Oswaldo Encalada no es un escritor improvisado, tiene más de 35 obras escritas entre ensayos, novelas y otros artículos. Hace poco  presentó su último trabajo llamado Cultura y Superstición en Ecuador. En la obra hace relación a las distintas formas que tienen el azuayo y el ecuatoriano para mirar las cosas desde su punto de vista, ya sea en lo religioso, medicina, o simplemente en lo cotidiano.

Para publicar este libro Encalada realizó una investigación desde 1994 en varios sectores costaneros, y luego en la región austral, allí se dio cuenta de cómo el ciudadano, en muchos casos, se aferra a las supersticiones. El libro tiene 324 páginas; las primeras 70 narran la parte teórica de cómo enfrentar, cómo conocer y cómo definir a la superstición y; la segunda, habla de todos los elementos inmersos en este tema.

¿Qué tan difícil fue realizar este trabajo?

Fue una labor larga. En la primera parte se puede ver  una posición mía en particular sobre la superstición, como un etnopensamiento y para explicar el tema de la etnomedicina, se puede poner ejemplos claros como el ver que la gente para el dolor de barriga, debe acudir a remedios que están en la calle. Para la gripe curar, el espanto o la mala vibra, debe limpiarse con plantas y dejarse pasar un huevo de gallina.

¿Hasta dónde se han arraigado estos temas en la población azuaya y ecuatoriana?

Mucho. Existe un principio de pensamiento, un principio basado en la asociación y analogía. Por ejemplo, se dice que si el vientre de la madre es puntón o si está con las caderas anchas, su descendiente será mujer. Estas son formas de etnopensamiento pero que a la gente le ha servido para aclarar la incertidumbre. Los deportistas también utilizan el etnopensamiento supersticioso, ejemplo: hay futbolistas que entran dando 3 brincos a la cancha o que se persignan 3 veces, esta es una forma de disminuir la incertidumbre y enfrentarse a sí mismo, es la forma de desearse a uno mismo buena suerte.

En los sectores rurales hay mucha más aceptación, ¿se mantendrá en el tiempo?

Se seguirá manteniendo porque son formas de conocimiento popular, aunque estén alejadas de la realidad, pero que no son despreciables. En un punto del libro me refiero a este tema indicando que pese al paso de los años, existen fórmulas que se convierten en folclore. Seguro que esto será un documento luego de 50 o más años de cómo pensaba el pueblo. Uno de esos aspectos es cómo curarse del espanto; aún existen formulas para esto y hay gente que los martes y los viernes  se cura del espanto.

¿Son creencias solo nuestras?

Esto se da en muchas partes del mundo desde épocas remotas. Los antiguos romanos, cuando al primer soldado se le alistaba para la guerra, se le ponía el nombre de Víctor, porque significa victorioso. Igual, los marineros tienen su fórmula, así también los pasajeros que se persignan o elevan una oración a Dios, para protegerse antes de emprender el viaje.

¿Todo esto le llevó a escribir?

Sí. Siempre estuve atento a la cultura popular y siempre me ha pareció novedoso e interesante. Hay muchas cosas que tiene el pueblo que valen la pena rescatar, como por ejemplo que 3 cigarrillos no deben ser prendidos por el mismo fósforo, porque uno de ellos va a morir. O que en la habitación debe haber 3 elefantes para que haya felicidad.

¿Cómo considera el interés en la lectura y sobre todo que importancia dan a los escritores del país?

El ecuatoriano mismo lee poco, Cuenca aún tiene la fama de ser una ciudad culta, pero habría que investigar más en serio para saber cuánto de valor tiene este aspecto que se habla siempre.