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Prensa obrera de Cuenca a principios del siglo XX no se inclinaba por el socialismo
La historia del siglo XX estuvo determinada por las 2 guerras mundiales que cambiaron las estructuras hasta ese momento intactas del mundo. Es innegable que hubo un cambio radical en lo político y social y quizá el cambio que marcó definitivamente a nuestras sociedades fue la Revolución Bolchevique de 1917.
En Ecuador, las ideas de la Revolución Rusa llegaron con cierta facilidad, aunque hay que aclarar que debido a las grandes diferencias que existían entre los países a los que lograron penetrar las ideas socialistas y comunistas en varias ocasiones no se pudieron aplicar y tuvieron que adaptarse a las realidades de cada sociedad. La organización social y la lucha por los derechos que se había proclamado décadas atrás en Europa se evidenciaron en el reclamo y posterior matanza en Guayaquil el 15 de Noviembre de 1922.
Los movimientos obreros y artesanales que empezaron a formarse en las primeras décadas del siglo XX en la ciudad de Cuenca, no estuvieron inspirados en la ideología socialista ni en la comunista ya que hubo una fuerte resistencia por parte de la sociedad en general y de la Iglesia en particular. Dichas ideologías empezaron a tener mayor aceptación en el Azuay recién a partir de los años cincuenta.
Periódicos divulgaban trabajo de las organizaciones
Analizaremos de manera breve cómo algunas agrupaciones y organizaciones tuvieron sus propios medios impresos para que sus reclamos, opiniones y, en momentos puntuales, el apoyo electoral a ciertos candidatos como al Dr. Gonzalo S. Córdova se conocieran en la ciudad.
Existen 2 periódicos que debemos nombrar por su relevancia: El Periódico de la Alianza Obrera perteneciente a dicha organización que apareció entre 1905 y el Boletín del Obrero Órgano de la Sociedad ‘Obreros de la Salle’ también del año 1905; que tuvieron, como principal objetivo, la divulgación de las actividades de sus respectivas organizaciones y por supuesto del pensamiento que defendían sus miembros. Ahora, si bien es cierto, estos dos periódicos son importantes y quizá sean los más conocidos, debemos resaltar que Cuenca ha sido una ciudad con una larga trayectoria en cuanto a divulgación de periódicos y boletines informativos, aunque en su gran mayoría han tenido una corta duración respondiendo a un sinnúmero de circunstancias. En este contexto debemos señalar que existieron otras publicaciones vinculadas al artesano y al obrero entre los años 1920 y 1950 —de corta duración y casi ninguna relevancia—, pero que estuvieron presentes en una ciudad donde la idea del socialismo y el comunismo estaba siendo fuertemente combatida por la Iglesia.
Así encontramos registros de periódicos que aparecieron amparados bajo del nombre del Obrero que en ocasiones no tenían relación con ningún grupo u organización de este tipo, a excepción de las ya nombradas, pero que si tienen un punto en común una feroz resistencia a la recepción del socialismo o del comunismo por parte del Clero, por lo tanto estas publicaciones están fuertemente influenciadas y se declaran católicas y defensoras de la Iglesia. El Obrero Libre, dirigido por Lorenzo Semería y Abelardo Rosales, muestra claramente su posición de apoyo al candidato liberal Gonzalo S. Córdova por parte del obrerismo azuayo nombrándolo como “la bandera de paz y unión para los ecuatorianos” recibiendo el apoyo incondicional del Comité Obreros del Azuay pro-Córdova, en 1923. En este periódico escriben además sobre los postulados liberales y el laicismo dejando ver que un grupo de personas estaban firmemente convencidas de que el país debía ser gobernado por los liberales.
El Heraldo del Obrero Azuayo fue un periódico de pensamiento católico, dirigido y redactado por Carlos J. Torres y administrado por Antonio Rodríguez. En 1942, en su primera publicación aparece el editorial ‘El Obrero y las dignidades de la Iglesia’ y en 1943 presentaba artículos dirigidos a la clase obrera intentado convencerla de que la religión católica era la única que puede representarla, evidenciando todos los supuestos perjuicios que implicaría caer en manos de los socialistas y que “el catolicismo es la base del nacionalismo”. Por otra parte defiende el derecho electoral, que tienen todos los ciudadanos, señalando que el único camino del bienestar del país se haría a través de la democracia representada por los Estados Unidos de América.
Es interesantísimo leer con detenimiento cómo en estos periódicos se rechaza enérgicamente la Revolución Francesa y sus postulados, llamándola una simple continuación del protestantismo tan fuertemente combatido, y así mismo se exalta la figura de Gabriel García Moreno como “redentor” de la patria. Finalmente, cierra una de sus publicaciones del 25 de octubre de 1942 con esta frase “¡Ay! si la clase trabajadora llega a ser descristianizada por la propaganda izquierdista…”. Mostrando claramente la posición de quienes se hacían llamar los representantes de la clase obrera azuaya.
Periódico defensor de Velasco
El Ideal Obrero se declaraba defensor del Dr. Velasco Ibarra y en una de sus publicaciones del 13 de julio de 1952 apareció el Manifiesto del Obrero Velasquistas del Azuay. La Federación Barrial de Obreros Velasquistas del Azuay y el Comité Universitario Velasquista, que también fueron nombrados repetidas veces a lo largo de esas páginas, fueron conformados para defender la candidatura de Velasco Ibarra.
Quizá lo más importante de resaltar es su lema, que apareció el 7 de agosto de 1952, que resume su pensar y actuar: “Despertar en la conciencia del trabajador un acendrado civismo para la restauración del honor de la Patria; y un espíritu viril para reclamar los derechos humanos a fin de obtener un mejor nivel de vida. Este vocero del obrero velasquista independiente del Azuay, no anhela otro fin, sino la unificación del Velasquismo en el Azuay”.
En la opinión del Sr. Galo Gallegos, exasesor de la Confederación de Trabajadores del Ecuador (CTE), las personas que manejaron estos periódicos no representaban realmente a la clase obrera, en primer lugar porque hasta los años de 1950-1960 no hubo un proceso de industrialización en el Azuay y, por lo tanto, no existió una conformación de una clase obrera como tal. Por otra parte, como se ha observado, los fines de la prensa que se hacía llamar obrera eran otros.
El apoyo que necesitaban conseguir algunos grupos en Cuenca para sus candidatos también tuvo un papel importante en la prensa que bajo el nombre del obrerismo azuayo logró su objetivo: propagar la importancia de un personaje que debía asumir el gobierno para que en el país se generara un cambio.
Hoy que solemos exigir una prensa libre, neutral, objetiva y que nos encontramos frente a una realidad compleja es bueno volver la mirada al pasado y reflexionar sobre el derecho de expresión que está en el respeto a las ideologías.