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Varias entidades del estado promueven el mejoramiento de la calidad para la exportación

Los cultivos de aguacate se extienden por los valles templados de la serranía

El aguacate se desarrolla bien en suelos profundos, de textura franco arenosa y es sensible a la asfixia radicular por falta de oxígeno.
El aguacate se desarrolla bien en suelos profundos, de textura franco arenosa y es sensible a la asfixia radicular por falta de oxígeno.
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20 de febrero de 2016 - 00:00 - Rut Melo

La producción de aguacate en las provincias de la Sierra se presenta como una gran alternativa de inversión, producción y rentabilidad para los agricultores de la región interandina ecuatoriana.

El aguacate es un cultivo que en el Ecuador va tomando mayor importancia año tras año. Su alto rendimiento en condiciones climáticas adecuadas y la gran demanda en el mercado internacional han colocado a este producto en un sitial privilegiado en el país. Su producción está distribuida en los valles interandinos de la Sierra, en las provincias de Imbabura (Chota y Salinas), Carchi (Mira), Pichincha (Guayllabamba), Tungurahua (Patate y Baños) y Azuay (Paute y Gualaceo).

El aguacate forma parte importante de una dieta saludable, tanto por su contenido de grasa monoinsaturada similar a la del aceite de oliva, así como por su gran cantidad de vitamina E, antioxidantes y ácido fólico. Contiene fitonutrientes como la luteína y la zeaxantina que aportan numerosos beneficios para apoyar la salud y propiedades antioxidantes que protegen las células del organismo de la acción de peróxidos. Además, contiene 60% más potasio que los plátanos, un mineral que ayuda a regular la presión arterial en los seres humanos.

Nativo de Centro América y del sur de México, el aguacate es un árbol de tamaño variable que se encuentra expuesto a factores del ecosistema como el tipo de suelo, los nutrientes, el ataque de plagas, insectos y enfermedades, estos últimos son los principales limitantes para su desarrollo. La Agencia Ecuatoriana de Aseguramiento de la Calidad del Agro (Agrocalidad), entidad adscrita al Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca (Magap), es la encargada de optimizar los procesos para obtener una mayor productividad, facilidad de manejo y mejor calidad de la fruta.

Encargada de los recursos vegetales de la Zona Norte del país, Agrocalidad se enfoca en la certificación de productos para la exportación, la vigilancia sanitaria y el monitoreo de plagas y enfermedades en los cultivos. Según la Encuesta de Superficie y Producción Agropecuaria Continua (2012), se conoce que en Imbabura existe 15.174 hectáreas de superficie de labor agropecuaria en cultivos permanentes. Ángel Orozco, responsable de Sanidad Vegetal en Agrocalidad, menciona que en la provincia de Imbabura están registradas aproximadamente 550 ha de aguacate y que su producción se está incrementando exponencialmente en la localidad.

“En Imbabura los productos que más se siembran son el frejol, el maíz, el tomate de riñón, el tomate de árbol —aunque está decayendo el cultivo—, el aguacate y la caña de azúcar. Pero en la actualidad, el cultivo de aguacate ha tomado peso dentro de la provincia, esto sucede por 2 razones: primero, por los incentivos que existen para la siembra del aguacate hass; y por otro lado, porque este cultivo es rentable económicamente para los pobladores”, indicó Orozco.

La demanda internacional del aguacate ecuatoriano, ya sea por su sabor, textura o propiedades nutricionales, ha interesado a innumerables consumidores de países como Colombia, Chile, Venezuela, EE.UU., Alemania, Francia, Rusia, entre otros. Según Orozco, los microclimas que hay en Ecuador, debido a la cordillera de los Andes y su topografía, hace que se produzcan aguacates durante todo el año.

“Para sembrar aguacate, el productor prepara el suelo, compra la planta en un vivero —recomendamos que sea un vivero registrado para que tenga garantía de la calidad de la planta—, hace el hoyado, la siembra, el control de malezas, el abonamiento y fertilización de mantenimiento, el control fitosanitario, la poda, el riego y la cosecha”, señala Orozco.

El cultivo de aguacate está experimentando en los últimos años un impresionante crecimiento como actividad agroexportadora, potenciando el cultivo de distintas variedades de aguacate como el guatemalteco, el criollo, el fuerte y el hass, aunque en el país se cultivan más de 20 variedades distintas de esta fruta. Por esta razón, desarrollar tecnologías que optimicen el manejo en las diversas fases del proceso de producción es primordial. Según el Sistema de Información Nacional de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca (2012), los precios pagados al consumidor por kilogramo de aguacate (guatemalteco) durante el período 2010-2012, variaron mes a mes y fluctuaron entre $ 0,52 y $ 1,30 por kilogramo.

El Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias (Iniap) es el encargado de investigar, desarrollar tecnologías, generar procesos de innovación y transferencia tecnológica en el sector agropecuario, agroindustrial y de forestación comercial. Según el William Viera, responsable del Rubro de Fruticultura, existen alrededor de 4.500 ha a escala nacional de producción de aguacate y se pretende que se extienda la superficie cosechada de esta fruta para la exportación.

“El aguacate es un cultivo perenne que puede durar hasta más de 30 años, con un buen manejo. Además, no necesita de superficies extensas para tener una gran cantidad de producción, ya que un árbol puede generar hasta unos 70 kilos de aguacate”, indica Viera.

Muchos agricultores mantienen sus parcelas de aguacate prácticamente sin manejo, no utilizan fertilizantes, no realizan podas del árbol, no le proveen a la planta los nutrientes que necesita y, además, reciben el ataque de oídio (hongo parásito), fitóftora (origen fúngico), ácaros (plagas), arañas y gusano del cesto, que afectan a la producción.

Según Viera, al momento trabajan en tecnología que permita manejar problemas de plagas y enfermedades del suelo, además de aplicar productos y dosis para el control de las principales plagas y enfermedades que afectan el cultivo.

“Se trabaja en la producción de plantas injertas, la diferencia con una planta que sembramos desde la semilla es que la de semilla producirá a los 8 años y la injerta comenzará su producción a los 3 o 4 años”, señala Viera. (I)

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