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El sistema económico como forma de dominación en el siglo XVI
La encomienda de Rodrigo Núñez de Bonilla por todos sus servicios
La encomienda fue la recompensa que la corona castellana confería a los conquistadores por sus servicios: Pizarro encomendó a sus colaboradores los grupos étnicos de los alrededores del Cusco para premiarlos y motivarlos a permanecer en estas tierras lejanas y para establecer el control de un pequeño número de españoles sobre un sinnúmero de gentes andinas, hacia 1533, año de la ejecución de Atahualpa; mas, para 1549 la concesión de encomiendas se había extendido por todo el territorio del antiguo Tahuantinsuyo.
Fue favorecido Rodrigo Núñez de Bonilla, quien, se dice, estuvo con Pizarro en la captura de Atahualpa y acompañó a Sebastián de Benalcázar en la conquista de Quito; hacia 1538 recibió el beneficio de la encomienda de los indios cañaris, constituyéndose en uno de los primeros castellanos que se asentó en el valle de Paucarbamba, donde en 1557 se erigió la ciudad de Cuenca.
Empero, la institución que beneficiaba a los castellanos se convirtió en instrumento de explotación de los indios, pese a que la corona trató de controlar este mal en 1536 mediante real cédula a fin que Francisco Pizarro y Fray Vicente Valverde adoptaran las providencias necesarias para la realización de una visita general; luego, se expidieron las Nuevas Leyes de Indias, una de las causas para la sublevación de Gonzalo Pizarro por las reformas legales en torno a la encomienda.
Al término de las guerras civiles en el Perú, el licenciado Pedro de la Gasca asumió el gobierno de la presidencia de la Real Audiencia de Lima e inició una serie de reformas administrativas, tendientes a la pacificación de la tierra; una de ellas fue la visita general y tasación de encomiendas a fin de poner límites a los ambiciosos beneficios que percibían los encomenderos; la acción de la Gasca tiene como antecedente la cédula de 1536; reunió a los obispos de Lima, Cusco y Quito manifestándoles la necesidad de iniciar la visita general que daría lugar a la tasa “que no sólo convenía a sus conciencias y a la de su magestad, sino que serviría a la conservación de los naturales”. El documento de la tasa de 1549 fue localizado por María Rostworowski en la Real Academia de Historia de España.
Resumen de visitas y tasas que quedaron pendientes
En la “Relación de algunos repartimientos de los reinos del Piru de la cantidad de indios que tienen y tributos que han sacado de la visita y tasa primera que se hizo por mandato del presidente lizenciado Gasca” constan las encomiendas de Quito: los repartimientos de “la provincia de los cañares encomendado a Rodrigo Núñez de Bonilla”, el de Chambo encomendado a Rodrigo de Paz y “el repartimiento de Otavala (sic) encomendado en el capitán Rodrigo de Salazar”, los 3, vecinos de la ciudad de Quito; así mismo, la connotada historiadora peruana anota que en un documento del Archivo Británico de Londres se halla un resumen de las visitas y tasas ordenadas por La Gasca y se especifica que quedaron sin tasar, entre otros, los repartimientos de Loja, Guayaquil, Puerto Viejo y Zamora, con lo que completaríamos esta breve visión de las encomiendas existentes en lo que hoy es el Ecuador hacia 1549.
F 27 y Repartimientos de la ciudad de San Francisco de Quito
El repartimiento de la provincia de los Cañares encomendado a Rodrigo Núñez de Bonilla vezino de Quito son indios serranos. Hallaron los visitadores que los visitaron quatrocientos y veynte indios Esta el repartimiento cinquenta y cinco leguas de la cibdad de Quito. Tienen a nueve lenguas minas de oro. Esta tasado que de en cada un año los tributos siguientes.
Un mil pesos de oro de ley perfeta en oro o en plata. Y cient mantas de algodón de una vara y media en largo y otro tanto en ancho. Y dos toldos de algodón medianos Y treynta libras de hilo de algodón para pavilo todo en Quito. Y ciento y veynte puercos en sus tierras o en las minas, Y setecientas gallinas en sus tierras o minas. Y cada semana de quaresma cient huevos y en la quaresma cada semana dozientos huevos en sus tierras Y treynta y seis venados frescos o secos en sus tierras cada un año. Y setenta pares de perdices en sus tierras. Y cada un año quinientas fanegas de mayz, Y ciento e cinquenta fanegas de trigo. Y ciento y veynte fanegas de papas.
Como podemos observar en las disposiciones sobre la encomienda de Rodrigo Núñez de Bonilla, los indígenas cañaris no eran más de 420 individuos, según señalan los visitadores. Pero, inmediatamente, salta a la vista que cerca de esta región, a 9 leguas, se hallan minas de metales preciosos, por lo que los encomendados deberán entregar a Núñez de Bonilla “mil pesos oro de ley perfeta de oro y plata”, además encontramos que los indígenas entregarían tejidos de algodón, muestra de una práctica que se mantendrá durante décadas y que nos permite comprender las relaciones de intercambio muy activas con zonas de los calientes o la costa, junto con animales de caza, venados y perdices, animales domésticos y sus productos, como puercos, gallinas y huevos, además de productos agrícolas tradicionales como el maíz y la papa, y los recientemente introducidos como el trigo.
La presencia de Núñez de Bonilla quedará marcada por esta temprana incorporación de los cañaris al sistema colonial español y dejará como vestigio los Molinos de Todosantos descubiertos en la década de los setenta del siglo XX, e investigados bajo la dirección de Manuel Agustín Landívar, en los que se superpone la presencia española al anterior dominio Inca e incluso a lo cañari: cámaras de molino con piedras talladas de Pumapungo, espacios de producción económica, junto a hornacinas de piedra caliza, espacios rituales, y la posible presencia de un muro cañari, de uso indeterminado.
Bajo la influencia del dominico Bartolomé de las Casas se plantean normas jurídicas que tienen la pretensión de evitar los excesivos abusos que los conquistadores habían ejercido contra los indígenas.