La zona de deslave es de intenso riesgo
El trabajo de los equipos de búsqueda de víctimas y sobrevivientes del deslave ocurrido el jueves pasado en el sector Pueblo Nuevo, del cantón azuayo Camilo Ponce Enríquez, volvió a iniciar temprano la mañana del sábado.
Personal del Grupo de Operaciones Especiales (GOE) de la Policía y elementos militares comandaron la búsqueda con el uso de perros adiestrados en rastreo de personas.
Alrededor de las 08:00, algunas voces alertaron sobre el hallazgo de restos humanos entre el lodo, madera y piedras arrastrados por la avalancha de hace tres días. Se trataba de los cuerpos de tres adultos y dos menores de edad.
Los niños fueron idenficados como Aynoa Samantha Ordóñez Robles, de 4 años de edad, y Jackson Augusto Ordóñez Robles, de 8. Junto a ellos fue encontrada su madre, Adriana de Jesús Robles Yaguachi, (40 años). Ellos constaban hasta ayer en la lista de personas reportadas como desaparecidas.
A esa misma hora, los rescatistas encontraron los cadáveres de Carlos Cárdenas Delgado (43) y un joven de 18 años, todavía sin identificar. Con ellos, hasta las 16:00 de ayer sumaban 10 las personas fallecidas confirmadas del alud producido a causa del temporal que afecta a la zona sur del país.
El mismo día de la tragedia fueron hallados los peruanos Saúl Girón Flores, Noé Abad Chamba y Pedro Parra Cueva. En un inicio se informó que Girón y Chamba eran ecuatorianos.
El viernes, en cambio, fueron encontrados Hilder Lloca Huanca (25 años), también peruano, y la ecuatoriana Fernanda Anabel Torres Robles, de 20 años de edad, hija de la mujer cuyo cuerpo fue hallado la mañana de ayer.
Mientras tanto, las autoridades continuaban manejando con reserva la cifra de personas que aún permanecerían sepultadas, aunque extraoficialmente se menciona que serían alrededor de 20.
No obstante, Luis Bermeo, administrador de la mina Pueblo Nuevo, afirmó el viernes que la noche de la tragedia dormían en el sitio unas 40 personas, aunque por lo general pasaban la noche en el lugar alrededor de un centenar.
La mañana de ayer, sábado, también se localizó entre los restos del siniestro una camioneta Ford 150 blanca, que pertenecería a Cori Ramos; además de una retroexcavadora, propiedad de la Sociedad Minera Pueblo Nuevo.
Los uniformados mantienen a raya a los habitantes, familiares y periodistas que se agolpan en los alrededores de la zona del deslave a la espera de noticias.
De hecho, como describía ayer la agencia de noticias Andes, el caserío prácticamente se ha vuelto un pueblo fantasma, pues todos sus moradores fueron trasladados al Liceo Austral, un plantel particular ubicado en la cabecera cantonal de Ponce Enríquez, donde son asistidos por los organismos del Estado.
Orfa Guaicha, coordinadora del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) del Austro, explicó que al momento en el albergue provisional del Liceo hay 37 personas, de las cuales 19 son menores de edad.
Los damnificados fueron llevados, en primera instancia, a la escuela El Diamante, de la comunidad de Pueblo Nuevo, donde ocurrió la tragedia, pero debido al riesgo de nuevos deslizamientos por las permanentes lluvias que han caído en la zona, fueron trasladados hasta la planicie de la cabecera cantonal, en la vía Guayaquil-Machala.
Guaicha explicó que especialistas del MIES brindan asistencia psicológica a los afectados, que prácticamente lo perdieron todo.
Algunos padres de familia se trasladan durante el día a las casas que tuvieron que abandonar debido al peligro que representaban, para cuidar sus pertenencias y por las noches retornan a descansar con sus familias.
La funcionaria del MIES indicó que los damnificados permanecerán por tiempo indefinido en el albergue provisional, hasta que los organismos agrupados en el Comité de Operaciones de Emergencia (COE) consideren que ya no existe riesgo en la zona del deslave.
Hasta la tarde de ayer continuaban llegando a la zona alimentos no perecibles, colchones, agua, chompas, medicinas, cubiertos y otros implementos de distintas instituciones, como la Cruz Roja y los diferentes ministerios. La ayuda es almacenada en un aula que fue acondicionada como bodega.
El Consulado de Perú se encargó de trasladar a su país los cuerpos de las víctimas de esa nacionalidad.