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Macará cumplirá 113 años de vida cantonal el 22 de septiembre

Macará cumplirá 113 años de vida cantonal el 22 de septiembre
10 de septiembre de 2015 - 00:00

El 4 de octubre de 1719, el capitán don Luis Felipe Tamayo del Castillo, familiar titular del Santo Oficio y juez comisario para Composiciones y Medidas de Tierras, citó al cacique don Esteban Chamba y a don Pedro Vidal y a Lázaro Baca, alcalde y regidor del pequeño caserío de San Antonio y ordenó delante de tres testigos, la publicación del auto que crea la ciudad de Macará.

Terminadas las campañas de la independencia, la Gran Colombia de Bolívar se dividió en tres Estados, uno de los cuales era Ecuador o Distrito del Sur, cuyo primer presidente fue el general Juan José Flores, cuyo gobierno organizó la división territorial del país en la que a Macará le correspondió ser parroquia del cantón Calvas, en la provincia de Loja.

Aproximadamente por 1839 llega a Macará el general Juan Otamendi, quien huía de la justicia después de haber protagonizado un escándalo con la nobleza de Riobamba, que por su condición de mulato no lo había invitado a una fiesta, por lo que había ordenado a sus soldados asaltar a caballo el lugar de la fiesta y dispersar a sable a los concurrentes, incluso mujeres. La alta sociedad de esa ciudad se había quejado al presidente Juan José Flores, quien le aconsejó la fuga inmediata por lo que se refugió en Macará en donde, con la ayuda de sus soldados, personalmente, trazó lo que hoy sería el plan regulador de la futura ciudad comprendiendo la Iglesia Central, Plaza de Armas, Cabildo y calles simétricas.

En 1902, el doctor Manuel Enrique Rengel Suquilanda, nativo de Macará, abogado, novelista, gobernador de Loja, juez de la Corte Provincial, profesor universitario, teniente coronel del Ejército liberal del general Eloy Alfaro, columnista del diario El Mercurio de Cuenca, era diputado por la provincia de Loja y luego secretario de la Cámara Baja, donde, como buen hijo de nuestro pueblo, luchó sin descanso hasta lograr que Macará fuese elevada a la categoría de cantón, no solo porque llenaba los requisitos legales, sino principalmente por las excepcionales características que le favorecían para lucir este rango por hallarse situada en uno de los más hermosos valles de la provincia, circundado de horizontes inmensos, al pie de un caudaloso río, en lo físico; y, en lo espiritual, por la noble hidalguía de su gente, afable y hospitalaria, alegre en la paz, valiente en la guerra, altiva y digna en todas las alternativas de su heroico destino. Las maravillas de la naturaleza unidas a la virtuosidad del hombre y la mujer macareña fueron la fuente de inspiración que influyó en el alma de Manuel Enrique Rengel Suquilanda para escribir su romántica novela ‘Luzmila’ una de las primeras novelas ecuatorianas cuyo teatro de acontecimientos se encierra en el marco de hermosura de estas tierras de prodigio, eternamente iluminadas por el sol durante el día y de noche cubiertas por la luna en los blancos efluvios de un cielo sin nubes.

El 22 de septiembre de 1902 se sancionó el Decreto Legislativo cantonizando a Macará, durante la presidencia del general Leonidas Plaza Gutiérrez.

Macará no es solamente una ciudad, un cantón, es una vibración del alma y un concepto de unidad nacional, porque allí se hace la patria, que la cuenta entre los cantones de mayores virtudes y bellezas; y, qué virtud más sublime que ser la Centinela del Ecuador, puerta de entrada solemne, un modo original de ser de la naturaleza y del hombre, que ha sabido emanar la pasión por lo heroico con la capacidad para el progreso, un festín de luz en los dinteles de Ecuador, con sus parroquias General Eloy Alfaro Delgado, Sabiango, Larama y La Victoria.

Macará, la gentil sultana, la espartana, cerebro, alma y corazón de los ecuatorianos, que vibra en su historia ancestral el espíritu de una cultura vertical y profunda que ha creado conciencia y solidez en la nación ecuatoriana, que vive siempre mirando más allá de la pequeñez y de la reserva, poniendo en vigencia el grito sonoro de la unidad y de la libertad de la patria, ha sido olvidada por lo poderes centrales hasta nuestros días, por eso escribo estas líneas para ver si es posible que se acuerden de Macará, y con este motivo llegar hasta el señor Presidente de la República para recordarle con la mayor cortesía algunos de los tantos ofrecimientos que se hicieron, en especial a Macará y en general a la frontera sur con la firma del Tratado de la Paz en Itamaraty en 1998, después de la Guerra del Cenepa, cuando en Ecuador se cantó el himno de la sagrada integridad nacional y se dijo que la frontera sur sería la niña de los ojos de la patria.

Es indispensable que se construya la segunda etapa del Plan Maestro de Agua Potable, el Tratamiento de Aguas Residuales, el Alcantarillado Pluvial, un nuevo canal de riego, el antiguo está colapsado, que la Universidad Nacional de Loja en su moderno edificio que se está destruyendo, reinicie las labores de la extensión Universitaria de Macará, o que la Universidad de las Fuerzas Armadas (ESPE) cree la extensión de la Universidad de la Paz (Senescyt tiene la palabra), que se construya un centro turístico en La Lajilla, un parque ecológico, se inaugure una escuela de música, que se exonere el pago de impuestos del IVA y los demás que cobra el SRI, se declare a Macará como Zona de Tratamiento Especial, se estudie la forma de diversificar los cultivos, es de tratamiento especial a comerciantes, agricultores y ganaderos en BanEcuador, con intereses preferenciales y con asistencia técnica y emprendimientos por parte del Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca y la CFN, se asfalte la vía Macará-La Victoria que es la única parroquia que no cuenta con una buena vía carrozable en plena frontera y se realicen los estudios para represar el río Catamayo a la altura de Santa Rosa para construir un proyecto multipropósito, el Gobierno muy bien puede cumplir con el artículo 249 de la Constitución de la República que dice: “los cantones cuyos territorios se encuentren total o parcialmente dentro de una faja fronteriza de cuarenta kilómetros recibirán atención preferencial para afianzar una cultura de paz y el desarrollo socioeconómico, mediante políticas integrales que precautelen la soberanía, biodiversidad natural e interculturalidad. La ley regulará y garantizará la aplicación de estos derechos” o sea que lo que se solicita es la aplicación del mandato de una Constitución de derechos y de justicia, apoyando al alcalde, a la Ilustre Municipalidad y a las autoridades legítimamente electas.

Finalmente deseo invocar al amor y patriotismo para que juntos y unidos en un solo haz de amistad construyamos el Macará del futuro. (O)

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