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Ecuador, 07 de Febrero de 2025
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El Telégrafo

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En el barrio se han instalado decenas de bares y restaurantes que quitan la tranquilidad a los vecinos

San Roque creció entre leyendas y recuerdos de sus habitantes

Carmen Sigüenza vive 80 años en su querido barrio de San Roque, ella recuerda muchas historias y leyendas que se han levantado en el sector. Foto: Carina Acosta / El Telégrafo
Carmen Sigüenza vive 80 años en su querido barrio de San Roque, ella recuerda muchas historias y leyendas que se han levantado en el sector. Foto: Carina Acosta / El Telégrafo
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Las leyendas y personajes sobran en la parroquia de San Roque, situada a la entrada al Centro Histórico.

Al caminar por sus calles —algunas muy angostas— siempre se encuentran historias que hablan de seres míticos o de personas que habitaron este lugar. La Viuda del Farol, por ejemplo, es una de ellos. Se cuenta que fue una mujer que aparecía en horas de la noche, “salía llorando en busca de su hijo, decía que le habían robado y en sus manos llevaba un farol”, dijo Carmen Sigüenza, una señora que ha vivido 80 años en este barrio de la ciudad. “Ella salía todas las noches por la calle vieja”, recuerda, agregando que la mujer recorría todo el barrio en medio de la oscuridad de la noche.

Pero no solo ella era la que frecuentaba el sector. El Cura sin Cabeza también es parte de las leyendas que circulan en esta emblemática zona de Cuenca. Sus habitantes recuerdan que el sacerdote vivía en una casa donde hoy funciona un centro comercial, “llegar a esa casa daba miedo. Había muchos ruidos, la piel se erizaba y salíamos corriendo”, mencionan algunos moradores del lugar. “El curita era recodado porque decían que vivía con las inquilinas”, indica Sigüenza, y agrega que el curita tenía una quinta donde hoy se levanta el barrio El Batán, cerca de San Roque.

El barrio San Roque está ubicado en el ingreso al Centro Histórico de Cuenca y colinda con uno de los sectores más populares de la ciudad: el Vado. Carina Acosta / El Telégrafo

Pero luego apareció, un personaje más ‘moderno’, el conocido Paco Bermeo, un hombre que al decir de los vecinos, sabía de artes marciales, pero se hizo famoso porque era el terror de los estudiantes universitarios en la época de los noventa: “el Paquito aparecía por los patios de la Universidad de Cuenca con un sombrero y un abrigo y nosotros corríamos dejando la botellita de trago allí”, recuerda Patricio Calle, quien en ese entonces estudiaba arquitectura, agregando que el hombre dejaba al descubierto su cuerpo desnudo cuando llegaba donde estaban los alumnos de la casa universitaria. Paco Bermeno hace poco tiempo falleció, pero es recordado entre sus conocidos y vecinos del barrio.

San Roque fue considerado vulnerable a las invasiones peruanas, ya que según sus habitantes era el único lugar en los años 40 y 50 —períodos de conflicto— por donde se ingresaba desde Loja o Perú a Cuenca. Pero no solo era el problema de guerras lo que les asustaba, también habían conflictos menores con los vecinos de El Vado.

“El carnaval y las actividades deportivas nos ‘enfrentaron’ siempre”, recuerda César Guerra, habitante del Vado, además indicó que “cuando uno quería visitar a una amiga en el Vado o en San Roque había que pedir permiso a los “dueños del barrio” en este caso a las galladas que se formaban.

Cuatro años después de que Cuenca fuera designada como sede Episcopal se erigió la parroquia San Roque, consagrada al Santo Francés nacido en Montpellier, en la que se levantó una pequeña iglesia.

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