Cinco suboficiales se retiran y su legado es de 150 años de lucha contra la delincuencia
En las paredes de la casa de José Molina cuelgan muchos cuadros con fotografías, certificados y placas. El martes de la semana anterior colgó el último: una placa de reconocimiento con la imagen de 2 niños de la mano de un policía.
No sabe si recibirá más, pero piensa que será la última insignia; luego de cumplir más de 30 años en la Policía Nacional, decidió acogerse al retiro voluntario.
No fue el único, José Verdugo, Manuel Ortega, José Ávila y Víctor González también recibieron el cuadro.
Molina estuvo a punto de cumplir 36 años de servicio. Ingresó a la Policía cuando tenía 20 años y, al igual que sus compañeros, coincide en que han sido décadas de sacrificio y esfuerzo en que los riesgos estuvieron presentes cada día.
Han tenido que presenciar muertes, arriesgar su vida e incluso vivir con amenazas. “Un delincuente al que detuvimos me dijo que cuando salga de prisión me iba a matar. Yo tenía presente eso y pasé todo el tiempo preocupado”, dijo Molina, quien en los últimos años laboró en el área investigativa de la Policía Judicial.
Tiempo después, Molina se encontró en una plaza de Miraflores (Cuenca) con el hombre que lo amenazó y para no vivir angustiado decidió enfrentarlo. “Le dije que no tenía miedo a la muerte y él me contestó que estaba arrepentido. Desde ese día pude dormir tranquilo”, señaló. Los uniformados aseguran que más allá de los riesgos, lo más sacrificado de la labor fue tener que vivir lejos de sus familias, es por eso que en la actualidad están dedicados a sus hogares y algunos aseguran no extrañar la institución.
“Pasé 30 años en la Policía y ya tengo un mes afuera y la verdad no la extraño. Unos dicen que al mes que salen ya se mueren pero yo no”, dijo José Verdugo, suboficial que culminó sus servicios en el área de Policía Comunitaria.
Verdugo, al igual que Molina, está ocupado en las labores del hogar. “Ahora solo estoy en la casa y me falta el tiempo para hacer las cosas como limpiar, ir a dejar y traer a mis hijos de sus estudios”, mencionó.
Lo mismo sucede con José Avilés, quien después de servir 31 años en la institución consideró que finalizó su etapa y era hora de dedicarse a su familia. “Estoy tratando de darles lo que nunca les había dado por pasar toda la vida dedicado al trabajo”, dijo.
Los uniformados, quienes están agradecidos con la institución, cumplieron con sus servicios en distintas partes del país y aseguran que en los últimos años ha existido un cambio en la Policía en numérico, en tecnología y en preparación. “Ahora no hay casos que queden en la impunidad. Antes creo que había un poco de descuido de las autoridades”, comentó el suboficial mayor Molina. (I)