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Luis Chimborazo convierte los desperdicios de madera en ‘obras de arte’
Para Luis Chimborazo, de 48 años, la imaginación no tiene límites, menos cuando de darle forma a la madera se trata.
Para él, que un río arrastre a un árbol, los deslizamientos de tierra y otros fenómenos naturales representan una oportunidad para demostrar su habilidad.
Desde que era pequeño gustó de tomar leña, palos pequeños y otros elementos que se desprenden de los árboles para formar diversas figuras.
Hoy, casado y con 4 hijos, la curiosidad se mantiene intacta, solo que con una diferencia: las destrezas de sus manos están potenciadas.
Entrar a su hogar, ubicado en un cerro del barrio Gúlac, al oeste de Cuenca, es un encuentro con sillas, comedores, aparadores, marcos de espejos, gradas, figuras de animales y más objetos hechos de madera.
Para elaborar estas figuras, Luis no requiere mayor inversión para la adquisición de la materia prima, pues para conseguirla le basta con pasear por un bosque o acudir a los alrededores de los afluentes de la ciudad, cuando las corrientes son intensas.
Las maderas más comunes que encuentra son: eucalipto, pino, nogal, aliso y capulí.
“Cuando veo que el río está crecido voy a recorrer hasta encontrar troncos que sean arrastrados por la fuerza del agua. Todo sirve para hacer lo que me gusta”, comentó.
Otra de las alternativas que tiene para conseguir la madera es comprar palos inservibles a sus vecinos. Los adquiere en valores menores a los $ 20 y a veces gratis.
Una vez conseguida la materia prima, el siguiente paso es secarla en una suerte de galpón ubicado cerca a la vía Cuenca-Molleturo-Naranjal.
Preparación
El proceso para que la humedad desaparezca de los elementos dura entre 2 y 4 días, luego de lo cual empieza el tratamiento especial.
“Mi idea no es hacer algo lineal sino cosas especiales que son traídas por la misma naturaleza. Cuando transporto aquí un tronco, lo observo y voy imaginándome qué tipo de trabajo se puede hacer”, mencionó.
Luego, junto con sus 2 hijos, Cristian (26) y Eddy (23), rocían a los troncos con sustancias que evitan la presencia de polilla y otros males.
Para esto utilizan líquidos antipolillas, maderol, sellador, lacas y los tintes que vienen con preservantes.
Los elementos son ingresados al taller, donde los 3 son los encargados de crear distintas formas.
Cada uno de ellos tiene habilidad en distintos ámbitos. Por ejemplo Luis es más ágil cuando se elaborar muebles, escritorios y mesas de comedor se trata. Eddy, mientras tanto, se destaca por tallar madera; en el proceso no utiliza máquinas eléctricas sino una herramienta llamada gubia.
Una de las últimas obras que él creó fue una cama hecha con pino y capulí. En el respaldo y en el pie de cama dio forma a 3 caballos acostados, al borde de una montaña.
“En un colegio iban a quemar la madera, luego de que el árbol se cayó (...) por suerte fuimos nosotros y nos las regalaron”.
Para ejecutar estos tallados, al principio se guiaba por bocetos en papel, mientras que ahora solo requiere su imaginación.
Cristian, en cambio, se responsabiliza por los marcos para fotografías y la fabricación de repisas.
Para estos últimos, indicó, las maderas ideales son el pino y el aliso que, por lo general, son halladas en deslizamientos.
Luis se considera campesino por naturaleza, pues siempre vivió apegado a las cosechas, a los ríos y a la vegetación.
Ese aspecto, comentó, le permite identificar qué tipo de madera es la que sirve para trabajar, solo con sentir el peso de la tabla.
Comercialización
La elaboración de estos productos no solo permitió a Chimborazo y su familia decorar su hogar sino obtener réditos económicos. Los domingos, de 09:00 a 16:00, los exhiben para comercializarlos en la vía Cuenca-Molleturo-Naranjal, kilómetro 8.
Los compradores, por lo general, son visitantes de la provincia del Guayas, aunque también los cuencanos les han dado buena aceptación.
Los precios oscilan de acuerdo con tamaño y la dificultad de la fabricación de los objetos. Una cama puede costar $ 1.000 y una la figura de una animal desde $ 2.
“Tengo un juego de comedor en mi quinta (Yunguilla). Quienes me visitan se ven sorprendidos”, dijo Tania Calle, una compradora de los objetos.