuatoriana decidió incursionar en el cosplay, una expresión artística, un movimiento cultural, en el que sus seguidores usan disfraces y accesorios para representar a un personaje de ciencia ficción, con frecuencia, el protagonista de un cómic. Los cosplayers más exitosos son los más fotografiados y aquellos que tienen cientos de fans que los siguen a cada evento al que asisten.
Los cosplayers, a menudo, interactúan para crear un movimiento cultural centrado en el juego de roles. Lo que distingue al cosplay del típico disfraz no es el detalle del maquillaje ni el vestuario, sino la capacidad —siempre asombrosa— de los cosplayers de interpretar el personaje en cuestión.
Al mismo tiempo, son capaces de llevar a escena sus habilidades histriónicas con un estudio profundo de las expresiones faciales y modismos de su personaje preferido.