La quina o cascarilla: la olvidada planta nacional
Don Manuel Jiménez anciano agricultor nativo del antiguo caserío azuayo de Chacanceo, y que hoy vive en LLacao, recuerda que: “cuando joven en busca de trabajo adquirí una parcela que tenía bosque, a Doña Tarcila Contreras; al poco tiempo me entero de la noticia de que por los alrededores de Chacanceo se estaba explotando la cascarilla”. Pronto se convierte en cascarillero pues en su propiedad había abundantes árboles y esto le rendía económicamente.
Procede como sus vecinos a cortar el árbol, lo descorteza y esta, una vez seca, es cargada en sus mulares. Cada una de ellos llevaba dos quintales, por los que, una vez entregados en Cuenca le pagaban entre 25 y 30 sucres. Desde su propiedad hacía tres agotadores días de viaje por el alto páramo del Cajas.
La quina como medicamento único para el paludismo
El árbol de cascarilla o quina (Cinchona sp.) ha proporcionado el más grande favor a la humanidad, fue el primer medicamento específico para una grave enfermedad conocida desde la antigüedad, la malaria o paludismo, epidemia de amplia distribución en todo el mundo tropical, particularmente en el Mediterráneo, África y Cercano Oriente, mal que luego del descubrimiento y la conquista del Nuevo Mundo fue trasplantado a América, cuyos pobladores no poseían defensas ante ella. Fue introducida con los primeros grupos de esclavos que llegaron del África.
Cuenca y el auge de la cascarilla
En el siglo XVII, exactamente desde 1633 se da inicio a la explotación de la quina. En los siglos XVIII y XIX la aislada ciudad de Cuenca tenía como uno de los principales rubros de ingreso la explotación de la corteza de quina, y en algún momento, fue definitivamente el más importante.
Durante la segunda mitad del siglo XVIII existen dos razones para que el crecimiento poblacional y económico del entonces Corregimiento de Cuenca en la Real Audiencia de Quito haya tenido una significativa importancia: la primera, la actividad productiva de tejidos de lana y algodón (bayetas y tocuyos), de buena calidad, confeccionado por las artesanas mestizas e indígenas, supliendo la demanda creciente; esta demanda proviene de la misma Real Audiencia y del sur del continente. Los tejidos por su buena calidad llegan hasta el norte de Argentina, Chile, Lima y el norte del Perú, Panamá y Guayaquil.
La segunda, la extensión de la explotación de la cascarilla. Las ciudades de Cuenca y Loja comenzaron a explotar de manera intensiva la cascarilla, que se exporta por Guayaquil o por la vía de Piura-Paita-Lima y de allí a Panamá y a tierras de Castilla (España) de donde se distribuye para el mercado mundial, particularmente el Mediterráneo Europeo y Africano. A fines del siglo XVIII en Cuenca existen diversas vinculaciones comerciales. El sistema de bosques “acotados” de la Real Hacienda define un monopolio comercial, apoyado por inversionistas privados, que posibilita la exportación hacia los mercados.
Segundo explotación
El segundo auge de explotación de cascarilla surge cuando el Distrito del Sur se transforma en Provincia del Azuay durante la época republicana, y esto se da a partir del año 1850. En los primeros seis años se exportó alrededor de 10.000 quintales, sobre todo de los puntos de El Jordán, Santa Rita, San Pablo y en los alrededores de las montañas de Gualaceo y Paute.
El esplendor dura hasta el año 1885, en el que es desplazado por la producción en las colonias inglesas de la India y Java.
En los años previos entre 1824 y 1850 la explotación es irregular, en un primer momento por la necesidad de venderla y trocar por fusiles para las Guerras de la Independencia.
Es más importante el rubro naciente de la producción y exportación del sombrero de paja toquilla. En el año de 1885, la escasez de artículos exportables sobre todo de la quina, la que decae de manera casi completa, produce un serio colapso en la economía del Azuay.
El tercer y último auge de la cascarilla
En 1939 ante la inminencia de la II Guerra Mundial, los ejércitos de las grandes potencias en conflicto, debieron desplazarse hacia zonas tropicales; la demanda de la cascarilla reapareció, así se termina con los últimos bosques de cascarilla, particularmente de la región de Chacanceo, parroquia de Molleturo.
La quina planta nacional del Ecuador
Irónicamente, pocos años antes de este hecho, concretamente en 1936, el Gobierno Nacional bajo la Presidencia de Federico Páez, decreta a la Cascarilla o Quina, PLANTA NACIONAL DEL ECUADOR, “por representar a las tres regiones naturales y porque con su descubrimiento en el siglo XVII en Loja, se salvó a la humanidad del azote de las fiebres palúdicas”.
El golpe definitivo al auge cascarillero ecuatoriano se da en el año de 1945; en Europa se logra sintetizar la quinina en forma de sales.
El final
Don Manuel Jiménez, Don Segundo Pancho Álvarez, y Don Manuel Mesías Paguay, se convierten de la noche a la mañana en cascarilleros, en los alrededores del antiguo pueblo de Chacanceo, y como señala Don Segundo Pancho, “nosotros hicimos algún dinerito, pero al final solo nos quedamos con los campos libres de montaña para producir el maíz, el poroto y los zambitos para el diario, y nada más”. Hoy Chacanceo y la cascarilla han pasado a un injusto olvido.