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Zaruma, 'el cerro de oro colonial', conocida hoy como 'sultana de El Oro'

Zaruma, 'el cerro de oro colonial', conocida hoy como 'sultana de El Oro'
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El nombre ‘Zaruma’, recogido por la historia y la tradición desde la perspectiva lingüística, puede deberse a la importancia de los sembríos de maíz en épocas prehispánicas en esa región, pero, también recoge la importancia de la presencia del oro en las entrañas de los cerros, que puede tener relación con el mito andino de cerros con huacas, llenos de mazorcas de oro.

La minería en Zaruma tiene sus inicios, según varios historiadores, desde antes de la llegada de los españoles a América, el historiador lojano Pío Jaramillo Alvarado señala que el oro de Zaruma se explotaba desde una época anterior a la incaica, hecho que es corroborado por el antropólogo investigador Rodrigo Murillo Carrión en su estudio Zaruma, historia minera. Identidad en Portovelo en el que señala que en la actual hoya de Zaruma existieron 3 asentamientos, posiblemente de origen cañari correspondientes al período de Integración: Güizhagüiña, Yacuviña y Guayquichuma, cuyos emplazamientos se encontraban cerca de la mina. Estos pueblos posiblemente pudieron haber explotado o conocido la riqueza aurífera de este cerro; sin embargo, desaparecieron al momento del contacto europeo.

La exploración española en América tuvo como propósito el descubrimiento y la explotación de fuentes auríferas y argentíferas que marcó el destino de la economía y la sociedad colonial andina.

En el caso de Zaruma existen varias versiones sobre su descubrimiento español y su posterior explotación. Según las fuentes documentales a las que alude Murillo Carrión, Alonso de Mercadillo fundó el “Asiento de minas de Zaruma” en 1550, dato del que difiere Jaramillo Alvarado que ubica la fundación en 1560 con el mismo nombre, dada la presencia de una reducida población en el sitio.

Para el año 1559 se le reconoce a Zaruma con el privilegio de villa, con el nombre de “San Antonio del Cerro Rico de Zaruma” y fue su primer corregidor don Lorenzo de Figueroa y Estupiñán.

Como se había mencionado anteriormente, el asiento de minas de Zaruma tuvo en sus inicios una reducida población lo que impidió una explotación adecuada del mineral. El historiador Galo Ramón Valarezo afirma que los primeros mineros zarumeños invirtieron fuertes sumas en la exploración y habilitación de las minas, la contratación de indios y la movilización de yanaconas (indígenas dedicados al servicio) con el fin de demostrar a las autoridades españolas la bondad de las minas descubiertas, para ser beneficiados con el envío permanente de mitayos y enfatizar su rentabilidad para las arcas coloniales. El primer registro de oro quintado proveniente de Zaruma data de 1557.

Galo Ramón Valarezo también menciona que existieron 2 técnicas para la extracción de oro en Zaruma, las de “tajo abierto” y las de “socavón”; las primeras eran abiertas al sol, mientras que las segundas precisaban la construcción de túneles para la extracción aurífera y necesitaban mayor inversión.

Las herramientas utilizadas en las minas eran barras, picos, palas, cuñas, entre otras de carpintería, de acuerdo con la necesidad de cada mina. Una vez extraído el material, se lo trasladaba a molinos o ingenios para ser triturado, esta actividad, según las leyes coloniales debía realizarse a “lomo de mula”, hecho que fue respetado durante la bonanza de las minas de Zaruma; sin embargo, en la época de declive, muchos mineros lo hacían a espaldas de indios por el menor costo de inversión que esto significaba.

Debido a la falta de mano de obra la queja más recurrente de los mineros zarumeños, fue el aprovisionamiento de mitayos para los trabajos de extracción aurífera, pues la tecnología utilizada en las minas, el acarreo del material, los molinos y el beneficio requerían de gran fuerza de trabajo; sin embargo, el aprovisionamiento de mitayos no fue suficiente.

A esto se agrega la oposición de los hacendados de enviar mitayos, pues estos requerían esta mano de obra para la cría de ganado. La “época de oro” de la mina de Zaruma se dio entre 1570 y 1600, cuenta el ingeniero Germán Mora, hubo de 30 a 40 Ingenios mineros durante la época de prosperidad de la mina, que rindieron miles de pesos de oro por año.

Las minas de Zaruma, no han muerto, muchas están en explotación y transformadas en atractivos turísticos, como el museo de sitio de la Mina del Sexmo, que ilustra al visitante cómo eran las condiciones de la explotación del oro.

Además de esa riqueza, arquitectónicamente la ciudad es una joya del patrimonio cultural del Ecuador.

La minería y su influjo en la economía de la región Sur del país

La minería de Zaruma articuló y dinamizó la región sur del actual territorio ecuatoriano y el norte del Perú porque impulsó el desarrollo de un mercado interno, en primera instancia, debido a la importación de materiales e instrumentos necesarios para la actividad minera  como herramientas, papel, azogue, ropa, mulares, ganadería, alimentos, entre otros, también proveía a los mitayos del dinero suficiente para el pago de sus tributos. En segunda instancia, articuló la región sur del actual Ecuador y norte del Perú al convertirse en una ruta comercial de abastecimiento y aprovisionamiento de recursos a mercaderes de Quito y Lima.

El oro de Zaruma aportó significativamente a dinamizar la economía de la región sur del Ecuador en su época de apogeo; por otro lado, también atrajo consecuencias tanto a la población indígena, debido al trabajo desmedido que se le obligaba a realizar, como a la naturaleza, pues la tecnología empleada para la extracción y purificación del oro fueron nocivas y redujeron la diversidad de fauna y flora que existía en Zaruma, un daño irreparable que incluso hoy en día sigue afectando a la localidad.

Finalmente, la actividad minera permitió el desarrollo de poblaciones que se constituyeron en cuna de un mestizaje no solo físico, sino también cultural que impulsó un proceso de aculturación, debido a que se trasladó un importante contingente de población indígena rural hacia los centros mineros, incorporándolos a un sistema mercantil, el pago de la jornada en dinero, lo que formó nuevas identidades, creencias y representaciones. (O)

La exploración de los yacimientos auríferos

El territorio andino siempre ha gozado de abundantes recursos minerales como el oro, la plata, etc., desde tiempos prehispánicos ya se conocía la existencia de estos minerales, aunque no fueron explotados a una escala importante. Según el investigador francés Frédérique Langue y la antropóloga Carmen Salazar-Soler existían en la época prehispánica “las minas del Inca” y las minas de las comunidades o ayllus, estas se diferenciaban entre sí, pues las minas del inca eran montañas conocidas como huacas, mientras que las minas de las comunidades o ayllus se ubicaban en laderas de los ríos o en zonas de difícil acceso.

Cuando llegaron los españoles a tierras americanas su primer interés fue la explotación y comercialización de metales preciosos, pero su ubicación era desconocida, entonces relacionaron conceptos como el de huaca como sinónimo de mina, debido a que eran adorados y venerados por las comunidades aborígenes, lo que facilitó la localización de yacimientos auríferos (oro) y argentíferos (plata) para su posterior explotación.

Según Langue y Salazar-Soler se descubrieron minas de oro en Popayán (1536), Antioquía (1546), Barbacoas (1680), Chachapoyas (1550), Zaruma (1560), entre otras. Minas de plata en Potosí (1545), Porco, San Antonio del Nuevo Mundo (1645). Y de mercurio en Huancavelica (1563). (O)  

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