La Organización Mundial de la Salud recomendó el uso del antiviral molnupiravir para el uso en pacientes con covid-19 sin síntomas graves, pero que representen un alto riesgo de ser hospitalizados.

Los pacientes con alto riesgo de hospitalización son los no vacunados, personas de tercera edad, quienes padezcan de una enfermedad crónic  y los inmunocomprometidos. 

Este antiviral debe ingerirse inmediatamente después de la aparición de los primeros síntomas durante cinco días para evitar que el virus se replique en el organismo. El Grupo de Desarrollo de Directrices de la OMS aclara que los pacientes jóvenes, mujeres embarazadas y lactantes no deben tomar este tratamiento por los efectos secundarios como retrasos del crecimiento óseo y muerte fetal, en base a los estudios en animales.

Este tratamiento autorizado por la OMS se basa en nuevos datos de seis ensayos en los que participaron 4.796 pacientes. El empleo del molnupiravir dio como resultado una reducción del riesgo hospitalario a 43 menos ingresos por cada mil pacientes, además de un menor tiempo de los síntomas, con un promedio de 3.4 días menos. Con respecto a la mortalidad hubo una disminución, con seis menos muertes por cada 100 habitantes en el grupo que se trató con este medicamento.

Con respecto a los efectos secundarios, el grupo de expertos no encontró ningún efecto significativo a corto plazo, pero si existe una preocupación sobre los efectos secundarios a largo plazo. Según los datos preliminares existe un mayor factor de riesgo de cáncer, por lo que este tratamiento únicamente está dirigido para pacientes con mayor grado de hospitalización.

El uso de este medicamento también se enfrenta a desafíos socioeconómicos para acceder al fármaco, especialmente en países de medianos y bajos ingresos por su alto costo. La organización humanitaria 'Médicos sin Fronteras' alertó en 2021 sobre esto, ya que su precio puede costar unos $700. Por lo que recomendaron el desarrollo de genéricos alternativos que podría bajar su precio en $20.

“Aquellos con desventajas socioeconómicas tienden a tener menos acceso a los servicios, incluyendo pruebas de diagnóstico y tratamientos, y, por lo tanto, menos acceso a las intervenciones. Como resultado, esto puede exacerbar la inequidad en salud”, así lo señaló la OMS.