La vieja habilidad de hacer ladrillos aún se mantiene en Malacatos
El arte de hacer ladrillos no se pierde en Malacatos, provincia de Loja. Los viejos artesanos, pese a no alcanzar la tecnificación necesaria, tratan de elaborar el producto con gran calidad, para que no solo sea vendido en su propia provincia, sino también en otras partes del país.
Diego Efraín Rivera Cuenca empezó desde pequeño en esta labor, porque la situación económica de su familia era precaria, recibió los conocimientos de su tío y le apostó a este emprendimiento. Vivía en el barrio Santa Ana, cerca de Malacatos, pero actualmente está en el sector de Santa Cruz, allí labora desde hace 20 años. Es padre de tres niños, su hermano Danilo es su socio. “Él trabaja conmigo y la distribución de las ganancias es equitativa”, puntualizó.
Inicia su faena a las 06:00, todos los días. Alista la arcilla para colocar en una poza de agua, al día siguiente la materia prima la mezcla con viruta o tamo de arroz y bate durante 4 horas, después elabora el ladrillo utilizando varios moldes. En una pampa, como lo llama Diego, asienta el material para secarlo entre 15 a 23 días. “En un día normal elaboramos entre 700 a 800 ladrillos”, señaló.
El artesano relató que su objetivo siempre es tener listas 8.000 piezas para ingresar al horno. La fase de quemado tiene una duración de 23 horas. La leña de faique es la herramienta principal para su combustión.
Menos de 20 centavos cada ladrillo
Culminada la etapa de incineración, el ladrillo es comercializado en la propia Malacatos. Una distribuidora, situada en la parroquia Vilcabamba, adquiere su producto por su calidad.
El ladrillo de Diego Rivera traspasa la línea provincial, sus piezas son requeridas en Valladolid y Palanda, de la provincia de Zamora Chinchipe. Diego vende a 0,18 centavos de dólar cada ladrillo. La ganancia es de un centavo por pieza, según él. Los intermediarios lo expenden a 22 centavos.
Diego resaltó que el horno lo construyó en 30 días, la edificación está conformada por seis mil ladrillos y cuatro mil adobes. La arcilla la adquiere de un terreno de propiedad privada, la transportación de la materia prima le hace en un volquete con balde de cinco metros cúbicos y le cuesta 45 dólares. El emprendedor está preocupado porque no hay apoyo a este sector para la obtención de maquinaria y de esta forma mejorar la producción.
Más emprendedores
Luis Flores tiene su fuente de trabajo en el barrio Santa Ana, cerca de la parroquia urbana de Malacatos. La elaboración del ladrillo se realiza en la temporada de verano. El proceso es rústico, por ejemplo, se utilizan los pies para mezclar la arcilla junto con la viruta o bagazo. “Un obrero prensa entre 700 a 800 ladrillos”, indicó.
Este productor confecciona tres tipos de ladrillo. Respecto a la quema del producto usa el soplete combinado con leña de faique y tamo de café. Personalmente hace la entrega del ladrillo al consumidor final, lo expende a 20 centavos de dólar la unidad, es decir, en 200 dólares las mil piezas. Además, afirmó que seis mil unidades quema en su horno una a vez al mes durante la temporada invernal, mientras que en verano hornea dos ocasiones cada mes.
Flores participa en el intercambio de productores de ladrilleros de las provincias de Loja y Azuay.
“Los colegas de Cuenca están en un proceso de industrialización, las quemas son más tecnificadas”. Le preocupa que algunos de sus compañeros que trabajan en Malacatos no quieran invertir para adquirir la maquinaria. El Gobierno Provincial de Loja ejecuta el proyecto ‘Eficiencia Energética en Ladrilleras Artesanales’ (EELA).