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No todos los caminos llevan a la “atenas del ecuador”
La vialidad de Cuenca y de la provincia del Azuay sorteó dificultades (I parte)
En los albores de 1900, el gobierno de Eloy Alfaro esbozó programas viales y ferroviarios para conseguir, según el ideario del progreso, la modernización del país, así como mejorar la integración y las comunicaciones. Se programó continuar con lo que habían iniciado gobiernos anteriores. Entre las propuestas estaba la creación de una línea férrea que uniera la Costa con la Sierra, el puerto de Guayaquil con Quito y con otras ciudades del país; para los azuayos era indispensable unir a Cuenca al sistema nacional de ferrocarriles. Se contempló propuestas como el ferrocarril Quito-Guayaquil, Huigra-Cuenca, Ambato-Curaray, Quito-Ibarra, Manta-Santa Ana, Bahía-Chone. Algunos proyectos llegaron a desarrollarse y algunos de ellos jamás se realizaron.
Si bien la construcción y mantenimiento de vías, caminos, puentes y vías férreas era la meta de las diversas sociedades regionales del país y de los distintos gobiernos, no siempre se pudo atender las necesidades y las propuestas de las provincias australes, particularmente del Cañar y Azuay. A finales del siglo XIX, el expresidente Luis Cordero escribía sobre la importancia de la vialidad y de la educación, y afirmaba en la pequeña obra Una Excursión a Gualaquiza, observaciones sobre el camino que conduce a esta colonia que: “El mejoramiento de las vías de comunicación debe ser, después de la instrucción pública primaria, el objeto preferente de la atención de los gobiernos; más como los recursos con que cuenta el erario no bastan, en la actualidad, para emprender en la construcción de ellas, en todas las secciones de la República, conviene por lo menos, que las autoridades subalternas cuiden de mantener en un estado regular los malos senderos que conducen de parroquia a parroquia, senderos que se ponen intransitables en las épocas de lluvia”.
Hacia la primera mitad del siglo XX, el Estado ecuatoriano mostró interés en mantener ciertas vías como las que unían a ciudades de la Sierra y la Costa, así como las vías de penetración para la colonización hacia zonas de la Costa, sobre todo hacia los valles orientales y la Amazonía, con la finalidad de incorporar a la economía nacional vastas zonas de alta producción de cacao, café, tagua, canela, tabaco, resinas, zarzaparrilla, vainilla, caucho, frutos de las zonas cálidas, maderas de toda clase, así como la explotación de minas y de lavaderos de oro en el Oriente.
Vías hacia el norte, sur y a la Costa en la década de los veinte
En 1926 se publica en Cuenca la Monografía del Azuay, por Luis F. Mora y Arquímedes Landázuri, la obra describe 3 vías como las más importantes (las únicas) que intentaban comunicar al Azuay con el resto del país, pero no llegaban sino al radio exterior de la ciudad de Cuenca; estas eran las que llevaban hacia el norte, camino a Quito: la Cuenca-Biblián, de una extensión de 38 km y 7 m de ancho. Luis F. Mora describe la belleza del recorrido, los paisajes: “Saliendo de El Vecino, comienzo de la carretera, deleita la verdura de las pequeñas pampas que, repletas de arboleda, asoman a derecha e izquierda del viajero. Y se miran casitas blancas enterradas en el follaje de los bosquecillos que les hacen sombra. Lejos aparecen los perfiles azulinos de los cerros de Cañar…”.
Para la fecha de publicación de la obra, existía también la Carretera del Sur, con 20 km, que trataba de comunicar Cuenca con Yunguilla y con Machala, y partía desde el puente de El Vado, por la actual av. Loja y, finalmente, la vía Cuenca-Naranjal, que se convirtió en un cuento sin acabar hasta hace pocos años, y que tenía solamente 13 km. Para finales de la década de los veinte, Azuay tenía tan solo 57 km de vías de primera clase.
En 1923, se llevó a cabo la V Conferencia Internacional que resolvió crear la Panamericana de Alaska al Cabo de Hornos, pasando por todas las capitales de América. Ecuador participó activamente. Cuando se analizaba la construcción de las vías en el Ecuador se habló sobre las dificultades, insistiendo en los problemas de la estructura geológica y topografía de los territorios. Considerables obstáculos eran la presencia de la Cordillera de los Andes, la irregularidad de los valles interandinos, el clima y las lluvias, y, principalmente, los escasos recursos y tecnología. Por la falta de recursos se construyó la vía por tramos; fueron importantes para Cuenca los que se construyeron hacia Quito y luego hacia Loja. Poco a poco se construirán las obras planificadas para unir al país de norte a sur, y para unir a Cañar y Azuay con la Costa y con Guayaquil, entre ellas, la vía Durán-Tambo, que se inicia en 1947, durante el gobierno de Arosemena Tola, y que permite la comunicación entre Cuenca y Guayaquil. Cabe recordar que las vías fueron fruto del esfuerzo de la gente, de los peones y jornaleros: todo hombre debía, según lo establecido en la Ley de la conscripción vial, servir gratuita y obligatoriamente en la construcción de carreteras. Ley injusta e infamante que fue derogada en 1949 en la presidencia de Galo Plaza, que implicaba trabajo obligatorio y gratuito en la obra pública. (F)
Crespo también ofreció vialidad
El empeño del padre Albino del Curto por las vías
En década de los años veinte, los presupuestos del Estado —que no eran mayores— estuvieron destinados a la apertura de caminos hacia el Oriente: la vía Baños-Pastaza, y hacia el Sur, la Cuenca-Paute-Méndez. Uno de los impulsores de este camino será el sacerdote salesiano Albino del Curto. Esta vía fue trazada a inicios de los años veinte, y se convertiría en el eje del sueño de la planificación regional y nacional de finales del siglo XX: la vía transoceánica Puerto Bolívar o Guayaquil-Cuenca-Paute-Méndez-Morona-Puerto Borja-Sarameriza-Manaos.
Sobre este nunca terminado eje vial, nos narraba hace unos pocos años, en una entrevista a mediados del año 2009, el exalcalde de Cuenca, doctor Ricardo Muñoz Chávez, que el padre Albino del Curto, quién se empeñara mucho en la construcción de esa carretera, decía: “Todo ecuatoriano que trabaje por la vía Paute-Méndez-Morona, se irá al cielo”. Este sacerdote salesiano inició en 1917 un camino de herradura desde El Pan hacia Méndez. El doctor Muñoz recordaba que durante la campaña del candidato a la Diputación del Azuay Dr. Emiliano Crespo Astudillo, importante médico cuencano, ofreció la construcción de esta vía. (O)