Dos mujeres expenden estos productos en locales comerciales ubicados al frente del centro de rehabilitación de cuenca
Las redes para canchas de ecuavoley elaboradas por reos son llevadas hacia EEUU
Ingresan al Centro de Rehabilitación de Varones todos los domingos, pero no van con la intención de visitar a ningún ser querido sino de establecer negocios.
Pilar Espinoza, tiene desde hace casi 20 años una tienda de abarrotes en la calle Nicanor Merchán y avenida Héroes de Verdeloma, al frente del centro carcelero. Un día, hace unos 15 años, recibió la visita de un familiar de un preso, quien le pidió que le ayudara a vender unas redes de ecuavóley e indor fútbol, atarrayas y unas cuantas hamacas.
Estos productos eran elaborados por el interno para venderlos. Con el dinero recaudado, él costeaba parte de los gastos realizados en productos para su aseo personal y otra parte servía para colaborar con sus familiares.
“Desde esas épocas empecé a visitar la cárcel todos los domingos para comprarles las cosas”, dijo Espinoza.
Ahora, quienes pasan por el centro carcelero admiran los tejidos de hilo en diversos colores que están exhibidos bajo una carpa. Allí se observan redes para las canchas de ecuavóley en varios tamaños, algunas lucen los colores de la bandera de Ecuador y son las más comercializadas, según Espinoza.
“En todo el tiempo que trabajo en la venta de las redes, estas son las que más gustan a mis clientes. Incluso las llevan a los Estados Unidos”, sentenció la cuencana.
Y es que en tiempos de vacaciones escolares en la región Sierra (julio y septiembre) hay varias personas que la visitan para comprar estos productos y llevarlos para sus familiares que están en el país del norte. “Me dicen que allá las cuelgan para que la gente, que ve cómo juegan, sepa que son ecuatorianos”, admitió.
Los precios de estos artículos varían entre $ 8 y $ 50, dependiendo de la calidad de los materiales para su confección. La comerciante mencionó que al mes hay momentos en los que hasta se comercializan unas 150 redes.
En el local de ventas de Espinoza también se exhiben las mallas para los arcos de fútbol e indor, hamacas y atarrayas. Los costos de estos productos oscilan entre $ 20 y $ 200 con base en los tamaños y la complejidad de su confección.
El negocio con los internos puede establecerse mediante la compra directa o al canje, es decir, que en el primero de ellos, Pilar paga para recibir los productos, mientras que en la segunda opción se intercambia los objetos con artículos de aseo que ella venden en su tienda.
Los que salen en libertad continúan elaborando artesanías
Vanessa Andrade es otra de las personas que expende los objetos confeccionados por los internos.
Ella realiza esta actividad desde hace 15 años. Durante ese tiempo, consideró, ha descubierto que hay privados de la libertad muy hábiles en la elaboración de estos productos.
Aunque omitió el nombre de un exreo, contó que hasta la fecha le compra las redes para las canchas de ecuavóley e indor.
“Cuando estuvo en la cárcel lo conocimos y empezamos a negociar con él, pero ahora, se ganó nuestra confianza, y siempre que necesitamos seguir vendiendo le llamamos para que nos entregue las redes”, comentó.
Tanta popularidad tienen estos artículos, agregó, que hasta los políticos que participaron en las últimas elecciones seccionales llegaron a sus locales para comprar las redes y regalarsélas a la gente de los pueblos del Azuay y otras provincias que visitaban.
Comercio de artesanías ayuda a familia de reos
María T., de Gualaceo, tiene a su esposo cumpliendo una condena de 24 años en el Centro de Rehabilitación de Varones de Cuenca, 10 de los cuales ya pasaron.
Ella contó que en estos años ‘difíciles’, en los que ha tenido que mantener a sus 10 hijos, la venta de las redes para las canchas de ecuavóley e indor, que elabora su marido, le han permitido obtener parte de los recursos económicos para llevar la comida a su hogar.
Agregó que mensualmente su esposo fabrica unas 16 redes y las vende a Vanessa. Los precios dependen de la calidad de los materiales.
“Cada semana mi marido me da unos $ 50. Gracias a Dios lo que él aprendió a hacer en la cárcel nos sirve porque la gente de aquí (al frente del centro carcelario) nos pide para vender y nos permiten tener para comer”.
Además pidió a las autoridades del centro carcelario que ante el traslado a las nuevas instalaciones de Turi les permitan a los reos seguir en la confección de los artículos.
“Hay otros que tienen hijos pequeños y solo obtienen platita haciendo las redes para el deporte”, sentenció.