Hoy celebran su día internacional
Las circunstancias de la vida lleva a estos padres a cumplir también el rol de madre
Son personas que, como cualquier otra, sintieron una alegría desbordante al ver por primera vez a sus hijos. Esa satisfacción creció con el paso de los años, cuando los escucharon pronunciar sus primeras palabras, dar sus pasos iniciales y crecer.
Sin embargo, las circunstancias de la vida les obligó a cumplir doble rol: el de padre y madre. En 2002, los médicos detectaron que Marlene Rodas, la esposa de Alberto Guevara, sufría de cáncer a los huesos.
En esa época, Karina y Klever, sus 2 hijos, tenían 2 y 15 años, respectivamente. La noticia de la enfermedad produjo en los 2 varones del hogar una extrema preocupación, a tal punto que se prepararon para lo peor. El 13 de octubre de 2005, el cáncer venció a Marlene y ella falleció.
Para entonces, Karina cumplió 5 años y Klever recién sacó su cédula de identidad de mayor de edad. “No fue tan fácil porque yo tenía que hacer las veces de padre y madre. Tenía que aprender en la cocina, algo que nunca lo había hecho. Para eso, llamaba a mis hermanas y les preguntaba cómo se hace. A mi hija tenía que peinarle para que vaya al jardín”, comentó Guevara.
Con el paso de los años, los 3 integrantes que quedaron en la familia procuraron estar juntos en la mayoría del tiempo. Alberto iba a su lugar de trabajo, un horno de leña para fabricar ladrillos, junto a sus hijos; el mayor le ayudaba con la elaboración del producto, mientras que la niña jugaba con sus muñecas en los alrededores. “En la actualidad nosotros procuramos estar la mayoría del tiempo juntos. Papi estuvo siempre atento a nosotros”, advirtió el primogénito.
Ahora, el padre de familia, de 65 años, no tiene inconvenientes en tomar las riendas en los arreglos de su casa. Incluso se siente como un especialista en la preparación del dulce de higos, una “golosina” que era la favorita de su esposa y que lo comparte con sus descendientes.
Experto en peinar a la “Gigi”
Cuando son las 05:30 Sebastián Saldaña, de 40 años, se despierta, se asea, se viste y se dirige hacia la cocina para preparar el desayuno, mientras sus 2 hijas, Maritza (16) y Angelina (5) siguen dormidas. Cuando ellas despiertan, a las 06:00, se colocan los uniformes para ir a sus establecimientos educativos.
Después, se trasladan hacia el comedor, en donde les esperan 2 vasos de colada y 2 panes. La primera en marcharse hacia el colegio es la mayor. Ella se despide de su padre y toma un bus.
Mientras que “Gigi”, como cariñosamente llama el padre a Angeline, se coloca para dejarse peinar. “Me tocó aprender a peinarla. Al principio fue difícil, pero con el tiempo uno se adapta”, manifestó Sebastián. “Mi papi peina bien”, acotó la pequeña.
Hace 2 años, él y la madre de sus vástagos decidieron divorciarse, quedando la patria potestad a su cargo. Saldaña contó que ante el doble rol que hoy en día cumple, procura almorzar todos los días con ellas. Al salir de su primera jornada diaria de trabajo, a las 12:00, las pasa recogiendo de sus instituciones educativas para compartir los alimentos.
En la tarde retorna de su trabajo a revisar las tareas de sus descendientes y charlar con ellas.
Le enseñó a decir “pipi”
Paúl Otavalo, de 28 años, tiene una historia similar a las de Alberto y Sebastián. Hace 6 meses, él y su hijo, Mateo de (3), se quedaron solos tras el deceso de su esposa Cristina, en un accidente de tránsito.
Los últimos 5 meses han encarado la vida como una dupla inseparable. Paúl ayuda al menor a pronunciar sus primeras palabras, vestirse y alimentarse para ir a la educación inicial. “Antes de que muera mi esposa, él utilizaba pañal, ahora ya le enseñé a decirme: papi quiero hacer pipi (orinar)”, expresó Otavalo.
Los jornadas de estos padres, y muchos otros a nivel mundial, son similares desempeñando el papel de padres y madres, incluso hoy que se celebra su día internacional.