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Población castigada por deslizamientos, muchos quedaron sin viviendas

Población castigada por deslizamientos, muchos quedaron sin viviendas
14 de septiembre de 2014 - 00:00

Más allá, frente a la UPC, hay una casa con una tienda grande, ahí vive la presidenta del barrio: Enma Ochoa, una mujer trabajadora que lleva ya 4 años en este cargo. Tiene actitud amable, los ojos claros y un poco brillantes, 45 años bien disimulados. Suena la olla de presión dejando esa sensación de estar en casa a punto de escuchar el grito de la madre de familia llamando a comer. Mientras tanto, ella se acomoda para contar su historia en la Jaime Roldós. Vive aquí ya 24 años con su esposo con el que tiene 4 hijos. “Aquí casi no ha habido adelantos”. No está muy contenta con el Municipio, dice que han hecho un muro de contención, un parquecito y ahora están trabajando máquinas para drenar el agua del sector de los deslaves. Además, pusieron nombres a las calles, pero eso no cuenta como aporte, pues los moradores del barrio habían hecho un croquis y habían decidido los nombres de las calles, “a esta de mi casa le pusimos Teresa de Calcuta, total el Municipio viene y pone Las Arepas, así, sin socialización”.

En esta misma calle de las Arepas aparece una zona desolada, una ‘pampa’ irregular con partes de tierra y parte de llano. Es un área muy grande que resultó del último deslave en el que muchas familias perdieron sus casas. A mucha gente le tocó salir, buscar un sitio para arrendar mientras el Municipio daba una solución habitacional, no solo para la gente de este barrio, sino de todo el sector compuesto por varias ciudadelas que estaban en la misma situación.

La Empresa Municipal de Vivienda (EMUVI) construyó 46 casas con un costo aproximado de $ 30 mil cada una. Según Enma Ochoa, de la Jaime Roldós solo una señora aceptó la casita, “porque no le quedó más, porque no tiene más recursos y claro, necesita donde vivir”, las demás familias arriendan en otros lados y algunas han regresado para construir en el mismo terreno porque las casas del Municipio son muy pequeñas.

La señora Luzmila Arízaga de 72 años, es quien aceptó la casa del proyecto Miraflores, después de haber vivido cerca de 2 años arrendando. Es viuda y vive con una de sus hijas. La casa de más o menos 5 metros de frente, tiene un baño, 2 dormitorios, una salita adornada con la Virgencita —que no puede faltar— y una pared llena de fotos de su familia: hijos, nietos, yernos, nueras. Es como una manera de meterlos a todos en su casa, lo cual en la vida real no podría hacer por el espacio reducido.

Le entregaron la vivienda sin acabados, “las puertitas, el baño y las gradas no más tenía”. Comenta que tuvieron que completar el resto con su dinero. Dice que otros vecinos no pudieron acceder porque no cumplían todos los requisitos que pedía el  Municipio, tenían sus casas —que se derrumbaron— hipotecadas, es decir quedaron con deuda y están rentando.

Los habitantes del barrio Jaime Roldós desde hace muchos años tuvieron los problemas de deslizamientos. Muchas personas tuvieron que salir del lugar porque sus casas se estaban cuarteando, grandes grietas se iban presentando cada vez en los terrenos, incluso la vía principal tenía aberturas que a los habitantes les impedía llegar con tranquilidad a sus hogares e incluso les ocasionaba miedo por las noches.

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