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“Mi lucha no terminará hasta que se acaben los chulqueros”

Los prestamistas informales, conocidos también como chulqueros frecuentan cantones de la provincia del Azuay facilitando dinero, pero a intereses muy altos.
Los prestamistas informales, conocidos también como chulqueros frecuentan cantones de la provincia del Azuay facilitando dinero, pero a intereses muy altos.
14 de junio de 2015 - 00:00

A sus 49 años, Mercedes Ochoa Abril maneja los términos y el lenguaje jurídico con una soltura y seguridad envidiables. Nunca estudió Derecho, pero la vida la obligó a conocer esta materia ya que en los últimos 10 años, las oficinas de abogados, jueces y fiscales se han convertido en su segundo hogar.

Su pequeña estatura y su amplia sonrisa esconden un carácter fuerte, un temperamento decidido, el cual se ha curtido con cada disputa legal, con cada derrota, con cada pérdida. “Han sido muchos golpes, muchas heridas, mucho dolor, pero de cada uno de ellos aprendí, esos golpes me hicieron más fuerte y más decidida”, comenta la mujer.

Ella es una de los centenares de víctimas de los usureros o chulqueros del sur del país. En 2005 su conviviente pidió $ 13 mil a una pareja de conocidos en su natal cantón Girón. “En ese momento la necesidad me llevó a pedir dinero y confiar en supuestos amigos, quienes al poco tiempo se convirtieron en mis peores enemigos”, confiesa la mujer.

Mercedes reconoce que en aquel año ella sirvió como garante para que sus ‘amigos’ le presten la plata a su conviviente y por ello entregó unas letras en blanco. “El día en que firmé esos papeles entregué mi alma al diablo”, señala la mujer. Luego Ochoa y su pareja empezaron a cancelar los intereses por el dinero prestado y cada cierto tiempo abonaban parte del capital, pero lo deuda nunca terminaba.

Para el año 2010, y luego de que los usureros se apoderaran de las escrituras de un terreno que entregó como parte de la garantía, Ochoa calcula que canceló cerca de $ 100 mil, pese a ello, los usureros no le entregaron las letras de cambio.

Esta mujer acudió a la Policía Nacional, a la Fiscalía y empezó su recorrido por los juzgados. Tras varios años, la constante lucha a la que poco a poco se sumaron más víctimas de la usura dio sus frutos: la justicia ordenó la detención de la pareja de usureros y emitió una sentencia en su contra por todos los daños causados. (I)

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