En Cuenca, la ‘Atenas del Ecuador’, varias personas se dedican a tejer sombreros de paja toquilla.

En esta ciudad la cultura, tradición e innovación se mezclan para dar como resultado un trabajo elaborado manualmente.

En las calles Manuel Vega 1491 y Pío Bravo, centro de Cuenca, en viviendas con aspectos coloniales se encuentra el taller de elaboración de sombreros ‘Artesanías Sarita’, nombre en honor a su dueña Sara Pérez; una mujer de 50 años, de estatura mediana, cabello castaño y amplia sonrisa que hace 20 años dejó su natal Guayaquil para emprender en Cuenca.

Emigró por su esposo Emiliano Collaguazo, un hombre de estatura baja, de familia de artesanos y tejedores de sombreros. Así esta mujer conoció el oficio.

Desde las 06:00 cuando las campanadas de la iglesia San José empiezan a sonar hasta las 09:00 ella se dedica a elaborar los sombreros. Un proceso que dura un día dependiendo del tejido y acabado que busca el cliente.

Entrelazar una paja sobre otra hasta darle forma circular es parte de su trabajo. Separar los tejidos por tallas dependiendo del cliente. También inspecciona que todos los materiales estén listos, así Pérez inicia su jornada laboral siempre con buena actitud y agradeciendo a Dios por las oportunidades que le brinda.

Una máquina prensadora de color verde y de dos metros y medio de alto, que funciona con gas, sirve para darles forma a los sombreros de paja toquilla. Se trata de una herramienta básica para la elaboración del producto que se comercializa en la ciudad y fuera de ella.

“A los 35 años aprendí a tejer y conocí mejor este arte, gracias a mi suegra y cuñadas que se dedicaban a esto”, comentó Pérez mientras cosía los tafiletes de un sombrero.

Ella y sus dos hijos, de 20 y 24 años, quienes ayudan en las ventas y comercialización de la mercadería, conforman  un buen equipo de trabajo que se ha destacado entre los artesanos de Cuenca. (I)