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Parte de la historia de Cuenca se escribe en Todos Santos

La iglesia de Todos Santos hoy convertida en un complejo turístico donde se puede admirar su estructura, una terraza con vista al río Tomebamba y con el horno más antiguo de Cuenca. Este templo fue construido en el año de 1534. FOTO: José Luis LLivisaca
La iglesia de Todos Santos hoy convertida en un complejo turístico donde se puede admirar su estructura, una terraza con vista al río Tomebamba y con el horno más antiguo de Cuenca. Este templo fue construido en el año de 1534. FOTO: José Luis LLivisaca
16 de marzo de 2014 - 00:00 - Redacción Regional Sur

El barrio Todos Santos con el paso de los años se ha caracterizado por ser testigo de varios hechos  históricos que ha tenído Cuenca.

En el sector, se levanta la iglesia más antigua de la ciudad,  que data aproximadamente de  1534, bajo la tutela del  obispo de la Diócesis de Cuenca,  Miguel León Garrido.

El barrio  presenta una vasta riqueza religiosa y arquitectónica para visitantes nacionales  y  extranjeros.
El templo, antes conocido como: Ermita del Usno, fue en donde el padre Julio María Matovelle (1852-1852), realizó la celebración de los oficios religiosos.

Por esas mismas épocas, este sacerdote  fundó la Comunidad de los Oblatos e impulsó la creación de la casa conventual de esta congregación, ubicada junto a la iglesia.

Debido a la multiplicidad de imágenes que existían en el convento con diferentes advocaciones, los fieles que frecuentaban para sus ritos religiosos, lo bautizaron como Iglesia de Todos Santos.

Cuando de sabores se habla, la historia refleja que desde hace más de sesenta años, este sector se caracterizó  por las quesadillas, suspiros, panes y otros productos que elaboraban para la venta las religiosas oblatas.

Hoy,  se siguen expendiendo a la gente alfajores, galletas tradicionales, además de los panes conocidos, como:  rodillas de Cristo, otros con  cebollín y queso, los integrales, arepas y quesadillas, entre otros.

Para la elaboración del pan, a un costado del convento de las madres Oblatas,  se encuentra el horno de leña más antiguo y grande  de ciudad que tiene más de 200 años.

“Unos 1.000 panes por horneada caben aquí, cada cuarto de hora, aproximadamente”, comentó Rigoberto Encalada, el artesano del lugar.

A más de este establecimiento de las religiosas, en este barrio fue siempre una costumbre acudir a otros negocios afines, como la de Mercedes Vélez (+), Mercedes Quinde, entre otros,  que se caracterizaron por la preparación de  miles unidades  de este  producto en hornos de leña.

Complejo patrimonial

Uno de los lugares más visitados dentro del barrio es  el Complejo Patrimonial,  que fue restaurado desde el 2008, hasta inicios de este año.

Este espacio  presenta varias alternativas para quienes deciden recorrerlo. El paseo comprende la visita por el templo; el mirador del Tomebamba, el huerto del convento, el  restaurante de la comunidad oblata, el horno y la panadería,  un  salón de eventos y la galería de ventas.

Más allá están  los arcos de piedra, cal, arena y ladrillo que componen el denominado Puente Roto, que adquirió este nombre a partir de una tragedia suscitada un 3 de abril de 1950, cuando la corriente del río Tomebamba se llevó parte de su estructura. El denominado, antiguamente, puente de Todos Santos fue construido en 1849 e inaugurado  en 1961.

Hoy, llamado  Puente Roto es uno de los lugares más visitados por extranjeros y turistas nacionales.

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