La falta de nutrientes se traduce en alumnos con baja productividad
7,1 millones de niños en A. Latina sufren desnutrición
En los datos individuales de la OPS (Organización Panamericana de Salud) se aprecia una prevalencia de la desnutrición infantil crónica en los países más pobres. Por ejemplo, en Guatemala el 54,5% de los pequeños menores de 5 años está desnutrido. Ocurre lo contrario en Bolivia, que fue reconocido por sus esfuerzos al disminuir la problemática, pasó del 23% al 12%.
Según la OPS, la realidad del problema de la desnutrición crónica (talla baja) “es mucho mayor de lo que se estima convencionalmente, empleando al número total de niños menores de 5 años como denominador”. En total, en la región coexisten 7,1 millones de menores de 5 años con falta de nutrientes. En 2012 la talla baja por edad o desnutrición crónica en Ecuador era del 25,2%. Mientras que hasta diciembre de 2015, 156.649 niños fueron atendidos por bajo peso.
Generalmente, la desnutrición crónica repercute en la salud del menor con episodios de diarrea y enfermedades repetitivas. Entre los 2 y 5 años de edad, la velocidad de crecimiento en talla de los niños de la región es estable y similar a la de los niños bien nutridos en el resto del mundo, incluyendo Noruega y los Estados Unidos. Pero el déficit de nutrientes que ha ocurrido durante los primeros 2 años de vida, rara vez es recuperado.
Las causas más directas del retraso del crecimiento son las malas prácticas de lactancia materna, de alimentación complementaria y las enfermedades infecciosas. Técnicos de la OPS apuntan en un estudio del 2014 que la ingesta insuficiente de energía y nutrientes es el resultado de inapropiadas prácticas de alimentación y tiene su relación con la pobreza extrema, la inseguridad de provisión de comida en el hogar.
En el mismo reporte se indica que los efectos acumulados de la desnutrición en la niñez se traducen en la edad adulta como baja productividad, menores ingresos económicos y problemas de salud.
La falta de nutrientes cuadruplica el riesgo de muerte en neonatos con un peso de 2.000 a 2.499 gramos. El 61% de los niños que desarrollan cuadros de diarrea y mueren se debe a la desnutrición. Igual ocurre con el sarampión, el 51% de quienes contraen esta enfermedad muere si no está bien nutrido. “Los efectos en educación son igualmente alarmantes. La desnutrición causa limitaciones de aprendizaje; los pequeños malnutridos se incorporan tarde al proceso escolar o faltan a las clases, lo que aumenta la probabilidad de repetición o deserción”, explica el estudio de la OPS.
En medio de este panorama hay otra preocupación para las autoridades de salud latinoamericanas. En la región también hay 3,8 millones de niños que sufren sobrepeso, lo que demuestra una doble carga de malnutrición. “Debemos identificar políticas públicas que combatan tanto el hambre como la obesidad y que garanticen la salud de los individuos, pero que también fomenten una producción sostenible de alimentos, con una preocupación particular por los agricultores familiares”, señaló el representante de la FAO, Raúl Benítez.
Según la FAO, los avances económicos y sociales en América Latina y el Caribe en las últimas décadas presentan nuevos desafíos relacionados con cambios en los patrones alimentarios. La organización muestra su preocupación, porque la anemia por deficiencia de hierro afecta al 44,5% de los niños latinoamericanos y al 22,5% de mujeres en edad fértil. (I)
La leche materna es vital, dice experta
Una buena nutrición forma niños activos
Un niño bien alimentado tiene muchas energías para aprender. En ese sentido, mientras más tiempo pueda lactar el menor, será mejor tanto para él como para la madre porque crea un mayor vínculo afectivo y los nutrientes de la leche aportan en el desarrollo de su cerebro y cuerpo.
Así lo afirma Ágata Guerrero, coordinadora académica del centro de estimulación temprana Gymboree, en Guayaquil, de acuerdo a su experiencia y a las indicaciones que hacen nutricionistas que llegan al sitio.
La institución fue creada hace 30 años con 550 sedes en 30 países. Acuden niños desde 45 días de nacidos hasta 5 años y reciben clases durante 45 minutos diarios, dependiendo del nivel al que asistan. “Respetamos la forma natural de su crecimiento, nunca les obligamos a la parte de la caminata y del gateo que para los papás es muy importante, porque para nosotros lo que prima es la exploración y las experiencias que puedan tener en su desarrollo”, dice Guerrero.
Agrega que cuando se trata de aplicar métodos de enseñanza desde el hogar, los padres tienen mucho desconocimiento. Por ejemplo, no saben que cuando un niño empieza a comer frutas, en el primer día debe tenerla entera en sus manos para reconocerla, en el segundo día debe estar pelada y picada y en el tercero dejarlo que coma solo.
Guerrero menciona que la principal recomendación está dirigida a los padres, quienes deben complementar las actividades en casa. “El trabajo de enseñar a su hijo es continuo. El hecho de sentarse y leerle un cuento hace que fomente el hábito a la lectura, al nombrarle cómo se llama un alimento cuando le da de comer también está trabajando en lenguaje y comunicación”, expresa. (I)