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En la provincia del Azuay están organizados mediante un colectivo

Los afrodescendientes aún sufren discriminaciones en Cuenca

María Tránsito Zozorra es una de las activistas en el Azuay, su único objetivo es que los afrodescendientes reciban un mismo trato que un mestizo o un blanco. Foto: Fernando Machado /  El Telegrafo
María Tránsito Zozorra es una de las activistas en el Azuay, su único objetivo es que los afrodescendientes reciban un mismo trato que un mestizo o un blanco. Foto: Fernando Machado / El Telegrafo
15 de marzo de 2015 - 00:00

Por David Jiménez.. Universidad del Azuay

En Ecuador existen diversas culturas que se han adaptado plenamente al modo de vida en cada una de las provincias.

Los afrodescendientes fueron considerados la mejor mano de obra   gracias a su contextura física y el bajo costo económico que representaban, cuando de trabajo se trataba.  

Las mujeres negras corrían diferente suerte. Eran las encargadas del servicio doméstico y de ser el primer ‘experimento’ sexual del hijo del dueño de las tierras o eran la esclava sexual del mismo patrón que la embarazaba para que engendre hijos que servirían de esclavos.

Nila Domínguez de Aguiar, activista por los derechos de las mujeres afro, contó el abuso que aún sufren hoy en día las mujeres negras en la ciudad de Cuenca:

“Hay una gran comunidad afrocuencana que sigue siendo invisibilizada por el sistema y ahí es mucho más fuerte el problema de la mujer. Por ejemplo: es muy difícil ver a una mujer afrodescendiente después de las 7 de la noche caminando por Cuenca, y no porque no existan, habemos mujeres afros cuencanas, pero lo primero que se le ocurre al hombre mestizo, al hombre blanco, es que esa persona es una trabajadora sexual y que le ofrece apenas $ 5 por el servicio”.

Según Domínguez, dentro del movimiento de mujeres negras hay diferentes contextos. “El movimiento de mujeres de la parte rural es diferente al movimiento de mujeres urbanas. Nosotras tenemos identificados 3 ejes de exclusión: por etnia, por género, y por el aspecto socioeconómico. Tenemos toda la problemática que tienen las mujeres”, dijo.

Nila conforma el Consejo de Mujeres Afro del Azuay. Dice que la lucha de las mujeres afro es más dura que la de sus congéneres blancas o mestizas. En este contexto, la mujer negra no es visibilizada como una mujer que debería gozar de todos los derechos de un ciudadano común; se la ve como el último sujeto poseedor de derechos. Si la lucha por la igualdad está en auge, esta no debería caer en estereotipos impuestos por agentes externos, debería buscar romper paradigmas y que esa lucha beneficie a todo un pueblo, pues la discriminación afecta directa o indirectamente a todos, según la activista.

“La cosa es que nos ven como empleadas o como prostitutas, no es de hoy, sino de siempre. Si le contara todas las cosas que nos ha pasado. Nos cuesta salir de fiesta porque ya nos relacionan con una prostituta, es molestoso eso. Yo no me molestaría si fuera prostituta, tengo amigas prostitutas que por diferentes motivos cayeron ahí, pero yo no, además ni ellas se merecen ser tratadas así”, dice otra mujer afrodescendiente que prefiere conservar el anonimato.

También señala que les cuesta encontrar trabajo, “a que soy negra pues (suelta una carcajada y me mira con complicidad). Por suerte tengo un puestito de comida con mis hermanos, sino me moriría de hambre o quién sabe qué estaría haciendo. Es muy duro” señala.

El 24 de julio de 2014 el colectivo artístico y cultural de la ciudad de Guayaquil, El último Jueves, publicó un estudio que indica: “En la provincia del Guayas el 9,7% se identifica como Afro-ecuatoriano (sic), siendo Guayaquil una de las principales ciudades que acoge a este grupo de personas según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Inec)”.

No hay confianza en los afrodescendientes

Para Javier Guerrero, experto en Relaciones Humanas y Psicólogía, “Los afro no aplican para un puesto en un banco. Prefieren otros tipos de labor. En cierta forma hemos avanzado, y lo que realmente me alegra es que nos hayamos percatado, probablemente muchos afroecuatorianos no se animen a aplicar porque asumen que no van a ser escogidos, porque quizá piensen que el resto cree que no confía dinero en sus manos”.

Esta es la realidad que enfrenta la comunidad afroecuatoriana. Una discriminación psicológica, institucionalizada, una discriminación que ataca en voz baja.

El Movimiento Afro del Azuay viene trabajando desde hace algunos años en temas de discriminación. Según María del Tránsito Zozorra, mejor conocida como ‘Mamayama’, el trabajo es duro, pero están avanzando.

“Tenemos el Consejo de Mujeres Afrodescendientes de la provincia del Azuay en el que trabajamos en salud, educación, niños, hombres, porque no están libres de la problemática de la mujer. Debido a que tenemos mucha más —no me gustaría decir ‘carga’—, pero llevamos muchas cosas en nuestras espaldas”, señala. “Desde la historia que nos dice ‘cuida a tus hijos’, entonces muchas veces, por cuestiones de la vida, no tenemos esa pareja que acompañe en el mismo proceso del desarrollo de los niños, y bueno, ahora más que todo la mujer que trabaja, la mujer que es activa fuera de la casa, es la que va en contra de toda esa postura ‘andro’ que viene desde tiempos inmemoriales”, indica.

Según Zozorra hay una agenda en la que se organizarán diferentes marchas y actividades para trabajar en derechos.

“Algo interesante: nosotras no tenemos problemas con los hombres. A nuestros hombres negros no tenemos que reclamarles, más bien ellos nos apoyan. La lucha es por una mejor postura dentro de la sociedad, porque dentro de los diferentes estratos de la sociedad, la mujer negra ocupa el último puesto. Queremos que nos visibilicen”, señala está mujer que ve cerca su reivindicación.

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