Recuerda la evolución de la actividad toquillera en Cuenca desde finales del siglo XIX hasta la década los 80 del siglo XX
La “antigua fábrica de sombreros” rescata el arte del tejido de la paja toquilla
En las paredes blancas y remodeladas de una de las viviendas del barrio El Chorro, ubicado en la calle Rafael María Arízaga, reposan grandes fotografías de lo que por más de 7 décadas fue una antigua fábrica de sombreros.
El mismo espacio, que hace una semana se abrió como un museo para rescatar el arte del tejido de la paja toquilla y donde se exhiben sombreros y herramientas de trabajo, fue construido entre 1880 y 1890, siempre vinculado a la industria sombrerera.
Para ese entonces, según María Augusta Lloret, encargada de la Casa Museo, este sector era un sitio estratégico de la urbe, ligado directamente a la actividad toquillera.
En algunos escritos se menciona que esta actividad en la zona tuvo su origen con la instauración de una escuela de tejedores en 1845, en cumplimiento de una ordenanza que determinaba la enseñanza obligatoria del tejido de la toquilla. Además del levantamiento de un mercado, en la actual plaza de María Auxiliadora, para el comercio de la paja toquilla y sus productos.
De esto se desprende que los habitantes de El Chorro se dedicaran a realizar el trabajo de lavar, dar horma, planchar, blanquear y macetear el sombrero hasta dejarlo a punto para su venta a través de las casas exportadoras.
En ese sentido, una familia, de apellido Delgado habría empezado la construcción del inmueble, hoy restaurado por el Municipio de Cuenca, no por ser un bien arquitectónico de alto valor patrimonial, sino más bien por la importancia que alcanzó en la ciudad la actividad toquillera que permitió dinamizar la economía regional desde el siglo XIX.
La vivienda, en años posteriores, pasaría a manos de la familia Heredia y luego, en 1969, fue adquirida por el grupo exportador Serrano Hat Export; es a raíz de esto que a la antigua fábrica de sombreros también se la comienza a llamar Casa Serrano.
Para ese entonces, la estructura, dicen los escritos, se vuelve más funcional, desde la producción de sombreros, administración, manufactura, secado y acopio.
Hasta 1982, estuvo a cargo de este grupo, que por necesidad de un espacio más grande se cambia; la sombrerería pasa a ser arrendada para un fábrica de muebles. En 1985, la casa, edificada en adobe y bahareque sufrió un incendio, luego de eso fue vendida, quedando con el paso de los años abandonada.
Hoy, una parte de ella ha sido reconstruida como un museo y otra se destinó para departamentos.
De acuerdo con el alcalde de la ciudad, Marcelo Cabrera, este espacio, busca contribuir a la investigación, promoción, resguardo y difusión del tejido del sombrero de paja toquilla, declarado el 5 de diciembre de 2012 como Patrimonio Intangible de la Humanidad.